“Dos de cada tres nuevas enfermedades en personas se deben a infecciones originadas en los animales; perder de vista esta realidad, y desconocer lo que entraña el concepto de Una sola salud (One Health), podría ser el continuum de muchas otras epidemias con potencial pandémico”. Es así como Juan José Romero, ejecutor académico de la maestría en epidemiología de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional (UNA) parte de esta reflexión para analizar el primer año de la Covid-19 en el país.
Romero indicó que Costa Rica ha demostrado que la inversión del país en educación y salud, ha sido crucial en la atención de un fenómeno que ha puesto a prueba los sistemas de salud y económicos de todo el planeta.
“La posibilidad de atender todos los casos que requieren atención médica especializada, desde el diagnóstico hasta los cuidados intensivos, mediante un sistema solidario y de cobertura universal, incluso a extranjeros indocumentados, en condición de informalidad, o los mismos costarricenses sin seguro de salud, ha permitido mantener una de las tasas de letalidad más bajas del continente y del mundo”, explicó el especialista.
El académico comentó que la ausencia de un verdadero sistema de información automatizado para la vigilancia epidemiológica, que posibilite la implementación de reales sistemas de inteligencia epidemiológica de adaptación a la condición pandémica, ha sido de enorme costo para el sistema de salud pues, en buena parte, la dificultad del seguimiento de los casos y sus contactos, la emisión de órdenes sanitarias tanto para el aislamiento y la cuarentena, como para su levantamiento.
Detalló que la implementación de medidas restrictivas fuertes, casi draconianas, en algunos momentos de la pandemia fueron más efectivas en algunos momentos que en otros, en buena medida, por el nivel de compromiso del ciudadano, y en otra por la imposibilidad material de cumplirlas dada las circunstancias socioeconómicas de las personas o las familias. Asimismo, los períodos largos de restricción atentaron, al momento de las aperturas, pues una parte de la ciudadanía se descuidó en el cumplimiento de protocolos y lineamientos.
Con sello universitario
Romero agregó que la capacitación de personal de la salud de alta calidad en universidades nacionales y extranjeras, la infraestructura y la logística de primer mundo en todos los niveles de atención, la existencia de los Equipos Básicos de Atención en Salud (EBAIS) a lo largo y ancho del país, y las capacidades en epidemiología tanto en el Ministerio de Salud (Minsa) como en la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), permitieron el desarrollo de estrategias que, desde lo central, tuvieron efectos positivos mientras la presión económica no obligó a las aperturas precoces de los sistemas de producción.
El investigador de la UNA destacó que el rol de universidades públicas, fuertes en investigación y desarrollo, en los más distintos ámbitos del conocimiento, en estrecha colaboración con el gobierno y los entes estatales encargados de la atención de la pandemia, ha sido fundamental dado que es un excelente complemento en las actividades que, usualmente, los entes de gobierno no realizan. “Esta alianza entre lo público-público es esencial para la atención de esta emergencia, como lo ha sido en otras en el pasado; lo que invita a fortalecerlas de cara al futuro”, recalcó.
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