Alfabetización con sello UNA llega a comunidad indígena en Alto Chirripó

Un grupo de personas adultas de la comunidad indígena cabecar Nimarí-Ñak, ubicada en Alto Chirripó, en Turrialba, cumplió su sueño de aprender a leer y escribir, de la mano de la estudiante Karen Solís Chaves, quien cursa la licenciatura en la carrera de Pedagogía con énfasis en Educación Preescolar y Primera Infancia en el Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (Cide-UNA).

 

Con edades entre 15 y 65 años, estas diez personas indígenas caminaban hasta tres horas montaña abajo, luego de una extenuante “jornaleada”, para acudir a sus lecciones de lectoescritura dos veces por semana durante ocho meses, en un gran esfuerzo que culminó con su graduación, el 30 de setiembre pasado en el pequeño local de una iglesia evangélica en Bajo Pacuare.

 

Leer la Biblia por sus propios medios, sin necesitar ayuda de otra persona, llevar un curso para aprender algún oficio o con la intención de recrearse, o pasar en la escuela, son parte de las acciones que hoy pueden realizar estos integrantes de la comunidad Nimarí-Nak, gracias a la exitosa jornada de alfabetización liderada por Karen, quien se formó en educación con el sello humanista de la UNA.

 

Y no es de extrañar que durante su graduación, estas personas indígenas –en su mayoría mujeres- expresaran su alegría y agradecimiento: este logro les abría las puertas para desenvolverse mejor en su entorno, para su superación personal.

 

“Fue un resultado muy positivo, ya que anteriormente no podían llevar cursos de su interés, debido a que se encontraban con una gran desventaja al no saber leer y escribir”, destaca Solís, quien reconoce el reto que para estas personas implica aprender a leer y escribir debido a que el español no es su propia lengua.

 

Convencida de que todas las personas debemos tener el derecho a la educación y a una vida digna, Karen asegura que este proyecto permite a las personas adultas pasar por un proceso de aprendizaje de lectoescritura desde su propio contexto, validando tanto sus experiencias previas, como su cultura y lengua materna.

 

 

 

De carencias y derechos

 

Esta comunidad indígena –como otras a lo largo del país- enfrenta serias carencias. La mayoría de las familias son de escasos recursos socioeconómicos, donde los padres hacen jornales en fincas fuera del territorio indígena, mientras que las mujeres se dedican a trabajar sus propias tierras, con la siembra y corta de banano.

 

Nacida en San Joaquín de Tuis, en Turrialba, pueblo rural cercano al territorio indígena, Karen pudo darse cuenta desde niña que las personas habitantes de Nimarí- Ñak carecían de servicios y derechos básicos, como por ejemplo la posibilidad de acceso a una educación de calidad.  

 

“Es por eso que mi pasión por la educación me llevó a querer generar cambios en esas comunidades que me habían visto crecer”, afirma.

 

Es así como al llegar a la UNA a estudiar educación preescolar, el curso de primer año Procesos Iniciales de Lectura y Escritura –impartido por la profesora Margarita Urdaneta- marcó  su vida como persona y como profesional.

 

Se dio cuenta –dice la hoy estudiante de licenciatura- que todos tenemos la capacidad para impactar vidas y que está en nosotros mismos la oportunidad de hacer cambios en el mundo.

 

“Ahí inició mi aventura de hacer distintos proyectos a nivel educativo, con los cuales podía dar un aporte a mi propio pueblo y a la comunidad indígena”, explica.

 

Esta joven emprendedora destaca que este tipo de proyectos no los ha hecho sola, pues siempre ha contado con el apoyo de profesoras del Cide, lo cual es uno de los aspectos que más aprecia de la Universidad.

 

“He sido formada por docentes que se preocupan por sus estudiantes más allá de las aulas, por lo que ese sello humanista del Cide y de la UNA lo he querido plasmar en este proyecto de alfabetización”, subraya.

 

Es por eso que en este proceso se dio a la tarea de generar herramientas para que las y los estudiantes indígenas, desde su contexto, pudieran construir sus propios aprendizajes, lo cual contribuyó a formar un entorno de confianza para el aprendizaje y la interacción. “No solo llegábamos a aprender, sino que se iba a compartir “, resalta.

 

No por casualidad, Karen recientemente expuso esta experiencia de alfabetización ante las académicas a cargo del proyecto “Lectoescritura: UNA mirada desde de la Literacidad para la construcción de Ambientes Lectores Inclusivo, a partir la Primera Infancia hasta la Prolongevidad”, de la División de Educación Básica (DEB) del Cide, quienes consideraron que la iniciativa de la estudiante de licenciatura evidencia cómo cuando hay compromiso se puede aportar al cambio.

 

Precisamente el proyecto Lectoescritura de la DEB cuenta con una amplia trayectoria transformando la vida de gran cantidad de personas adultas, al llevarles hasta sus comunidades e incluso hasta sus propios hogares, la alfabetización con sello UNA.