Nuevo director de Tecnologías en Salud fortalecerá una escuela que vea más allá del caso clínico
Foto de cortesía.

Su currículum no genera ninguna duda. El M.Sc. César Alfaro Redondo es un docente e investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR) que desde joven fue seducido por el conocimiento.

Por eso, no es raro que actualmente este profesional, con tan solo 40 años, cuente con saberes en campos tan diversos como la dirección de empresas, la terapia física, la salud pública internacional, la sociología, una maestría en gerencia de la salud y, muy pronto, un doctorado en historia.

Su interés por la salud es notable y ahora esta pasión se verá reflejada con mayor intensidad en la nueva tarea de liderazgo que desempeñará por cuatro años consecutivos: la dirección de la Escuela de Tecnologías en Salud de la UCR, la unidad académica más joven de la universidad.

Con un tono muy amable y una gran calidez humana, el M.Sc. Alfaro brindó unos minutos de su tiempo para explicar cuáles son sus prioridades de gestión, así como el tipo de escuela que desea dejar como legado a la UCR y al país.

Un profesional de muchas facetas

―Don César, me llama muchísimo la atención que usted sea experto en disciplinas tan diversas. ¿Qué lo motivó a conocer tantos campos del conocimiento y cómo es que ahora esta mezcla de saberes va a venir a aportar en su nueva administración en la Escuela de Tecnologías en Salud?

―César Alfaro Redondo (CAR): “Han sido las inquietudes de la vida y las académicas que me han llevado a recorrer distintos caminos. Recuerdo que muy tempranamente, cuando cursaba la licenciatura en Terapia Física, me di cuenta que había una parte importante relacionada con la comprensión de los procesos de salud y de enfermedad que iban más allá de los aspectos puramente biológicos, anatómicos, fisiológicos y clínicos, que son los que predominan en las ciencias de la salud, y que son parte de una visión un poco más individualizada de los casos y de las circunstancias.

Entonces, a partir de ese momento desarrollé un interés por abrir un poco más el lente y ese lente me lleva al pensamiento y a la lógica de la salud pública. En ese campo de conocimiento me empiezo a dar cuenta que es necesario dar un mejor fundamento a esas comprensiones, lo cual me lleva a empezar la carrera de Sociología que, a pesar de que no la he concluido, tengo una parte importante del creditaje avanzado.

En Sociología termino de abrir un gran panorama de pensamiento y concibo que esos procesos sociales, colectivos, políticos, culturales ―que tienen una consecuencia en la salud de las personas de los pueblos― es un proceso de acumulación histórico. De esta manera llego a mi otro interés: la historia, para poder enlazar algunos de estos elementos.

De esta forma, mi camino ha sido conducido por los procesos de salud-enfermedad, en su dimensión más amplia de aspectos sociales, políticos, económicos y culturales. Esta combinación de pensamientos, de marcos teóricos y de posibilidades analíticas, me han permitido pensar no solo los procesos de salud y de enfermedad en su propia complejidad, sino también en el tipo de formación del recurso humano que se requiere para atender esa complejidad.

Es precisamente aquí cuando, en las funciones particulares de la escuela, esta visión amplia sobre cómo se llevan a cabo los procesos de salud-enfermedad, se entiende que la formación del recurso humano también debería ser muy semejante y responder a esa amplitud. Es decir, la formación del recurso humano debe tener combinación de distintos campos disciplinares”.

―Una combinación que es necesaria, aún más, en una escuela que aborda seis carreras vigentes: audiología, imagenología diagnóstica y terapéutica, salud ambiental y terapia física, así como ortoprótesis y ortopedia e histocitotecnología.

―CAR: “Sí. A pesar de que nuestras carreras en Terapia Física, Imagenología Diagnóstica y Terapéutica, Salud Ambiental ―también impartida en la Sede de Guanacaste―, Ortoprótesis y Ortopedia, Audiología, Histocitotecnología (y muchas otras que se han impartido en otros momentos) tienen este matiz desde sus orígenes de combinar distintos campos disciplinares en ellas mismas, lo que pasa es que, justamente, están pensadas en esta lógica de interdisciplinariedad y transdisciplinariedad del sector salud como un campo complejo en el que intervienen elementos políticos y económicos.

Eso es importante, pero también es importante no pensar la formación del recurso humano de las carreras como el desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes exclusivas de la dimensión individual y hospitalaria, sino que deben responder a ese concierto más amplio de lo que es una sociedad y de lo que implica. Es decir, pensar más allá del caso clínico, contemplar todos los otros elementos vinculados, y que esto esté representado en la forma en la que se desarrollan las carreras, así como en los procesos de investigación, de acción social y de docencia que ejecutamos a lo interno.

