La Comisión del Bicentenario de la Independencia de Centroamérica fue conformada en 2020 y ha tenido a su cargo la organización de múltiples actividades para el debate del hecho histórico.
El M. A. Pablo Ernesto Oliva Soto, rector en funciones, comentó que el Consejo Superior Universitario (CSU) creó la comisión con el fin de analizar científicamente la Independencia para que fuera explicada a la comunidad universitaria y demás población.
“La universidad se debe al pensamiento crítico para poner en práctica las conclusiones, generar cambios materiales y espirituales en la sociedad. Conmemorar críticamente tiene como resultado la producción de ideas y propuestas en las aulas para cambiar la historia, lograr la justicia social y elevar la calidad de vida de todos los guatemaltecos”, aseveró.
En esta ocasión, autoridades universitarias, académicos de la USAC y de Centroamérica analizaron la importancia de la historia para la comprensión del presente.
La Dra. Alice Burgos Paniagua, directora general de Docencia, expuso sobre el papel de los maestros en la formación del pensamiento crítico. “La Ley Nacional de Educación establece que el aprendizaje debe ser un proceso crítico, como docentes, debemos contribuir a la comprensión de los múltiples significados del Bicentenario. El pensamiento crítico es necesario para dar respuesta a las necesidades políticas, económicas y sociales de la región”.
Agregó que el rol de los catedráticos es indispensable para formar ciudadanos que se superen individualmente pero que también contribuyan al desarrollo colectivo. “Tenemos un papel importante para que en cien años más, cuando se conmemore el Tricentenario de Independencia, se refleje nuestro aporte en una sociedad con avances en el desarrollo sostenible, donde se ponga fin al hambre, donde los niños y jóvenes tengan educación de calidad”.
Por otra parte, el Dr. Edgar Barillas, subcoordinador de la comisión, presentó la Colección Bicentenario, una serie de seis volúmenes que abordan críticamente el tema; y la colección audiovisual “200 años”, compuesta por seis cortometrajes. Indicó que mediante estos recursos se busca contribuir a la divulgación masiva de la historia.
Enfatizó la función de la universidad para la investigación y búsqueda de respuesta a las problemáticas del país: “¿Cómo llegamos a convertirnos en un país donde la pobreza y pobreza extrema son el pan diario de la población, donde los ciudadanos deben migrar porque no encuentran el sustento en su país, por qué esta nación es excluyente y discriminatoria?
La USAC tiene como fin dar respuesta a esos cuestionamientos, debe aunarse a la profundidad científica, estas colecciones permitirán acercarnos a la sociedad guatemalteca para que la historia que ha sido contada a través de mitos y ritos sea conocida desde sus raíces”.
Participación regional
Durante la actividad se contó con la intervención de académicos centroamericanos, quienes compartieron sus análisis.
Alekcey Chuprine, de Costa Rica, mencionó que la Independencia no significó cambios para los pueblos originarios. “Estos vivieron el arrebato de sus territorios. Los criollos fueron quienes signaron su Independencia para proteger sus intereses. Durante doscientos años se han dedicado a la destrucción de las identidades culturales para instaurar el mito de la identidad nacional.
A pesar de esto, en dos siglos de resistencia, la región plantea un escenario multiétnico, multilingüe y multicultural, en espera del cobro y pago de una deuda histórica”.
Para Rigoberto Quemé, la Independencia representó la perpetuación del sistema colonial excluyente, el cual continúa vigente, con la misma lógica de hace quinientos años.
De acuerdo con Marielba Herrera, de El Salvador, se debe volver la mirada hacia el hecho histórico de Independencia para determinar que fueron silenciadas las voces afrodescendientes y que es momento de reconocerlas.
Federico Paredes, de El Salvador, realizó una reflexión crítica de la arqueología, que ha provocado el saqueo de los bienes culturales. “La señora arqueología sería de la buena si se abriera al territorio en vocación de aprendizajes, para sustentar derechos y vivir más saludable, construir pensando en todos y acabar desigualdades”, expresó.
