La Universidad de San Carlos de Guatemala realizó la colocación del clavel en el Monumento a los Mártires, para honrar la memoria de los estudiantes que fueron víctimas de la última oleada de violencia estatal de la década de 1980. En el acto estuvo presente el rector en funciones, M. A. Pablo Oliva Soto; el secretario general, Dr. Gustavo Taracena Gil; y familiares de los mártires.
“Hace 32 años ocurrió este acto abominable contra diez estudiantes, en donde diez familias sufrimos la desaparición y asesinato de nuestros parientes. Nos fue arrancada su presencia, sueños y sonrisa. Nos presentamos ante ustedes para celebrar su vida”, expresó Olga Maricela Ochoa Ramírez, en representación de los familiares de los mártires de 1989.
El secretario general, Dr. Gustavo Taracena, dio lectura al acuerdo del 22 de abril de 2020, donde el Consejo Superior Universitario (CSU) estableció dignificar la memoria de los héroes y mártires universitarios, valiosos intelectuales, profesores, estudiantes y trabajadores que entregaron su vida por una patria más digna.
Fue por ello que se construyó el monumento «Sitio de memoria y reconocimiento a las víctimas de la Universidad de San Carlos de Guatemala que sufrieron graves violaciones a los derechos humanos durante el Conflicto Armado Interno», que contribuye a que las futuras generaciones conozcan esta parte de la historia nacional.
Por su parte, el rector en funciones, M. A. Pablo Ernesto Oliva Soto, dijo que era un honor realizar el acto de colocación del clavel en memoria de los héroes, heroínas y mártires de esta casa de estudios superiores en un espacio icónico.
“Rendimos homenaje a destacados sancarlistas que entregaron gotas de sabiduría, lucha y sangre por la incansable búsqueda de una sociedad más justa”, declaró.
Los diez mártires de 1989
Tras un minuto de silencio, Irene Barrientos, esposa de Mario Arturo de León, leyó una semblanza sobre cada uno de ellos. A su compañero lo recordó como una persona comprometida, que fue integrante de la Coordinadora Estudiantil Ejecutiva de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) y presidente de Reforma Universitaria.
Carlos Humberto Cabrera Rivera fue estudiante de Humanidades y exdirigente de la AEU; Ubaldo Aarón Ochoa Ramírez, de la Escuela de Ciencia Política, promovió la unidad estudiantil y fue un actor clave para lo que sería el movimiento de Reforma Universitaria.
Eduardo Antonio López Palencia era estudiante de la carrera de Química Biológica y miembro de la Asociación de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia. Carlos Ernesto Contreras Conde fue estudiante de Ciencias Psicológicas y apoyó la conformación de la Unidad de Acción y Solidaridad Estudiantil (UNASE). Hugo Leonel Gramajo López había cerrado la carrera de Sociología, se desempeñaba como profesor en la Escuela de Ciencias de la Comunicación y era consultor del Instituto Nacional de Administración Pública.
Carlos Leonel Chutá Camey, de la carrera de Ciencias Jurídicas y Sociales, trabajó por la Reforma Universitaria a través de agrupaciones estudiantiles. Iván Ernesto González Fuentes fue un destacado estudiante de Ciencias Psicológicas, miembro de la Junta Ejecutiva Coordinadora de la AEU y representante en el Diálogo Nacional sobre Víctimas de Violencia.
Silvia María Azurdia Utrera era estudiante de la Escuela de Ciencia Política y feminista que realizaba trabajo político a través del grupo estudiantil FERO y la revista Alternativa. Víctor Hugo Rodríguez Jaramillo, esposo de Silvia, a través de sus escritos en Alternativa dejó clara su postura en favor de los desposeídos, también estaba trabajando por la Reforma Universitaria.
Los mártires de 1989 y el “agosto negro”
En agosto de 1989, en menos de quince días, secuestraron a diez líderes estudiantiles de la USAC. Fueron detenidos arbitrariamente en distintos lugares de la capital. Cinco de ellos aparecieron ejecutados extrajudicialmente y los otros cinco sufrieron desapariciones forzadas.
Tras el asesinato de Oliverio Castañeda de León, secretario general de la AEU, el 20 de octubre de 1978, también fue desaparecido el 6 de noviembre de ese año Antonio Ciani García, quien tomó el lugar al frente de la AEU tras la muerte de Oliverio.
Desde entonces la AEU ocultó la identidad de sus directivos y el secretariado fue sustituido por una coordinadora que facilitaba el anonimato. El octavo mes de 1989 se denominó «agosto negro» debido a los hechos de violencia que iniciaron con el asesinato de Danilo Barillas, dirigente de Democracia Cristiana, y René Estanislao López, miembro de la juventud de ese partido.
Ese mes estallaron tres bombas, una frente a la Rectoría de la USAC; otra, en la sede de Brigadas de Paz; y la tercera, en la sede del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), donde se encontraba refugiada la familia de Rumualda Camey, miembro de esa asociación que había sido desaparecida el 16 de agosto.
La USAC sufrió las consecuencias de ese «agosto negro» con la muerte y desaparición de líderes universitarios. En diciembre de ese mismo año, otro miembro de la Coordinadora de la AEU fue ejecutado.
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