Sintetizando lo que he dicho, considero que los procesos de formación del recurso humano que llevamos en la escuela procuran ir más allá de esa mirada estrictamente clínica y eso es un sello particular. Mi expectativa, entonces, es ampliar y ayudar a construir recursos humanos en salud capaces de comprender muy bien lo clínico, las habilidades específicas de la atención en salud, pero también capaces de pensar, reflexionar y discutir en esta amplitud. Esto es un proyecto que nuestra escuela ha desarrollado y que, con esos matices particulares que yo le he dado a mi proceso de formación, aportan a pensar más claramente algunas ideas para lograr el objetivo”.

―¿Y por dónde empezar, don César? ¿Cómo lograr esa meta en el recurso humano que acaba de plantear? Estuve leyendo que su propuesta tiene ocho prioridades base.

―CAR: “Sí. Hay dos grandes grupos. Un primer grupo que tiene que ver con una gestión hacia lo interno de la unidad académica, y luego otro que tiene que ver más con el ámbito externo de ese quehacer.

En el ámbito interno habría que señalar algo importante y es que somos la unidad académica más joven, si no me equivoco, con seis carreras que se encuentran activas en una única unidad académica. Incluso, en algunos momentos sucede una dinámica interna similar a la de una facultad porque hay muchos campos de conocimiento trabajando en simultáneo.

No obstante, también hay que señalar que nosotros, siendo de las unidades académicas más jóvenes, muchas de nuestras carreras ya tienen 20 o más de 20 años de impartirse. Esto significa que aquella escuela que, en su momento impartía algunas licenciaturas y apenas estaba formando recursos humanos a nivel de licenciatura, ahora está alcanzando la mayoría de edad. Ya han desarrollado y profundizado sus objetos de estudio. Además, son mucho más reconocidas en el contexto nacional y en el contexto internacional.

Ese proceso de crecimiento ha traído algunas implicaciones en términos organizativos, pues no es lo mismo para una unidad académica que imparte una única carrera, que nosotros con seis carreras. Esta explosión de los distintos objetos de estudio que posee cada carrera hace que los procesos de gestión académica y administrativa tengan que ser rediscutidos, replanteados y analizados, porque eso es lo que dará sustento a los desarrollos y al recurso humano en cada una de ellas”.

―Por eso, para usted la gestión administrativa es clave.

―CAR: “Por supuesto. Las particularidades que tiene nuestra escuela necesitan procesos de gestión administrativa muy bien afinados, de manera que puedan conducirse los desarrollos específicos de cada una de las carreras, y también acompañar aquellas en donde hay un campo de conocimiento que, tal vez, no tiene el mismo desarrollo que el otro.

Dentro de esta dinámica es necesario saber cuándo hay temas que son particulares de un objeto de estudio y cuándo otros implican a toda la colectividad, pues hay circunstancias que deben ser atendidas particularmente y otras deben ser trabajadas colectivamente. Es moverse justo en esa dinámica. Por eso, yo a lo interno planteo lograr una armonización de los procesos administrativos al considerar todas esas particularidades”.

―Y, ¿en el ámbito externo?

―CAR: “Participar en las mesas de discusión. Al ser de las unidades académicas más recientes, nuestra participación en las mesas de discusión del sector salud, y de otros actores particulares de carácter institucional, en algunos momentos han estado muy presentes y en otros un poco más al margen.

Así que, uno de los grandes retos que yo visualizo en esta etapa de gestión en la dirección, es que nosotros podamos estar presentes en esas mesas de discusión y aportar desde nuestros distintos campos, tanto en el quehacer institucional, como en aquellas preocupaciones que forman parte de las políticas públicas de los ministerios. Por ejemplo, del Ministerio de Salud, del Ministerio de Vivienda y hasta del Consejo Nacional de Discapacidad y otras instituciones que conforman el sector salud.

La aspiración es que nosotros podamos ser vehículos y que desde nuestros campos de conocimiento participemos activamente en la generación de políticas públicas que requiere el país. Por supuesto, esto también contempla la dimensión institucional de esas discusiones, por lo que es importante ubicarnos bien en esas mesas de discusión, de reflexión y de análisis para que nuestros objetos de estudio puedan aportar verdaderamente y realizar contribuciones significativas que beneficien ante distintas circunstancias o condiciones de vida a la población que habita el país.

¿Y cómo podemos acompañar esas reflexiones en cuanto a políticas públicas? Desde trabajos finales de graduación, proyectos de investigación o trabajos comunales universitarios; ya que usualmente en los campos de conocimiento de las tecnologías en salud, existe aún poco desarrollo de política pública. Esa dimensión interna y externa que expliqué son dos grandes desafíos que yo visualizo en este momento de gestión”.

