La muerte de su madre, la señora Justina Herrera Chacón, fue un acontecimiento que marcó la vida de Roberto González Herrera, quien además no tuvo la dicha de conocer a su padre. Sus primeros años de vida transcurrieron en su natal Jinotega, rodeado del amor de su mamá, quien realizaba labores domésticas para proveerle el sustento.
No obstante, al fallecer su progenitora, González es acogido en la casa de doña Meybold Chamorro, en la Colonia Centroamérica en Managua, en donde pasaría el resto de su niñez y juventud.
Las dificultades económicas que afrontó durante su infancia lo llevaron a plantearse la necesidad de reivindicar los derechos de los menos favorecidos. Según amigos cercanos, de González recuerdan, entre otras cualidades, su humildad y empatía.
Servir a los pobres era una de las motivaciones del joven que tuvo que trabajar desde su niñez para aportar en el hogar. Cursó sus estudios de primaria en el Instituto Salvador Mendieta de Managua. A los diez años, se destacó como subjefe de grupo de los Boy´s Scouts de Nicaragua.
Desde 1990, fecha en que inició sus estudios de bachillerato en el Instituto Elvis Díaz Romero (ahora Instituto Autónomo Azarías H. Pallais), vio la necesidad de ahorrar para el ingreso a la universidad, por lo que empezó a trabajar por las tardes en los Raspados Loli. En el año 1996, realizó el examen de admisión en la UNAN-Managua, el cual no aprobó; sin embargo, no se desmotivó y continuó preparándose en el año de nivelación, que le permitió luego ingresar en 1997 a la carrera que anhelaba.
Al joven que sus compañeros de clase llamaban «El chino», se caracterizó por ser un estudiante esforzado, humanista y comprometido con las luchas sociales de la época, con las cuales se demandaba el respeto del derecho a la educación superior.
La mañana del 20 de abril de 1999, estudiantes de todas las regiones del país pertenecientes a las universidades del Consejo Nacional de Universidades (CNU) marcharon exigiendo al gobierno de Arnoldo Alemán que se garantizara la asignación presupuestaria del 6% constitucional, puesto que su administración estaba privando la formación profesional de miles de jóvenes de escasos recursos.
En horas del tarde, al llegar al Banco Central de Nicaragua (BCN), la manifestación fue obstaculizada por la policía, quien, haciendo uso desmedido de la fuerza, lanzó bombas lacrimógenas y disparó balas de caucho resultando impactado por una de ellas González, quien murió de manera instantánea a sus veintisiete años.
Durante las primeras horas de la noche, el Chino fue velado en su casa de habitación en la Colonia Centroamérica, luego fue trasladado al histórico Auditorio Fernando Gordillo en el Recinto Universitario Rubén Darío de la UNAN-Managua.
El 21 de abril, se realizó la misa de cuerpo presente en la Iglesia de Fátima, posteriormente fue llevado a la Universidad en donde la comunidad universitaria le rindió un homenaje.
En horas de la tarde, su féretro fue llevado al Cementerio Oriental en la capital acompañado por una caravana de estudiantes, en medio de consignas y música testimonial.
Legado del mártir universitario
El joven nacido el 28 de agosto de 1974 sería recordado por las posteriores generaciones mediante distintas conmemoraciones como la Jornada Roberto González in Memoriam, espacio en el que se le rinde tributo con diversas actividades deportivas, culturales y académicas, en las que participan miembros del Consejo Universitario, dirigentes gremiales y estudiantiles y personal de la institución.
En la actualidad, la asignación permanente del 6 % ha contribuido a que miles de jóvenes de todas las regiones gocen de educación gratuita y de calidad, que se garantiza mediante becas internas, externas y becas especiales que se otorgan conforme a la excelencia académica, investigativa, cultural o deportiva.
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