Hoy se conmemora el Día del Terapeuta Hondureño y es menester destacar el importante papel que los profesionales de esta área de la rehabilitación han tenido en esta pandemia, contribuyendo con la recuperación de pacientes que lograron superar el COVID-19, pero no las secuelas que este deja.
“El terapeuta funcional está disponible para atender todas aquellas secuelas pos-COVID-19 que por más sencillas que parezcan nos hacen la vida un poco difícil, más que todo cuando las actividades de la vida diaria se han visto afectadas por este virus”, explica la coordinadora de la Carrera de Terapia Funcional de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Ana María Chávez.
La académica señaló que luego de los primeros meses de la pandemia en el país, comprendieron el papel preponderante de los terapeutas funcionales para tratar las secuelas que deja el virus en los pacientes, las cuales afectan la parte física, cognitiva y funcional de la persona.
“El COVID-19 deja problemas en la fuerza muscular, sobre todo para quienes pasan bastante tiempo hospitalizados, y en estos casos el terapeuta va hasta la cama del paciente a darle indicaciones, entonces desde ahí comienza el rol de los terapeutas que estuvieron y están en primera línea”, indicó.
En los pacientes dados de alta, detalló que las secuelas se registran en el área física, ya que presentan fatiga y problemas de resistencia que les imposibilita realizar ciertas actividades básicas para la vida diaria. “Algunos pacientes que hemos atendido con los estudiantes por medio de telerrehabilitación nos comentaban que hasta peinarse era una actividad para ellos sumamente cansada, y no digamos otras que requieren más gasto energético”, ejemplificó.
Asimismo, los terapeutas han sido fundamentales para tratar las secuelas a nivel cognitivo, ya que se presentan casos de pacientes que fueron diagnosticados con COVID-19 que reportan problemas de memoria, atención y concentración, y aquí también son de gran importancia los terapeutas para la recuperación pos-COVID-19.
Estos profesionales de la rehabilitación también han jugado un rol relevante para las personas a las que la pandemia ha obligado a realizar teletrabajo o actividades de manera virtual, educando a la población en temas de ergonomía.
La pandemia y el repensar la formación académica
Por otra parte, la coordinadora reconoció que la pandemia ha obligado a repensar nuevas prácticas en la formación de profesionales de terapia funcional, recurriendo a herramientas educativas que años atrás consideraban inviables para la formación de profesionales en esta área, como es el caso de la virtualidad y bimodalidad.
“Hace unos años hicimos un ejercicio para identificar las asignaturas que se podían impartir virtual, y aunque el ejercicio se hizo, nosotros teníamos ciertas dudas con este tema de la virtualidad, pues creíamos que las asignaturas de la carrera no podían impartirse así, pero esto de la pandemia nos vino a cambiar el chip y demostrar que sí se pueden implementar estas modalidades en una buena cantidad de asignaturas, no todas, porque tenemos asignaturas que son eminentemente prácticas”, comentó Chávez.
En ese sentido, la máster adelantó que algunas asignaturas de la Carrera de Terapia Funcional se impartirán virtual o bimodal de forma permanente, sobre todo las teóricas, no obstante, las que implican prácticas forzosamente se desarrollarán de manera presencial.
Una disciplina en crecimiento
El terapeuta funcional es un recurso híbrido de las disciplinas de terapia física, terapia ocupacional y rehabilitación basada en la comunidad, “con este recurso damos respuesta a un tratamiento integral para las personas con discapacidad y de ahí que el recurso puede estar laborando en varias áreas en los centros de rehabilitación porque maneja estas tres disciplinas de gran importancia”, explicó la coordinadora.
En cuanto a la demanda de profesionales en esta área, indicó que de acuerdo con la información que maneja Alumni UNAH, únicamente el 12% de los graduados de Terapia Funcional se encuentran desempleados, lo que indica que existe un alto grado de empleabilidad para esta carrera.
Comentó que las instituciones de rehabilitación han ido creciendo y por ende se ha ido contratando más personal en el área, y debido a que en el país la mayoría de personas que practicaban la disciplina eran empíricas, es que precisamente surge la necesidad de crear una carrera universitaria.
Recordó que Terapia Funcional inició en 1998, bajo la iniciativa del doctor Nery Madrid, y se impartía en las instalaciones de la Teletón, posteriormente en el San Felipe, pero debido a la falta de conocimiento de esta oferta educativa, la demanda era poca, sin embargo, a partir del 2014, cuando se trasladó al edificio de Ciencias de la Salud, en Ciudad Universitaria, comenzó a incrementarse exponencialmente la demanda, lo que obligó a establecer requisitos de admisión.
“Llegamos a tener una matrícula de hasta 1,500 estudiantes y solo somos 10 docentes, lo que nos generó bastantes problemas”, reconoció la coordinadora, por lo que luego de un estudio sobre la capacidad instalada en la carrera, se determinó la necesidad de solicitar requisitos de admisión que fueron aprobados en 2019, habilitando únicamente 50 cupos anuales.
En la actualidad, Terapia Funcional registra una matrícula de 510 estudiantes, y en agosto estarían concluyendo la carrera 86 nuevos profesionales que se sumarían a los más de 400 terapeutas que la Máxima Casa de Estudios ha formado para servir al país.
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