Desde el año 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 11 de febrero para celebrar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, como una iniciativa para lograr el acceso y participación de las niñas y las mujeres en el quehacer científico de manera plena y equitativa.
En la Universidad de El Salvador son muchas las mujeres que han destacado en el ámbito científico en las diferentes áreas del conocimiento.
En esta oportunidad se presentan a tres mujeres científicas con quienes se conversó sobre diversos puntos en este tema.
Coinciden que su interés por el estudio científico inició desde la niñez. Para el desarrollo de las niñas y las mujeres ven algunas barreras que están relacionadas con la educación desde los primeros años de estudio, y por ello plantean una serie de retos tanto a nivel de universidad como de país.
Un ejemplo de mujeres científicas en la UES es la Dra. Marcia Barrera, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Agronómicas que se ha especializado en la hidrología, con una formación que inició en esta casa de estudios con la Ingeniería Civil, seguido de la Maestría en Gestión de Recursos Hidrogeológicos en la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, y el Doctorado en Ciencias del Agua, por la Universidad Autónoma del Estado de México.
“El doctorado fue la reafirmación de mi pasión por la investigación y la ciencia porque es ahí donde logré hacer esa diferenciación entre lo que podría llegar a ser un trabajo más técnico, a un trabajo más científico”, comenta Barrera al referirse a su formación académica.
“Desde que era una niña estuve muy involucrada con el tema de carencia de agua, con el tema de la pobreza y las niñas acarreando agua… Haciendo un recuento de mi vida, tanto en el ámbito familiar como en el ámbito académico, he estado relacionada con los recursos hídricos desde entonces”, agrega la experta.
Con varios años de experiencia, la académica identifica algunas barreras en el desarrollo científico que tienen que ver con la apuesta que hacen los tomadores de decisiones en los países. “Las potencias mundiales se apoyan en los científicos para poder volverse potencias”, Apunta.
A estas barreras agrega el tema de género, pues ve que, para las mujeres, además del trabajo científico se suma el trabajo de atención familiar y el cuidado del hogar. “Las mujeres dedicamos más nuestro tiempo, aún en temas científicos a aspectos que tienen que ver más con temas sociales porque nuestro principio de ser mujeres nos lleva más en la preocupación por los demás y los hombres más en temas técnicos”.
Frente a esta situación, Barrera considera que los retos están enfocados en generar interés por la ciencia desde tempranas edades, dar a conocer las carreras científicas en la escolaridad, cuáles son las áreas en las que se pueden desarrollar a futuro y las oportunidades de trabajo que pueda tener las mujeres científicas.
Atraída por la ciencia, también desde la infancia, Monserrat Coto es una estudiante egresada de la Licenciatura en Biología de esta universidad que decidió especializarse en la herpetofauna, que es el estudio de anfibios y reptiles, pero ella se enfoca en las serpientes venenosas.
Uno de sus sueños y temprana apuesta fue la idea de ser pionera en el país, y “hoy que lo veo siento que cada vez voy avanzando un poco más y voy haciéndolo realidad”.
Las dificultades que Monserrat ve para el desarrollo de las mujeres y las niñas en la ciencia son el “negativismo” al asegurar que se ha encontrado con quienes dudan de la capacidad de dedicarse a la ciencia por condiciones de género.
Pero a ello se suma otro gran obstáculo, y es un presupuesto que permita enfrentar retos, los cuales sugiere sigan una serie de acciones como adelantar investigaciones relacionadas con clínica, epidemiología, tratamiento específico, hacer enlaces nacionales e internacionales, consolidar y ampliar estrategias educativas, contribuir a la formación de estudiantes de pregrado y posgrado brindando los medios apropiados para su formación, realizar trabajos de investigación, programas de intercambios colaborativos con universidades internacionales, incrementar e implementar programas, presentar proyectos, fortalecer y ampliar líneas de acción, implementar nuevas tecnologías “para poder decir que El Salvador también puede hacer las cosas”.
Para esta joven, las proyecciones están dirigidas a continuar con sus investigaciones sobre los venenos de las serpientes, además de especializarse con una maestría y un doctorado, y, por supuesto “fortalecer las alianzas que se tienen en Centroamérica, en Sudamérica para poder seguir investigando y validando efectos farmacológicos”.
Otro ejemplo de mujer sobresaliente en la ciencia es la Dra. Vianney Castañeda, investigadora de CENSALUD, quien cuenta con una Licenciatura en Biología, por la Universidad Nacional de Colombia, una maestría en Microscopía Electrónica en la Universidad de Costa Rica, el Doctorado en el Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y la Universidad Autónoma de Madrid, y diferentes cursos especializados en biología celular.
Castañeda es una investigadora que en un inicio se especializó en el área de patologías, enfermedades transmitidas por vectores y sus factores de riesgo, pero hoy por hoy se dedica al estudio del cacao. Específicamente trabaja desde la genética, la microbiología, la fermentación del cacao y el desarrollo de derivados funcionales que permitan generar productos hacia grupos de personas con enfermedades crónicas.
Desde su experiencia, las barreras que ve en el desarrollo de la ciencia es que “no se enseña bien la ciencia, por eso los jóvenes no ven a la ciencia como una alternativa para poderse desarrollar profesionalmente”.
También señala el aspecto económico debido a que no hay una apuesta total a la investigación, “conseguir recursos para la investigación implica un trabajo de decisión, de convencimiento, la conformación de equipos de investigación… falta de recursos para contratar a este personal”.
“Siento que se va visibilizando poco el trabajo de la mujer científica en El Salvador. El hecho de que exista una Secretaría de Investigación Científica ayuda a visibilizar el quehacer científico”, agrega Castañeda.
Frente a este escenario, la académica propone hacer de la labor científico algo rentable “porque en la medida de que se vea esa ganancia, va a ser atractivo, que se permita fortalecer los lazos de investigación, generar más centros de investigación para acoger a esta gente joven que se está generando en los semilleros y que pueden ubicarse en el trabajo; y que la evidencia científica pueda traducirse a los sectores productivos y que esto permita ver a nivel de Estado lo bueno que es investigar porque va a generar un impacto en la sociedad”, apunta la especialista.
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