Otra académica rechazó el triunfalismo de la Independencia: “En estos doscientos años de Independencia Centroamericana nos preguntamos dónde está la documentación sobre las contribuciones de las mujeres en esta región, incluyendo a las indígenas, mestizas y afrodescendientes. No queremos triunfalismos ni discursos vacíos, de ahora en adelante demandamos acciones que nos visibilicen”, acotó Carmen Hutchinson, de Costa Rica.
De acuerdo con Paúl Martines, de Honduras, desde la Independencia cada nación ha buscado encontrar su propia identidad. “El primer siglo se caracterizó por la precariedad de los Estados emergentes. Se buscó emprender proyectos institucionales, construir monumentos que reflejaran las ideas de nación de determinada administración estatal.
La consolidación del Estado-nación significó para los países de la región la búsqueda constante de guías de identidad”.
Martha Clarissa Hernández, de Nicaragua, señaló: “Hablar del Bicentenario implica dar relevancia a cuánto falta por hacer y, al mismo tiempo, renovar el compromiso de trabajar desde nuestros ámbitos y posibilidades por la unidad de Centroamérica para alcanzar el bienestar, paz y justicia, en consenso y respeto a los pueblos originarios”.
“Bicentenario de Independencia y pensamiento crítico”
Ese fue el nombre de la disertación a cargo del Dr. Enrique Gordillo, integrante de la comisión. Durante su intervención, se refirió a la historia como una ciencia que estudia el pasado para comprender el presente.
Asimismo, resaltó que los hechos que aborda esta disciplina siempre deben estar abiertos a debate para evitar la subjetividad de los académicos en favor de determinadas ideologías o grupos.
“En su variante deformada, como mito y leyenda, la historia ha sido una poderosa arma ideológica para privilegiar la postura de ciertos grupos o personas, pero, como ciencia, es una valiosa herramienta para ubicar las tendencias de largo tiempo, visualizar el futuro e identificar las raíces del problema”.
Agregó que todos los temas históricos de Guatemala deben estar abiertos al análisis y debate, para ser descritos y reescritos constantemente.
“La investigación histórica se basa en la reconstrucción de hechos que son sometidos a una crítica documental interna y externa para determinar la credibilidad de las fuentes, una cosa son los hechos y otra, sus reconstrucciones. Debe existir un análisis crítico profundo, de manera que los documentos y testimonios sean analizados con la mayor objetividad posible”, expuso.
Con respecto a las posturas sobre el Bicentenario de Independencia, indicó que hay tres: la oficial, que patentiza los mitos construidos sobre la fecha y no acepta ningún cuestionamiento; la negacionista, la cual reclama que no hay nada que conmemorar porque fue un hecho pactado a espaldas de la población; y la conmemoración crítica, que aborda la Independencia desde una perspectiva científica.
“La USAC realiza una conmemoración crítica para entender el presente, rechaza los mitos y comprende la Independencia como el rompimiento del antiguo Reino de Guatemala con la monarquía española; se trata de la culminación de un proceso que inició con el patriotismo criollo. Fue la conclusión de una cadena de eventos que comenzó con la invasión napoleónica de España, el evento se precipitó con el Plan de Iguala en México”, afirmó.
De acuerdo con el profesional, se está conmemorando un hecho relevante: la fundación del Estado de Guatemala. Sin embargo, los eventos del 15 de septiembre de 1821 fueron controlados por la élite criolla de la ciudad de Guatemala. “Se hicieron cambios para que no cambiara nada, lo cual fue de carácter eminentemente conservador, la élite mantendría la hegemonía en el territorio centroamericano”.
Sobre el objetivo de las actividades de la comisión dijo: “No se trata de condenar los hechos históricos, sino de comprenderlos y conocer las consecuencias a lo largo del tiempo. Se ha buscado incentivar la discusión académica tanto de los hechos ocurridos hace doscientos años como sus repercusiones en la actualidad. Esperamos que la universidad contribuya a comprender el presente para ver hacia el futuro, romper los lastres coloniales y los privilegios, para que se superen los sectores menos favorecidos”.
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