Quien así lo afirma es su amigo y compañero de estudios, de trabajo y compromiso con la Centenaria del Agro, el ingeniero Alberto Sediles Jaén, rector de nuestra Universidad Nacional Agraria, quien por 44 años de convivencia compartieron responsabilidades académicas y administrativas entre aulas, laboratorios, giras de campo y oficinas administrativas y de un afecto mutuo y de fraternidad que se fue forjando con el devenir de los años.
“Tuve la suerte de contar con su amistad sincera desde que nos encontramos como compañeros de clases en 1978, año en que ingresó a la Escuela Nacional de Agricultura y Ganadería, y desde ese entonces vi la gran persona, el gran amigo, el gran compañero que era Gregorio y así fuimos caminando hasta que completamos juntos la carrera universitaria, compartí muchos momentos en tiempo de estudiante y como miembros del Movimiento Alumno Ayudante, llamado que atendimos de nuestra revolución, fue una de las primeras y de tantas responsabilidades que después con el tiempo él asumiría con mucho compromiso agrario”, rememora el ingeniero Sediles.
“Se incorporó al movimiento y con mucho fervor atendimos la tarea de ese momento, pero con una pasión, determinación y entusiasmo que se atendían esas responsabilidades que se nos habían dado de alumno ayudante, llegando al punto de tener ya responsabilidades directas sobre grupos de clase en las materias de biología, zoología y entomología, entre otras. Eso fue también una gran muestra de ese compromiso inicial que Gregorio venía mostrando desde ya con la comunidad universitaria y con la sociedad”, resalta Sediles.
Tras su paso con mucho éxito por las aulas de clase, nos relata el ingeniero Sediles, el maestro Gregorio, asume con mucha entereza diversas responsabilidades que nuestra alma mater le delega.
“Gregorio producto de su compromiso institucional, sus ganas por aportar al engrandecimiento de la universidad, se desempeñó como director de la Escuela de Sanidad Vegetal, luego como Jefe de Departamento, también destacó como coordinador de proyectos a nivel nacional e internacional, entre ellos un proyecto regional que tuvimos con el organismo alemán GTZ y un aspecto muy relevante fue ya con su condición de decano de la Facultad de Agronomía, en donde él se involucró como era su costumbre, con mucha decisión, con mucha dedicación y es importante señalar que durante el tiempo de su decanatura se incrementaron el número de carreras de la FAGRO, así también como la matricula estudiantil y por supuesto atendiendo siempre todos los desafíos de la facultad para que se cumpliera con todo el propósito, la misión y la responsabilidad institucional”, destaca el ingeniero Sediles.
Valores éticos y morales, por encima de todas las cosas
“Gregorio a pesar de todo lo que alcanzó profesionalmente a base de su esfuerzo, fue un hombre muy sencillo, leal, un gran compañero, muy solidario y algo que me parece muy importante, fue muy cuidadoso de los bienes y recursos de la UNA, en esa parte él era muy celoso de que los bienes o los recursos fueran utilizados de la forma más adecuada posible, y por eso, es ese un legado indudablemente de gran valía, además de toda la contribución docente, de gestión, investigación y de extensión con nuestros productores que él hizo, haciendo realidad la graduación de muchas generaciones de estudiantes de grado y posgrado, asesorando trabajos de tesis y en la enseñanza a través de la transmisión de conocimientos importante para la formación de ingenieros agrónomos”, reitera el ingeniero Sediles.
“Siempre estuvo preocupado por la universidad, porque se hiciera un trabajo importante, pertinente, acorde con las demandas de la sociedad, más relevante y estaba allí siempre pendiente de cómo podía aportar, cómo podía contribuir a una discusión que fortaleciera el quehacer y el desempeño de la UNA”.
Un eterno amor por la UNA
“Realmente Gregorio se enamoró de la Agraria, y aún en las condiciones más difíciles de su salud, siempre estuvo luchando por estar en su puesto de trabajo, y dar su granito de arena para que las cosas funcionaran mejor, para que la UNA avanzara cada vez más, siempre solidario y buscando cómo encontrar soluciones a los desafíos que estábamos enfrentando y eso ennoblece a un ser humano”, reconoce Sediles.
“Yo no tengo dudas de que Gregorio fue un abanderado, un soldado de la UNA, la llevó en su corazón, la amó, la defendió, él forma parte de esa constelación de trabajadores administrativos y profesionales agrarios que han contribuido con el engrandecimiento y el prestigio de nuestra universidad orgullosamente pública a nivel nacional e internacional a lo largo de sus ciento cinco años de fundación”, subrayó el maestro Sediles.
El maestro Varela, entregó su vida y conocimiento a la UNA por 42 años, formando a decenas de estudiantes de todo el territorio nacional. En sus últimos años, fungía como decano de la Facultad de Agronomía por dos periodos consecutivos.
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