Para conmemorar los 347 años de la Universidad de San Carlos de Guatemala, el Dr. Óscar Arias Sánchez, Presidente de Costa Rica en dos ocasiones, dictó la conferencia Gobierno, democracia y administración pública en Antigua Guatemala, con la presencia de estudiantes y autoridades sancarlistas.
La apertura del evento estuvo a cargo del Rector M. A. Walter Mazariegos, quien hizo una remembranza de los procesos de fundación de esta casa de estudios que cumplió un año más el 31 de enero.
“El tema que nos ocupa es fundamental para la educación superior. Sin duda alguna, la madurez intelectual que se alcanza en la universidad y el conjunto de actividades que en ella se realizan, como esta charla magistral que el Dr. Arias compartirá, permean y consolidan los valores que la juventud necesita para alcanzar la paz, democracia y desarrollo”.
Prosiguió: “En la Revolución de Octubre distintos sectores de la sociedad se unieron y la Academia no fue la excepción. Defendieron a un país que demandaba principios democráticos y sociales como la justicia, equidad y libertad. También cabe recordar que líderes universitarios conformaron la Asamblea Nacional Constituyente que instituyó la democracia actual en 1985. Posteriormente se tiene el dato de que universitarios contribuyeron a lograr la firma de la paz en 1996”.
El M. A. Mazariegos se refirió al crecimiento e incidencia en el desarrollo educativo que la universidad ha tenido por medio de sus 22 centros universitarios, 232,000 estudiantes inscritos, 10 facultades, 9 escuelas no facultativas, un instituto tecnológico, 110 sedes de la Facultad de Humanidades, 2792 carreras, 8112 profesores, 6000 trabajadores administrativos y de servicios, 500 investigadores, 650 profesionales de la administración central y 177,000 graduados en los últimos diez años.
Como Rector de la Tricentenaria, recalcó la necesidad de que la comunidad universitaria siga involucrándose en procesos formativos que conducen a la defensa permanente de la democracia como régimen de gobierno y su trascendente relación con el ejercicio de una administración pública eficiente, transparente e innovadora, particularmente en la región centroamericana.
“Debemos avanzar para reinventarnos y construir sociedades más seguras, justas, democráticas y sostenibles, sociedades que puedan enfrentar las amenazas globales y defender la paz tan anhelada”, finalizó.
Al presentar al conferencista el Rector le agradeció su presencia y resaltó su trabajo como político, estadista, hombre de paz y promotor de causas como la desmilitarización, la equidad de género y la gobernabilidad democrática.
Acerca del conferencista
Abogado, economista, politólogo y empresario costarricense. Estudió Derecho en la Universidad de Costa Rica y obtuvo el título de doctor en Ciencias Políticas en la Universidad de Essex, Inglaterra.
Ha recibido numerosos galardones; entre estos, el Premio Príncipe de Asturias, el Premio de la Paz Martin Luther King y el Premio Humanitario Albert Schweitzer.
Usó la cantidad económica que le otorgó el Premio Nobel de la Paz para establecer la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano.
Al iniciar su disertación el Dr. Óscar Arias Sánchez agradeció la invitación a participar y recordó su anterior visita a Guatemala, cuando era un país en el que el contexto de guerra y terror se oponía a la belleza y riqueza natural de su territorio.
“Al regresar a Guatemala evoco extraordinarias visiones de esta tierra tan bendecida por la naturaleza, las imponentes cumbres de Cuchumatanes, las cálidas tierras de Petén, valles, volcanes, lagos y gente que a lo largo y ancho de toda su geografía ha llenado de colores un lienzo tan hermoso y vasto como la cola del quetzal. Evoco también las esperanzas y los sueños, los temores y la incertidumbre con que vine a este país hace 35 años. En Centroamérica prevalecía la guerra, los campos de batalla y de refugiados”, afirmó.
“Quienes únicamente conocen la Centroamérica de nuestros días encontrarían difícil creer las historias que narraban los millones de refugiados que cruzaban las fronteras a mediados de los 80. Pueblos aniquilados por manos hermanas con armas estadounidenses o soviéticas. Bases de entrenamiento secretas, en donde muchachos que apenas comprendían las razones de la guerra se graduaban en el odio y la violencia. Un conflicto convertido en una contienda por la preeminencia militar de dos superpotencias, para quienes los países centroamericanos se usaban como fichas en el tablero”, añadió.
Han pasado más de tres décadas de la firma de los Acuerdos de Paz de Esquipulas, que buscaron dar fin al conflicto armado en Centroamérica. Se firmó un documento basado en tres pilares: paz, democracia y desarrollo. En ese momento se consideró el compromiso de cinco mandatarios como el camino de la paz. Sin embargo, hoy la región vive otros conflictos.
Según el nobel, las negociaciones por la paz que realizaron los presidentes centroamericanos fueron importantes para que las nuevas generaciones no conocieran el dolor de la guerra. “En este tema la ignorancia, más que un descuido, es un privilegio. Ser incapaz de reconocer el temblor de la tierra estremecida por el paso de un tanque es un privilegio. No haber olido jamás la sangre en los pliegues del viento es un privilegio”.
Comentó que los Acuerdos de Paz fueron indispensables para la construcción cotidiana de la patria, en la cual las nuevas generaciones tienen un papel preponderante, ya que esta es una tarea continua.
“A pesar de que ya no lloran las madres porque sus hijos están en la guerra, sí lloran porque no están en el colegio. A pesar de que ya no emigran los pueblos a causa de la violencia, sí emigran por el hambre y la falta de oportunidades. Seguimos construyendo la paz, queridos estudiantes, y ese es un proceso al que ustedes están llamados a participar. Ustedes son los herederos de la paz en Centroamérica. Serán los artífices de todo lo que resta por hacer”, señaló.
Para Arias sostener la paz es una disciplina, un deber constante que conlleva el fortalecimiento de una institucionalidad democrática que permita distribuir el poder, configurar un sistema de pesos y contrapesos que impida retroceder al autoritarismo y tenga como fin último al ciudadano. “Si como sistema fracasamos en un principio en brindar a los hombres de carne y hueso una respuesta a sus necesidades, las instituciones se debilitan, la credibilidad se resquebraja y subvertimos la democracia”, enfatizó.
También reflexionó sobre su trabajo en favor de la paz. “Una gran parte de mi vida dedicada a la búsqueda de la paz me ha enseñado que, en realidad, no hay en ella nada de ilusorio ni de ingenuamente idealista. La paz no es un sueño, es una ardua tarea que no se asume por ser fácil, sino por ser necesaria. La paz no es el producto espontáneo de ciertas almas iluminadas, sino el laborioso trabajo de seres imperfectos que luchan cada día por aprender el arte del diálogo, de la persuasión y del respeto. La paz no nace, se hace. Al igual que la libertad, es una conquista. No se recibe como una medalla, sino que se aprende como una disciplina”. Concluyó que no solo hay que luchar por la paz, se debe saber qué hacer con ella.
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