Lograr que las herramientas para personas inclusivas se conviertan en parte de un espectáculo y no solo un valor agregado es parte de los objetivos del taller Formador de formadores en artes escénicas inclusivas, promovido por el proyecto Arte y salud de la Escuela de Arte Escénico de la Universidad Nacional (EAE-UNA), en conjunto con la Escuela de Danza y la Asociación Desampa inclusivo.
Este taller, realizado del 29 de noviembre al 3 de diciembre, en el marco del Día mundial de las personas con discapacidad, fue impartido por la maestra invitada Laisvie Ochoa, coreógrafa, experta en danza inclusiva y videoartista. Ella es, además, co-fundadora y directora de ConCuerpos, la compañía pionera en Colombia en donde bailarines con y sin discapacidad se unen para desarrollar proyectos artísticos, educativos y de investigación.
Ochoa brindó el taller como un proceso de formación/construcción a través de la danza contemporánea inclusiva, una práctica de artes escénicas donde se encuentran personas con y sin discapacidad, o mejor, diversas, para explorar sus posibilidades de movimiento.
La metodología se centró en que “la mejor manera de aprender a enseñar es a través de la experiencia propia, partiendo de la valoración de la subjetividad y de la importancia de la colectividad diversa”.
“Nuestro trabajo en la Compañía se centra en el encuentro de personas diversas, nuestro campo no es la terapia sino el enfoque artístico, y lo que nos interesa es derribar barreras de participación para que la danza sea accesible”, mencionó Ochoa.
El viernes 3 de diciembre también se realizó un conversatorio con Ochoa, donde se presentó la obra “Marca2”, de la agrupación Ya Danza, “esta es una puesta en escena donde vemos una crítica social hacia como nuestra sociedad le ha puesto etiquetas, calificativos a las personas con discapacidad” menciona Luis Flores.
Ya daza inició en el 2017 cono el objetivo de utilizar la danza para hacer activismo e incidencia en los derechos de las personas con discapacidad. “Queremos llevar a todas partes el mensaje de igualdad e inclusión y qué mejor que la danza para promover el acceso a la cultura de las personas con discapacidad”, dijo Flores.
Gilberto Peña fue uno de los asistentes al taller, él es profesor de Educación física en una escuela que atiende a niños con Síndrome de Down y Asperguer. “Yo tengo 20 años de escuchar sobre inclusión, pero quien vea esta obra que nos acaban de presentar, quedará tan impresionado como yo, es una maravilla, nos dice que hay que atrevernos, nos dice que cualquiera de estas personas puede hacer los movimiento mejor que cualquier bailarín profesional, porque los hace con el alma. Yo ahora veo el potencial que tienen los niños con ese cúmulo de movimientos que se pueden aprovechar de otra manera”.
Para Gustavo López, parte de la agrupación, el miedo se apodera de algunos coreógrafos. “Siento que los coreógrafos no se atreven a trabajar con personas con discapacidad, y la inclusión es integrar a personas con y sin discapacidad, porque todos somos personas, pero este es el gran reto”.
Para Natalia Herra, académica de la Escuela de Danza, hay un antes y un después de este taller. “Esta experiencia de esta semana nos lleva a una lucha que es día a día para llegar a una sociedad inclusiva. Esta experiencia para mí ha sido transformadora, me hace ver la danza, a mi como profesora y a mis estudiantes, desde otro lugar y tenemos que compartir esa experiencia. Muchas veces se tiene prejuicios de cómo debe ser y verse un bailarín y lo realmente importante es lo que se transmite al público, esa es la esencia, el como abrirnos más para darnos cuenta de lo que valemos”.
Ochoa trabaja desde hace 20 años en una clase permanente, abierta a personas diversas con o sin experiencia, donde cada semana reciben a profesores para apoyarlos en ese cambio de metodología que promueva la inclusión. “No hay una sola forma de hacer danza, la clave está en el cómo analizar los principios que tenemos para que sean accesibles”.
En el campo artístico, Ochoa menciona que se impulsa el trabajo de creadores /intérpretes para que cada persona resuelva con su cuerpo cada reto de forma creativa. “Debemos usar las herramientas de accesibilidad para el público, para que sean parte del lenguaje artístico, que sean parte del universo poético y no solo dirigido a personas con discapacidad”, concluye Ochoa.
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