Una lluvia torrencial de 24 horas en Pakistán generó automáticamente que 34 millones de personas se convirtieran, de la noche a la mañana, en refugiados climáticos, perdiendo todo lo que tenían.
El ejemplo parece cuento de ficción, pero no lo es. Lo expuso el representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Costa Rica, José Vicente Troya, durante el acto inaugural del seminario Cambio climático y derechos Humanos, de la cátedra en Derechos Humanos Dra. Elizabeth Odio Benito, de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA).
Lo cierto del caso es que existe una relación simétrica entre la ocurrencia de eventos meteorológicos vinculados con el cambio climático y la afectación de derechos humanos en todo el mundo. “Ese es el tamaño del animal que estamos enfrentando”, acotó el representante del PNUD. Lo que sí es desigual, agregó, es que la crisis climática tiene impactos diferenciados.
“Los eventos climáticos extremos impactan de manera muy distinta a hombres y a mujeres. Implica comprender que los seres humanos parten de realidades muy diferentes al momento de enfrentar estos eventos. No es lo mismo para alguien que debe enfrentar este tipo de situaciones en plena migración y movilización trasfronteriza, que para otra persona poseedora de una vivienda digna en un país con estabilidad política”, indicó Vicente.
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de mayo de este año, calculó que entre 1970 y el 2021 han acontecido 12 mil catástrofes naturales a escala mundial, que provocaron la muerte de dos millones de personas y la pérdida de $4 billones
Parte de esa diferencia en las consecuencias de los efectos climáticos globales los sufren en mayor proporción las mujeres y las niñas. Una investigación de la Universidad Santa Catalina, en Minnesota, Estados Unidos, concluyó que la violencia doméstica es un 60% más alta en aquellas zonas afectadas por fenómenos asociados con una meteorología extrema.
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