Un equipo que respalda

―Pero hay algo importante aquí. Durante su candidatura, usted se mostró confiado, esperanzado y receptivo por el equipo humano que lo rodea. ¿Cuáles son esos elementos claves que usted identificó y que serán esenciales para lograr estos dos grandes objetivos que tiene por delante?

―CAR: “El equipo humano fue uno de los elementos más importantes en los que más me basé en términos personales para tomar la decisión de si asumía, o no, este reto.

Lo expresé justo así porque yo formo parte de la segunda generación de la licenciatura en Terapia Física y me incorporé muy tempranamente al quehacer docente. Prácticamente, mientras concluía la tesis de licenciatura ya formaba parte del equipo de docentes que se incorporaban a la carrera.

Entonces, yo pertenezco a una generación que comparte conmigo estas características; es decir, compañeros y compañeras de salud ambiental que también son de las primeras generaciones y que se incorporaron tempranamente. Lo mismo ha sucedido en Imagenología Diagnóstica y Terapéutica e, incluso, casi de forma semejante, el equipo administrativo.

Para decirlo en sencillo, somos parte de una generación que ha sido criada y creada a lo interno de la Escuela. Las personas que dirigieron la Escuela en los períodos anteriores nos transmitieron sus preocupaciones, sus aprendizajes y su visión. Ahora, yo represento a una generación que ha tenido toda esa vivencia la cual, a su vez, hoy cumple más de 10 años de experiencia en gestiones administrativas y, el personal académico, más de 15 años de estar involucrados en la docencia.

Nosotros somos la generación sobre la cual reposa la herencia que nos han dejado nuestros antecesores y nuestra experiencia ya adquirida brinda las posibilidades para que nosotros continuemos construyendo un equipo de trabajo que puede echar mano de los liderazgos que tienen nuestros compañeras y compañeros administrativos quienes, en los últimos 10 años, han asumido importantes retos y desafíos.

Este equipo tiene capacidades acumuladas, así como liderazgos en colectivos e individuales, que me han dado la confianza de saber que, ante todos esos retos, no es un individuo el que se encuentra, sino que hay un equipo detrás de acompañando, respaldando, construyendo, poniendo la energía a los proyectos y pensando siempre cómo se pueden mejorar las carreras.

Un detalle más que me dio mucha confianza, fue recordar que a nuestras espaldas tuvimos todo el proceso de acreditación, de autoevaluación y acreditación de varias de nuestras carreras. Por lo tanto, han sido muchos trabajos en los que hemos estado involucrados y, perfectamente, contamos con un equipo de trabajo y de docentes con distintos talentos que respaldan proyectos de más largo plazo.

Hay confianza, hay apertura, hay receptividad con personas con las que he trabajado durante los últimos 16 años y así basé mi decisión, al saber que no iba a estar solo y que compartimos una visión en común a mediano y largo plazo”.

―Y en ese caminar que hará acompañado, con la complicidad y el talento de todo un equipo de amplia experiencia, se fortalecerá una Escuela que ha sido pionera en el país en diversos campos, como en la Imagenología Diagnóstica y Terapéutica, solo por mencionar uno.

¿Cuál es esa imagen de escuela que usted quiere dejar impregnada en la mente de las y los costarricenses?

―CAR: “Yo quisiera que nuestra escuela sea visible como una escuela muy dinámica, siempre involucrándose en distintos proyectos y niveles de discusión. Veamos la carrera de Salud Ambiental, por ejemplo. Esta carrera tiene que ver con implicaciones en vivienda, en alimentos, en protección radiológica (que es un área que se comparte con Imagenología Diagnóstica y Terapéutica) y hasta en procesos industriales. Es decir, hay un conjunto de temáticas, de vinculaciones, de articulaciones, que nuestras carreras tienen individualmente que, si nosotros las analizamos colectivamente, vemos que generan un gran dinamismo en nuestra escuela.

Y vea que solo mencioné uno de los campos del conocimiento. Si nosotros hiciésemos esto para cada una de las seis carreras, este impacto sería exponencial. Por eso, yo pienso que este dinamismo es una de las características más visibles porque, de todos modos, ya lo hacemos.

Muchas de nuestras carreras han sido partícipes en la construcción del conocimiento en ciertos campos de la salud en los que hace 10 o 15 años, prácticamente, no existía nada. Aquí voy a referirme al caso de Terapia Física, en donde nosotros tenemos más de 100 trabajos finales de graduación, los cuales aportan en distintos ámbitos como, por ejemplo, en las técnicas de recolección de datos y de análisis. Estos instrumentos especializados no existían en el campo de la fisioterapia a inicios del 2000 y eran impensables en la década de los 90.

