Más que algarabía y tras cinco años de proceso, Costa Rica fue aceptada como el integrante 38 y cuarto en Latinoamérica en integrar la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE); sin embargo, el país afronta una gran cantidad de desafíos para impulsar el desarrollo con sostenibilidad y el bienestar de la población, por lo que la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CTI) serán vitales para enfrentar esos desafíos.
Recientemente, Jeffrey Orozco, investigador del Centro Internacional de Política Económica de la Universidad Nacional (Cinpe-UNA), y varios académicos de dicho centro, realizaron un webinar para discutir diversos temas sobre la participación del país en esta organización, entre ellos, los desafíos para Costa Rica en materia de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) con la entrada a la OCDE.
Orozco indicó que un gran desafío es lograr que el sistema de CTI se visualice como un arsenal de herramientas para contribuir al desarrollo y al bienestar. Y eso pasa por transformaciones efectivas y por mecanismos de evaluación que permitan comprender el aporte del sistema a los objetivos del desarrollo. “Entender el sistema de CTI como un fin en sí mismo, tiene la enorme desventaja que se asocia a gastos y no a inversión. Hacer la diferencia puede lograr cambios fundamentales en como concibe la sociedad el sistema y en qué tan prioritario se concibe para generar recursos y estrategias para consolidarlo”, explicó Orozco.
Cabe resaltar que, al ser integrante de la OCDE, “Costa Rica podrá participar en los más de 300 comités y grupos de trabajo de la OCDE para decidir e incidir, en igualdad de condiciones, en el desarrollo de soluciones innovadoras para desafíos comunes, como lo es hoy la emergencia ante el COVID-19, al igual que temas asociados con el cambio climático, la cuarta revolución industrial, las cadenas globales y el soborno transnacional, entre otros”, informó la Casa Presidencial.
El investigador del Cinpe agregó que la consolidación de un efectivo sistema de CTI contribuiría a resolver muchos de los problemas país que siguen obstaculizando el desarrollo. “Nos referimos a temas como el bajo y frágil crecimiento que se recrudece con la crisis del COVID-19 hasta llevarnos más bien a una recesión; el amplio y creciente desempleo e informalidad; los marcados niveles de desigualdad en la distribución de la riqueza; la existencia de sectores productivos con baja productividad y que demás pagan bajos salarios, e incluso en muchos casos sin cubrir cargas sociales; el rezago en infraestructura; y la posibilidad de mejorar la calidad y precios de muchos de los servicios públicos (educación, salud, agua, electricidad, telecomunicaciones)”.
Para lograr esos aportes del sistema de CTI a los objetivos del desarrollo y al bienestar, deben enfrentarse a gran cantidad de desafíos. También que la financiación para la tecnología y la innovación empresarial ha sido tradicionalmente débil y que la financiación de la investigación pública ha sufrido la falta de un enfoque unificado y no es sujeto a evaluaciones externas independientes nacionales hechas con regularidad.
Orozco comentó que otro gran tema en el que el sistema de CTI podría generar una gran contribución, si se orienta y se le dan los recursos necesarios es la mejora en la eficiencia del aparato estatal. A esto se suma el gran problema de los riesgos asociados al cambio climático, que generan una serie de desafíos al país, en el cual el sistema de CTI puede dar contribuciones muy importantes.
En el análisis que la OCDE hizo sobre el sistema de innovación de Costa Rica en 2017, señaló muchos problemas fundamentales. Primero, que el sistema de innovación costarricense sigue subdesarrollado, altamente fragmentado y sus actores tienen capacidades generalmente débiles para cumplir su función.
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