Hoy, los panameños conmemoran los 202 años del Primer Grito de Independencia en La Villa de Los Santos, un evento histórico que marcó el destino del istmo y dejó una huella indeleble en su folklore.

El 10 de noviembre de 1821, en La Villa de Los Santos, tuvo lugar un movimiento de insurrección contra la corona española, que durante 320 años se benefició de los recursos panameños sin una retribución significativa. Motivados por las discrepancias con las autoridades, la mala aplicación de las leyes y el irrespeto a la población civil, los istmeños llevaron a cabo esta audaz revuelta.

Tras tomar el control del poblado y las instalaciones militares, los insurrectos, liderados por figuras como Segundo De Villareal, firmaron el acta de independencia de La Villa de Los Santos. Este acto desencadenó la emancipación de otros pueblos del interior, como Penonomé, Natá de los Caballeros, Santiago de Veraguas y Portobelo. Sin embargo, la repercusión más trascendental fue la Independencia de Panamá, lograda de forma definitiva el 28 de noviembre de 1821.

En esta celebración, destaca el personaje de Rufina Alfaro, exaltada por su supuesto papel decisivo en el proceso independentista de Los Santos. Aunque su existencia no ha sido totalmente comprobada y su historia comenzó a difundirse en la década de 1940, la figura de Alfaro se ha convertido en parte integral de la narrativa histórica. Los historiadores, al no encontrar registros oficiales, se encuentran en una posición intermedia, reconociendo la importancia de las leyendas y mitos que sintetizan las creencias y sentimientos del pueblo.

Históricamente crucial para la obtención de la soberanía panameña, el levantamiento del 10 de noviembre y sus actores clave merecen ser celebrados y recordados. Aunque en Los Santos la fecha se celebra de manera autóctona, algunos señalan que en las aulas escolares persiste un desconocimiento sobre los motivos que llevaron al levantamiento en las comunidades del interior y la consecuente independencia el 28 de noviembre de 1821.