Esta participación de la UCR, y de nuestra escuela, en la construcción de conocimiento, es otro de los rasgos que también me gustaría que fuera percibido. Varias de nuestras carreras no existen o son de reciente formación en el contexto centroamericano. Entonces, también visualizo a nuestra escuela en esa interacción regional que nos podría dar distintos frutos, además de que la gente nos vea como una escuela que se plantea retos que aportan nuevos fundamentos teóricos y metodológicos que contribuyen con la construcción de conocimiento.

Por lo tanto, yo mencionaría estos tres elementos en cuanto a cómo me gustaría que la Escuela de Tecnologías en Salud fuese percibida por la ciudadanía. Primero, como un actor dinámico y partícipe en distintos ámbitos, activos en la construcción del conocimiento, y también como un actor regional centroamericano y latinoamericano. ¿Por qué esto último? Porque en el contexto centroamericano y latinoamericano, varias de nuestras carreras no existen o son de reciente formación. Por eso, queremos que otros países se puedan acercar y ver en nuestra escuela una posibilidad de conocer el camino andado, así como tomar experiencias y generar aprendizajes compartidos de nuestro proceso”.

Habilidades blandas

―Ya para concluir, quiero retomar la parte de la formación de las y los estudiantes. Usted mencionó incentivar el intercambio entre disciplinas para robustecer el aprendizaje y el conocimiento de quienes, cuando se gradúan, tendrán la responsabilidad de sostener un sistema de salud. ¿Se ha pensado en robustecer también las habilidades blandas, un elemento fundamental que forma parte del pensamiento humanístico de la UCR?

―CAR: “Esa es una pregunta muy interesante y me atrevo a decir que, incluso, será algo en lo que nosotros como Universidad tendremos que involucrarnos muchísimo más.

Hace algunos años yo decía, en algún momento de la clase que, más allá de ser buenos en fisiología o anatomía ―refiriéndome a los elementos puramente técnicos de nuestros campos del conocimiento―, teníamos también que desarrollar otro tipo de habilidades. Un elemento diferenciador de inserción laboral y de realización personal tiene que ver con todas esas otras capacidades que no están escritas en ningún lado y que nosotros vamos desarrollando.

Cuando yo hablaba de eso, en ese momento no se tenía claro la noción de las habilidades blandas asociadas a los procesos formativos, pero yo ya hacía énfasis a esto en el sentido de que, en algún momento de la contratación y de la inserción laboral, una persona que está interesada en contratar a alguien no se va a guiar exclusivamente por la titulación, porque quizás las personas candidatas cumplan con ese requisito. Aquí es donde entra en juego el valor agregado.

La persona contratante también capta del candidato o candidata las habilidades blandas. Por eso, en la Escuela le empezamos a dar más énfasis a esas habilidades blandas, y discutimos incluso la necesidad de ir más allá todavía. Ya que la pandemia puso en evidencia la necesidad de favorecer el desarrollo de las personas en su integralidad compleja y amplia.

¿Qué quiero decir con esto? Que luego de la titulación de lo técnico, de los conocimientos, habilidades y actitudes, vienen las habilidades blandas y, luego de eso, las habilidades socioemocionales, tanto para la convivencia conmigo mismo, como para con los demás. Esto es todo un reto porque la pandemia, de las cosas buenas que nos dejó, es que nos hizo evidente el poco manejo que le hemos dado a la salud mental. Por lo tanto, a estas habilidades blandas también hay que sumarle los procesos emocionales que tienen una dimensión individual hacia mi interior como individuo, pero también una dimensión colectiva hacia los demás.

Este aprendizaje socioemocional, el cual debemos empezar a discutir en toda la universidad, me parece que es el paso siguiente. No queremos a un robot en ingeniería que haga todas las cosas perfectas pero que, cuando interactúa consigo mismo y con los demás, tenga muchas dificultades para hacerlo, o que sea una persona insatisfecha o una persona que no logre tener realización personal.

A nosotros como institución y como sociedad nos interesa un muy bueno o una muy buena profesional en imagenología diagnóstica y terapéutica, que tenga muy buenas habilidades blandas y que sepa conversar con una persona, así como traducir todo su conocimiento técnico a una explicación que otra persona pueda interpretar y utilizar para su bien.

En este sentido, nos espera un gran reto en la docencia. Si ya hay dificultades para traducir un conocimiento técnico durante los procesos de enseñanza-aprendizaje, ¿ahora cómo hacemos para que este aprendizaje socioemocional, del que quizás yo como docente tampoco soy muy consciente ni lo he trabajado conmigo mismo, llegue a otros individuos?

 

El retorno de la pandemia hizo necesario que tuviésemos más espacios en el aula solo para expresar cómo nos habíamos sentido y esto, sin duda, es algo a lo que le vamos a tener que prestar atención: escuchar al estudiante, transmitirle empatía y solidaridad, en aras de que nuestra Universidad no sólo aparezca en las primeras posiciones de ranking de mejores universidades, sino que también podamos experimentar acá una vivencia memorable en muchos sentidos”.

