En este breve escrito, quiero partir señalando que la educación es un pilar esencial en la sociedad actual, ya que, gracias a esta, podemos acceder a un mejor nivel de conocimientos, de conciencia crítica, razonamiento e integralidad a nivel formativo, por ende, esto garantiza aumentar y mejorar nuestras capacidades en el plano intelectual y profesional, y por ende el nivel de vida en nuestra sociedad.
Sin embargo, en la modernidad de los tiempos existen dos procesos distintos de educación, pero igualmente importantes en la formación del estudiante en todos sus niveles. Nos referimos a la educación presencial y la educación virtual, que, aunque se desarrollan en escenarios distintos, mantienen en el debate académico si una es reemplazable de la otra o no, en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Para entender un poco más al respecto, amerita conocer brevemente la definición o diferenciación de una con respecto la otra en términos conceptuales, para así tener un marco de referencia más claro.
Tenemos entonces que, “La educación presencial o convencional, es aquella que requiere y exige la presencia obligatoria del alumno en el aula, donde el aprendizaje es dirigido mediante un profesor, quien en su función más tradicional es explicar, aclarar y comunicar ideas y experiencias”.
En el otro aspecto tenemos entonces que: “La educación virtual o educación en línea, se refiere al desarrollo de actividades de aprendizaje mediante entornos virtuales o no presenciales, donde el educando puede instruirse sin la necesidad de estar presencialmente asistiendo en un centro educativo”.
Sin embargo, es importante agregar que, en medio de ambos modelos o procesos educativos, está el modelo intermedio o combinado conocido como la educación semipresencial, que es la que se realiza en casa “exceptuando ciertas sesiones periódicas con las que el estudiante debe asistir de manera obligatoria a la clase, sea en el aula, laboratorios o en el terreno de campo, donde se debe combinar la teoría con la práctica”.
Sin embargo, los efectos y consecuencias catastróficas de salud que a nivel mundial ha causado la actual pandemia del SARS-Cov-2 o COVID-19. El tema educativo ha tenido que ser reestructurado, readecuado y replanteado en todos sus niveles, con la finalidad de avanzar curricular y académicamente en ese proceso de enseñanza aprendizaje; considerando claro está los aspectos tecnológicos y condiciones económico–sociales del dicente y docente en cada país afectado gravemente por esta crisis pandémica de salud, y el que Panamá de hecho también está incluido.
Para todos es conocido, que la educación a distancia desde hace muchos años ha venido jugando un importante papel gracias al uso de tecnologías de información aplicadas a la educación continua en todos los niveles y la virtual ha venido agarrando cada vez más fuerza por su flexibilidad y portabilidad, pero esta, al ser una tendencia relativamente innovadora a muchos (docentes y estudiantes), en pleno siglo XXI les ha costado mucho adaptarse a esta modalidad y por ende al uso de sus diversas plataformas a consecuencia de diversos factores, ya que para educarse de forma virtual mínimamente se debe tener una computadora con capacidad, programas y sobre todo con Internet.
Los momentos actuales han demostrado que a lo largo y ancho del país no todo el mundo tiene acceso al internet, a una computadora, una Laptop o Tablet y al Internet; ya sea por falta de recursos económicos o porque viven en áreas alejadas o de difícil acceso que les impide acceder con facilidad a todo esto. Esta realidad de hecho se está viviendo hoy en tiempos de pandemia en cientos de miles de hogares panameños, situación que ha representado un efecto muy negativo para miles de estudiantes que no lograron nunca durante este año 2020 poder educarse a nivel de primaria y secundaria. Sin dejar pasar por alto que esto también ha ocurrido a nivel de estudiantes universitarios.
Aunque la Universidad de Panamá, desde hace ya varios años ha venido haciendo uso de sus plataformas y realizando sus clases en modalidad virtual y a distancia, (en Postgrados, Maestrías, Capacitaciones, Diplomados y en muchas otras de sus especialidades académicas). En esta ocasión, a consecuencia de la pandemia del SARS-Cov-2 o COVID-19, como institución superior de la educación a nivel nacional, tuvo que reprogramarse y replantearse académica y curricularmente por la magnitud supra dimensional del impacto pandémico un nuevo proceso de enseñanza aprendizaje, acorde a la capacidad logística, presupuestaria, a las herramientas y a sus diversas plataformas virtuales; para impartir un año académico (de Universidad a casa), en beneficio y salvaguarda de sus estudiantes. Siendo consciente como institución de la realidad social y económica de una gran mayoría de sus estudiantes a nivel nacional a quienes le sería bastante difícil este proceso. Proceso que también pondría a pruebas la capacidad, calidad y actualización de sus docentes en materia informático-virtual y que al final de año de seguro reflejará su resultado.
Pensadores griegos como Aristóteles, Sócrates y Platón, estaban convencidos de que “para estudiar y aprender los hombres debían reunirse en un mismo lugar para debatir y compartir ideas”. En la actualidad estas ideas están comprobadas por la ciencia y por la práctica en nuestra necesidad de socializar con otros seres humanos, hace que la experiencia educativa sea más interesante, interactiva y profunda. Y aunque la máxima casa de estudios, ha asumido con mucha responsabilidad esta ardua tarea académica con la educación virtual para sus estudiantes en estos tiempos tan difíciles, muchos coinciden en que ha sido necesario el complemento de la práctica en muchas de estas áreas y especialidades académicas. A razón de ello, un gran número de sus docentes al igual que otros expertos en la academia, coinciden en que la educación presencial, sigue y seguirá siendo por excelencia la mejor experiencia educativa, en el proceso de enseñanza aprendizaje.
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