La dependencia a las drogas no tiene edad, género, clase social o nivel de educación y sus secuelas pueden ser permanentes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las drogas son toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y, además, es susceptible de crear dependencia psicológica, física o ambas. Son sustancias que pueden modificar la conciencia, el estado de ánimo o los procesos de pensamiento.
También indica que, por lo menos, 4.4 millones de hombres y 1.2 millones de mujeres de Latinoamérica y el Caribe sufren trastornos causados por el uso de drogas —como dependencia y otros padecimientos— en algún momento de su vida.
Consecuencias
El consumo de sustancias adictivas pasa una factura costosa, según expone el Dr. Alex Melgar, experto en psiquiatría, toxicología y neurociencia, que trabaja como docente universitario del área de psicología clínica de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la USAC.
“Los trastornos por uso de sustancias producen, a su vez, trastornos físicos, psicológicos y socioculturales. Por ejemplo, las drogas que se consumen de forma intravenosa conllevan un alto riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual como el VIH; las drogas fumadas pueden provocar neumonías, sinusitis, problemas pulmonares, en los riñones y el hígado, también producen convulsiones y otros trastornos neurológicos.
A nivel psicológico, causan depresión, ansiedad o alucinaciones, dependiendo del tipo de droga que se use; si son varias, puede haber hasta psicosis”, dice el experto.
“En nuestra sociedad está normalizado el consumo de sustancias; en muchas familias está presente, eso hace que las personas lo vean normal, sin evaluar las consecuencias a largo plazo. Por ejemplo, el alcohol y el tabaco son legales, aunque no se vendan a menores, pueden estar presentes en la casa”, explica la psicóloga Kathya Ramírez Maddaleno, docente y supervisora de práctica de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la USAC.
¿Qué hacer para iniciar
el proceso de rehabilitación?
Los expertos de la Escuela de Ciencias Psicológicas Melgar y Ramírez exponen que es importante el apoyo familiar a los adictos, tratar de limitar el consumo y buscar la ayuda de un profesional.
“Hay que considerar que, en la medida en la que los tratamientos sean voluntarios, se tendrá un mayor efecto”, considera Ramírez. Agrega que el cambio no surge en una semana o un mes, hay que evaluar la cantidad de tiempo que el paciente ha consumido drogas; por lo menos, se requieren tres meses para que las personas empiecen a recuperar sus habilidades. «No se puede pretender que un consumo de 20 años sea curado en un mes”, puntualiza.
La persona debe recibir atención psicológica y médica. Asimismo, hay necesidad de tratamientos ambulatorios. El Gobierno ofrece atención para problemas de adicciones a través de la Comisión Contra las Adicciones y el Tráfico Ilícito de Drogas de la Vicepresidencia (SECCATID). La Escuela de Ciencias Psicológicas de la USAC proporciona ayuda mediante citas, la persona llega una vez a la semana o cada quince días.
Es mejor si los pacientes buscan grupos de apoyo como Narcóticos Anónimos o Alcohólicos Anónimos.
En casos extremos de consumo, se aconseja internarlos en centros de rehabilitación, pero debe verificarse que los cuidados que brindan estos lugares sean adecuados.
¿Cómo es la problemática
en el país?
Según datos del boletín anual del SECCATID, en 2020, se atendió a 376 personas que buscaron apoyo por el consumo de drogas; sin embargo, fue un año atípico por la pandemia, ya que en 2019 se atendió a 1078 usuarios.
De las 376 personas que recibieron atención en 2020, el 54.52 % son hombres y el 45.48 %, mujeres. Entre las sustancias por las cuales están en tratamiento, prevalece el alcohol, seguido por múltiples sustancias y la marihuana. El 65 % son solteros.
De ellos, recibió atención, en 2020, el 50.27 %. El 49.20 % reporta no tener religión, seguido por un 25.27 %, que informa que son católicos, un 24.20 % son evangélicos y los porcentajes restantes son muy bajos. De los 376 usuarios, provenientes de varios departamentos, el 88.83 % corresponde a Guatemala. En total, el año pasado se realizaron 6732 consultas y la terapia individual constituyó el 73.74 % del total de asistencias.
En el país, los datos más recientes sobre el consumo de drogas datan de 2014, en la Encuesta Nacional Sobre Uso, Abuso y Prevalencia del Consumo de Drogas en el Nivel Medio de Educación, realizada a 13 762 estudiantes, con edades de entre 11 y 22 años.
El estudio reveló que el 39.83 % del total de entrevistados aceptaron que alguna vez en su vida habían ingerido bebidas alcohólicas. La importancia de esta cifra radica en que el alcohol es una de las drogas más consumidas en el país, conocida por servir de ingreso a otras sustancias.
Testimonio
Rodrigo Padilla*, de 58 años, quien enfrentó 34 años de su vida con alcoholismo, recuerda así su experiencia:
“La primera vez que tomé fue en una fiesta familiar, tenía alrededor de diez años, era un patojo. Con un primo juntamos las sobras de tragos que dejaba la gente. Todo empezó como una travesura.
El alcohol está en todos lados y no tiene clases sociales, se encuentra con la familia, los amigos, los compañeros de oficina. El problema va creciendo y uno no se da cuenta. Al principio tomaba cada quince días, a fin de mes, luego empecé a beber a diario.
Me junté con gente que tomaba octavos puros, uno empieza a decaer. En los momentos más altos de mi adicción, me parecía una ventaja tomar tres días seguidos, porque al cuarto día amanecía intoxicado y eso era lo único que me obligaba a parar.
Esto incide en todos los aspectos de tu vida. Fui gerente de una editorial, una empresa importante, tenía un buen salario, y por beber en horarios laborales perdí el empleo, un lugar en donde tenía la oportunidad de seguir creciendo económicamente.
Cuando no tenía dinero, prefería comprar un litro de cerveza que uno de leche, me daba más pena ir a pedir fiado a la tienda por productos de primera necesidad que por alcohol; esas cosas te confrontan, sabía que estaba actuando mal, que mi familia no se merecía eso”.
* Rodrigo Padilla, nombre ficticio
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