Su currículum no genera ninguna duda. El M.Sc. César Alfaro Redondo es un docente e investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR) que desde joven fue seducido por el conocimiento.

Por eso, no es raro que actualmente este profesional, con tan solo 40 años, cuente con saberes en campos tan diversos como la dirección de empresas, la terapia física, la salud pública internacional, la sociología, una maestría en gerencia de la salud y, muy pronto, un doctorado en historia.

Su interés por la salud es notable y ahora esta pasión se verá reflejada con mayor intensidad en la nueva tarea de liderazgo que desempeñará por cuatro años consecutivos: la dirección de la Escuela de Tecnologías en Salud de la UCR, la unidad académica más joven de la universidad.

Con un tono muy amable y una gran calidez humana, el M.Sc. Alfaro brindó unos minutos de su tiempo para explicar cuáles son sus prioridades de gestión, así como el tipo de escuela que desea dejar como legado a la UCR y al país.

Un profesional de muchas facetas

―Don César, me llama muchísimo la atención que usted sea experto en disciplinas tan diversas. ¿Qué lo motivó a conocer tantos campos del conocimiento y cómo es que ahora esta mezcla de saberes va a venir a aportar en su nueva administración en la Escuela de Tecnologías en Salud?

―César Alfaro Redondo (CAR): “Han sido las inquietudes de la vida y las académicas que me han llevado a recorrer distintos caminos. Recuerdo que muy tempranamente, cuando cursaba la licenciatura en Terapia Física, me di cuenta que había una parte importante relacionada con la comprensión de los procesos de salud y de enfermedad que iban más allá de los aspectos puramente biológicos, anatómicos, fisiológicos y clínicos, que son los que predominan en las ciencias de la salud, y que son parte de una visión un poco más individualizada de los casos y de las circunstancias.

Entonces, a partir de ese momento desarrollé un interés por abrir un poco más el lente y ese lente me lleva al pensamiento y a la lógica de la salud pública. En ese campo de conocimiento me empiezo a dar cuenta que es necesario dar un mejor fundamento a esas comprensiones, lo cual me lleva a empezar la carrera de Sociología que, a pesar de que no la he concluido, tengo una parte importante del creditaje avanzado.

En Sociología termino de abrir un gran panorama de pensamiento y concibo que esos procesos sociales, colectivos, políticos, culturales ―que tienen una consecuencia en la salud de las personas de los pueblos― es un proceso de acumulación histórico. De esta manera llego a mi otro interés: la historia, para poder enlazar algunos de estos elementos.

De esta forma, mi camino ha sido conducido por los procesos de salud-enfermedad, en su dimensión más amplia de aspectos sociales, políticos, económicos y culturales. Esta combinación de pensamientos, de marcos teóricos y de posibilidades analíticas, me han permitido pensar no solo los procesos de salud y de enfermedad en su propia complejidad, sino también en el tipo de formación del recurso humano que se requiere para atender esa complejidad.

Es precisamente aquí cuando, en las funciones particulares de la escuela, esta visión amplia sobre cómo se llevan a cabo los procesos de salud-enfermedad, se entiende que la formación del recurso humano también debería ser muy semejante y responder a esa amplitud. Es decir, la formación del recurso humano debe tener combinación de distintos campos disciplinares”.

―Una combinación que es necesaria, aún más, en una escuela que aborda seis carreras vigentes: audiología, imagenología diagnóstica y terapéutica, salud ambiental y terapia física, así como ortoprótesis y ortopedia e histocitotecnología.

―CAR: “Sí. A pesar de que nuestras carreras en Terapia Física, Imagenología Diagnóstica y Terapéutica, Salud Ambiental ―también impartida en la Sede de Guanacaste―, Ortoprótesis y Ortopedia, Audiología, Histocitotecnología (y muchas otras que se han impartido en otros momentos) tienen este matiz desde sus orígenes de combinar distintos campos disciplinares en ellas mismas, lo que pasa es que, justamente, están pensadas en esta lógica de interdisciplinariedad y transdisciplinariedad del sector salud como un campo complejo en el que intervienen elementos políticos y económicos.

Eso es importante, pero también es importante no pensar la formación del recurso humano de las carreras como el desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes exclusivas de la dimensión individual y hospitalaria, sino que deben responder a ese concierto más amplio de lo que es una sociedad y de lo que implica. Es decir, pensar más allá del caso clínico, contemplar todos los otros elementos vinculados, y que esto esté representado en la forma en la que se desarrollan las carreras, así como en los procesos de investigación, de acción social y de docencia que ejecutamos a lo interno.

