La Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) en su publicación “Patrones de desarrollo económico en los seis países de Centroamérica (1950-2018)”, expone el panorama general del crecimiento y las transformaciones estructurales en la región entre mediados del siglo XX y el final de la década de 2010, en sus capítulos se identifican luces y sombras en la experiencia histórica de los países con el propósito de iluminar la reflexión sobre el futuro en los planes socioeconómicos y ambientales.
La investigación auspiciada por la Embajada de Noruega y con el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), tuvo como coordinadora a María Castro, directora adjunta de la Cepal en México y a Hugo Noé Pino y Wilfredo Díaz en el caso de estudio referente a Honduras.
Según Ricardo Bielschowski, coordinador metodológico de la publicación, el proyecto tuvo como objetivo contar en una forma muy científica la historia económica de los seis países centroamericanos entre 1950 y la actualidad, esto con un enfoque en el patrón de desarrollo económico en cada país entendido como: los ritmos de la variación en el PIB, la inversión y la productividad, así como las características de la transformación estructural, los factores determinantes de esos ritmos y sus características.
Por su parte, Hugo Beteta, director de la Cepal, México resumió que la publicación “Patrones de desarrollo económico en los seis países de Centroamérica (1950-2018)” toma una mirada histórica estructural de los últimos 70 años del desarrollo económico de Centroamérica donde se identificaron patrones comunes entre los países estudiados, pues mantienen economías abiertas y periodicidades comunes como la etapa desarrollista donde se expandía la economía debido al aumento de la productividad con fuerte inversión originada en los años 50 hasta finales de los 70.
De la misma manera, detalló que esas similitudes de esta región se dio en la década de los 80 llamada “la década perdida” con la crisis de la deuda y por el enfrentamiento armado y luego la etapa de los 90 marcada por la introducción de políticas neoliberales, transformándose radicalmente con fuerte dinámica de exportación y con un cambio estructural de las manufacturas donde hubo un alto volumen de crecimiento, no así en la agricultura.
Beteta considera que para alcanzar una economía competitiva, la región debe de apostar por diversificar su oferta exportable así como renovar nuevos pactos sociales, tratar de reencontrarse, hay mucha polarización, pues para la implementación de un nuevo modelo de desarrollo se necesita dialogar mucho, así como vincular más al Estado con las actividades de transformación productiva, ya que es necesario la inversión pública de calidad que complemente la inversión privada pero con un rol más activo de los estados como un socio estratégico de la iniciativa privada que facilite y posibilite la inversión, la infraestructura, calidad educativa, en adaptación del Cambio Climático.
De la misma manera, María Castro, directora adjunta de la Cepal, México manifestó que la publicación busca llamar al debate y a la discusión sobre que no podemos mantener estos mismos modelos de desarrollo como hasta ahora, es necesario cambiar estos patrones de desarrollo. Castro detalló que la investigación constató que la región ha sufrido alta pobreza, fenómenos de desigualdad, corrupción y otros flagelos “Es por eso es necesario cambiar esta forma de hacer las cosas para darle mejores condiciones y oportunidades a las personas de estos países, para que la migración se convierta en una opción de vida y no vista como la única salida para una perspectiva de futuro”.
En lo referente específicamente a Honduras, la funcionaria dijo que Honduras ha diversificado su economía en los últimos años y tiene una matriz productora más diversa de la que tenía hace 50 años, sin embargo, el nivel de complejidad del valor agregado de los que produce y de lo que exporta es muy poco, los niveles de innovación de los productos que exporta son muy bajos, el nivel de mano de obra capacitada es muy baja, por ello, el nivel de productividad laboral no llega al nivel que hubo en la época de la industrialización.
Recomendó darle mayor valor agregado a su producción mediante políticas desarrollistas y un Estado que invierta de forma eficiente y eficaz, que provea servicios públicos de calidad y que no sea solo un instrumento para otorgar privilegios a los mismos de siempre.
Concluyó que al igual que la mayoría de la población hondureña, la Cepal tiene expectativas muy altas con la administración de la presidenta Xiomara Castro, respecto a las políticas públicas sociales y productivas, generando políticas de competencia para el sector empresarial para que estos a su vez generen puestos de trabajos dignos y decentes con niveles de salario que permitan una mejor calidad de vida para los hondureños.
“La disminución de las desigualdades es la receta para la paz y la estabilidad de la región”, Gro Dahle, Consejera de la Embajada de Noruega en México.
“Esta publicación viene a llenar un enorme vacío ya que los libros antecesores fueron publicados en el siglo XX; este lee la historia reciente en materia económica de la región. Calcula los dos modelos implementados (Modelo Desarrollista y el Modelo Neoliberal)”, Rolando Sierra, director de Flacso-Honduras.
“El período de 1950-1979 fue el de mayor productividad y estabilidad en Honduras, el tipo de cambio fijo se mantuvo estable, y sin desequilibrios en la balanza de pagos. Los retos actuales que el país enfrenta son monumentales”, Hugo Noé Pino, investigador del capítulo Patrones de Crecimiento y transformación estructural en la economía hondureña; actual vicepresidente del Congreso Nacional de Honduras.
“Los flujos migratorios no van a acabar en la región producto de los salarios de hambre en estos países, excepto Costa Rica y Panamá; El mayor producto de exportación hacia Estados Unidos seguirá siendo nuestra gente” María Castro, directora adjunta de la Cepal.
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