Sintetizando lo que he dicho, considero que los procesos de formación del recurso humano que llevamos en la escuela procuran ir más allá de esa mirada estrictamente clínica y eso es un sello particular. Mi expectativa, entonces, es ampliar y ayudar a construir recursos humanos en salud capaces de comprender muy bien lo clínico, las habilidades específicas de la atención en salud, pero también capaces de pensar, reflexionar y discutir en esta amplitud. Esto es un proyecto que nuestra escuela ha desarrollado y que, con esos matices particulares que yo le he dado a mi proceso de formación, aportan a pensar más claramente algunas ideas para lograr el objetivo”.

―¿Y por dónde empezar, don César? ¿Cómo lograr esa meta en el recurso humano que acaba de plantear? Estuve leyendo que su propuesta tiene ocho prioridades base.

―CAR: “Sí. Hay dos grandes grupos. Un primer grupo que tiene que ver con una gestión hacia lo interno de la unidad académica, y luego otro que tiene que ver más con el ámbito externo de ese quehacer.

En el ámbito interno habría que señalar algo importante y es que somos la unidad académica más joven, si no me equivoco, con seis carreras que se encuentran activas en una única unidad académica. Incluso, en algunos momentos sucede una dinámica interna similar a la de una facultad porque hay muchos campos de conocimiento trabajando en simultáneo.

No obstante, también hay que señalar que nosotros, siendo de las unidades académicas más jóvenes, muchas de nuestras carreras ya tienen 20 o más de 20 años de impartirse. Esto significa que aquella escuela que, en su momento impartía algunas licenciaturas y apenas estaba formando recursos humanos a nivel de licenciatura, ahora está alcanzando la mayoría de edad. Ya han desarrollado y profundizado sus objetos de estudio. Además, son mucho más reconocidas en el contexto nacional y en el contexto internacional.

Ese proceso de crecimiento ha traído algunas implicaciones en términos organizativos, pues no es lo mismo para una unidad académica que imparte una única carrera, que nosotros con seis carreras. Esta explosión de los distintos objetos de estudio que posee cada carrera hace que los procesos de gestión académica y administrativa tengan que ser rediscutidos, replanteados y analizados, porque eso es lo que dará sustento a los desarrollos y al recurso humano en cada una de ellas”.

―Por eso, para usted la gestión administrativa es clave.

―CAR: “Por supuesto. Las particularidades que tiene nuestra escuela necesitan procesos de gestión administrativa muy bien afinados, de manera que puedan conducirse los desarrollos específicos de cada una de las carreras, y también acompañar aquellas en donde hay un campo de conocimiento que, tal vez, no tiene el mismo desarrollo que el otro.

Dentro de esta dinámica es necesario saber cuándo hay temas que son particulares de un objeto de estudio y cuándo otros implican a toda la colectividad, pues hay circunstancias que deben ser atendidas particularmente y otras deben ser trabajadas colectivamente. Es moverse justo en esa dinámica. Por eso, yo a lo interno planteo lograr una armonización de los procesos administrativos al considerar todas esas particularidades”.

―Y, ¿en el ámbito externo?

―CAR: “Participar en las mesas de discusión. Al ser de las unidades académicas más recientes, nuestra participación en las mesas de discusión del sector salud, y de otros actores particulares de carácter institucional, en algunos momentos han estado muy presentes y en otros un poco más al margen.

Así que, uno de los grandes retos que yo visualizo en esta etapa de gestión en la dirección, es que nosotros podamos estar presentes en esas mesas de discusión y aportar desde nuestros distintos campos, tanto en el quehacer institucional, como en aquellas preocupaciones que forman parte de las políticas públicas de los ministerios. Por ejemplo, del Ministerio de Salud, del Ministerio de Vivienda y hasta del Consejo Nacional de Discapacidad y otras instituciones que conforman el sector salud.

La aspiración es que nosotros podamos ser vehículos y que desde nuestros campos de conocimiento participemos activamente en la generación de políticas públicas que requiere el país. Por supuesto, esto también contempla la dimensión institucional de esas discusiones, por lo que es importante ubicarnos bien en esas mesas de discusión, de reflexión y de análisis para que nuestros objetos de estudio puedan aportar verdaderamente y realizar contribuciones significativas que beneficien ante distintas circunstancias o condiciones de vida a la población que habita el país.

¿Y cómo podemos acompañar esas reflexiones en cuanto a políticas públicas? Desde trabajos finales de graduación, proyectos de investigación o trabajos comunales universitarios; ya que usualmente en los campos de conocimiento de las tecnologías en salud, existe aún poco desarrollo de política pública. Esa dimensión interna y externa que expliqué son dos grandes desafíos que yo visualizo en este momento de gestión”.

Un equipo que respalda

―Pero hay algo importante aquí. Durante su candidatura, usted se mostró confiado, esperanzado y receptivo por el equipo humano que lo rodea. ¿Cuáles son esos elementos claves que usted identificó y que serán esenciales para lograr estos dos grandes objetivos que tiene por delante?

―CAR: “El equipo humano fue uno de los elementos más importantes en los que más me basé en términos personales para tomar la decisión de si asumía, o no, este reto.

Lo expresé justo así porque yo formo parte de la segunda generación de la licenciatura en Terapia Física y me incorporé muy tempranamente al quehacer docente. Prácticamente, mientras concluía la tesis de licenciatura ya formaba parte del equipo de docentes que se incorporaban a la carrera.

Entonces, yo pertenezco a una generación que comparte conmigo estas características; es decir, compañeros y compañeras de salud ambiental que también son de las primeras generaciones y que se incorporaron tempranamente. Lo mismo ha sucedido en Imagenología Diagnóstica y Terapéutica e, incluso, casi de forma semejante, el equipo administrativo.

Para decirlo en sencillo, somos parte de una generación que ha sido criada y creada a lo interno de la Escuela. Las personas que dirigieron la Escuela en los períodos anteriores nos transmitieron sus preocupaciones, sus aprendizajes y su visión. Ahora, yo represento a una generación que ha tenido toda esa vivencia la cual, a su vez, hoy cumple más de 10 años de experiencia en gestiones administrativas y, el personal académico, más de 15 años de estar involucrados en la docencia.

Nosotros somos la generación sobre la cual reposa la herencia que nos han dejado nuestros antecesores y nuestra experiencia ya adquirida brinda las posibilidades para que nosotros continuemos construyendo un equipo de trabajo que puede echar mano de los liderazgos que tienen nuestros compañeras y compañeros administrativos quienes, en los últimos 10 años, han asumido importantes retos y desafíos.

Este equipo tiene capacidades acumuladas, así como liderazgos en colectivos e individuales, que me han dado la confianza de saber que, ante todos esos retos, no es un individuo el que se encuentra, sino que hay un equipo detrás de acompañando, respaldando, construyendo, poniendo la energía a los proyectos y pensando siempre cómo se pueden mejorar las carreras.

Un detalle más que me dio mucha confianza, fue recordar que a nuestras espaldas tuvimos todo el proceso de acreditación, de autoevaluación y acreditación de varias de nuestras carreras. Por lo tanto, han sido muchos trabajos en los que hemos estado involucrados y, perfectamente, contamos con un equipo de trabajo y de docentes con distintos talentos que respaldan proyectos de más largo plazo.

Hay confianza, hay apertura, hay receptividad con personas con las que he trabajado durante los últimos 16 años y así basé mi decisión, al saber que no iba a estar solo y que compartimos una visión en común a mediano y largo plazo”.

―Y en ese caminar que hará acompañado, con la complicidad y el talento de todo un equipo de amplia experiencia, se fortalecerá una Escuela que ha sido pionera en el país en diversos campos, como en la Imagenología Diagnóstica y Terapéutica, solo por mencionar uno.

¿Cuál es esa imagen de escuela que usted quiere dejar impregnada en la mente de las y los costarricenses?

―CAR: “Yo quisiera que nuestra escuela sea visible como una escuela muy dinámica, siempre involucrándose en distintos proyectos y niveles de discusión. Veamos la carrera de Salud Ambiental, por ejemplo. Esta carrera tiene que ver con implicaciones en vivienda, en alimentos, en protección radiológica (que es un área que se comparte con Imagenología Diagnóstica y Terapéutica) y hasta en procesos industriales. Es decir, hay un conjunto de temáticas, de vinculaciones, de articulaciones, que nuestras carreras tienen individualmente que, si nosotros las analizamos colectivamente, vemos que generan un gran dinamismo en nuestra escuela.

Y vea que solo mencioné uno de los campos del conocimiento. Si nosotros hiciésemos esto para cada una de las seis carreras, este impacto sería exponencial. Por eso, yo pienso que este dinamismo es una de las características más visibles porque, de todos modos, ya lo hacemos.

Muchas de nuestras carreras han sido partícipes en la construcción del conocimiento en ciertos campos de la salud en los que hace 10 o 15 años, prácticamente, no existía nada. Aquí voy a referirme al caso de Terapia Física, en donde nosotros tenemos más de 100 trabajos finales de graduación, los cuales aportan en distintos ámbitos como, por ejemplo, en las técnicas de recolección de datos y de análisis. Estos instrumentos especializados no existían en el campo de la fisioterapia a inicios del 2000 y eran impensables en la década de los 90.

Esta participación de la UCR, y de nuestra escuela, en la construcción de conocimiento, es otro de los rasgos que también me gustaría que fuera percibido. Varias de nuestras carreras no existen o son de reciente formación en el contexto centroamericano. Entonces, también visualizo a nuestra escuela en esa interacción regional que nos podría dar distintos frutos, además de que la gente nos vea como una escuela que se plantea retos que aportan nuevos fundamentos teóricos y metodológicos que contribuyen con la construcción de conocimiento.

Por lo tanto, yo mencionaría estos tres elementos en cuanto a cómo me gustaría que la Escuela de Tecnologías en Salud fuese percibida por la ciudadanía. Primero, como un actor dinámico y partícipe en distintos ámbitos, activos en la construcción del conocimiento, y también como un actor regional centroamericano y latinoamericano. ¿Por qué esto último? Porque en el contexto centroamericano y latinoamericano, varias de nuestras carreras no existen o son de reciente formación. Por eso, queremos que otros países se puedan acercar y ver en nuestra escuela una posibilidad de conocer el camino andado, así como tomar experiencias y generar aprendizajes compartidos de nuestro proceso”.

Habilidades blandas

―Ya para concluir, quiero retomar la parte de la formación de las y los estudiantes. Usted mencionó incentivar el intercambio entre disciplinas para robustecer el aprendizaje y el conocimiento de quienes, cuando se gradúan, tendrán la responsabilidad de sostener un sistema de salud. ¿Se ha pensado en robustecer también las habilidades blandas, un elemento fundamental que forma parte del pensamiento humanístico de la UCR?

―CAR: “Esa es una pregunta muy interesante y me atrevo a decir que, incluso, será algo en lo que nosotros como Universidad tendremos que involucrarnos muchísimo más.

Hace algunos años yo decía, en algún momento de la clase que, más allá de ser buenos en fisiología o anatomía ―refiriéndome a los elementos puramente técnicos de nuestros campos del conocimiento―, teníamos también que desarrollar otro tipo de habilidades. Un elemento diferenciador de inserción laboral y de realización personal tiene que ver con todas esas otras capacidades que no están escritas en ningún lado y que nosotros vamos desarrollando.

Cuando yo hablaba de eso, en ese momento no se tenía claro la noción de las habilidades blandas asociadas a los procesos formativos, pero yo ya hacía énfasis a esto en el sentido de que, en algún momento de la contratación y de la inserción laboral, una persona que está interesada en contratar a alguien no se va a guiar exclusivamente por la titulación, porque quizás las personas candidatas cumplan con ese requisito. Aquí es donde entra en juego el valor agregado.

La persona contratante también capta del candidato o candidata las habilidades blandas. Por eso, en la Escuela le empezamos a dar más énfasis a esas habilidades blandas, y discutimos incluso la necesidad de ir más allá todavía. Ya que la pandemia puso en evidencia la necesidad de favorecer el desarrollo de las personas en su integralidad compleja y amplia.

¿Qué quiero decir con esto? Que luego de la titulación de lo técnico, de los conocimientos, habilidades y actitudes, vienen las habilidades blandas y, luego de eso, las habilidades socioemocionales, tanto para la convivencia conmigo mismo, como para con los demás. Esto es todo un reto porque la pandemia, de las cosas buenas que nos dejó, es que nos hizo evidente el poco manejo que le hemos dado a la salud mental. Por lo tanto, a estas habilidades blandas también hay que sumarle los procesos emocionales que tienen una dimensión individual hacia mi interior como individuo, pero también una dimensión colectiva hacia los demás.

Este aprendizaje socioemocional, el cual debemos empezar a discutir en toda la universidad, me parece que es el paso siguiente. No queremos a un robot en ingeniería que haga todas las cosas perfectas pero que, cuando interactúa consigo mismo y con los demás, tenga muchas dificultades para hacerlo, o que sea una persona insatisfecha o una persona que no logre tener realización personal.

A nosotros como institución y como sociedad nos interesa un muy bueno o una muy buena profesional en imagenología diagnóstica y terapéutica, que tenga muy buenas habilidades blandas y que sepa conversar con una persona, así como traducir todo su conocimiento técnico a una explicación que otra persona pueda interpretar y utilizar para su bien.

En este sentido, nos espera un gran reto en la docencia. Si ya hay dificultades para traducir un conocimiento técnico durante los procesos de enseñanza-aprendizaje, ¿ahora cómo hacemos para que este aprendizaje socioemocional, del que quizás yo como docente tampoco soy muy consciente ni lo he trabajado conmigo mismo, llegue a otros individuos?

El retorno de la pandemia hizo necesario que tuviésemos más espacios en el aula solo para expresar cómo nos habíamos sentido y esto, sin duda, es algo a lo que le vamos a tener que prestar atención: escuchar al estudiante, transmitirle empatía y solidaridad, en aras de que nuestra Universidad no sólo aparezca en las primeras posiciones de ranking de mejores universidades, sino que también podamos experimentar acá una vivencia memorable en muchos sentidos”.