La coyuntura política en el marco del primer año de gobierno de Nayib Bukele nos demanda plantearnos diferentes inquietudes sobre los mecanismos en los cuales ha trabajado, por ejemplo, en Derechos Humanos. En el caso de El Salvador, en este momento nos enfrentamos ante una incertidumbre que se da por la precaria capacidad que tiene ese órgano de Estado para poder generar un diálogo pleno, que le permita lograr acuerdos; al final, cuando se producen los procesos de negociación política es fundamental que haya un diálogo y que se puedan sentar las partes.
Lo que vemos preocupante, es el manejo de la agenda política. En el contexto de un sistema político, la agenda política tiene que ser establecida por el interés de la población; de igual manera, por consenso en favor de las mayorías que viven en condiciones precarias y desfavorecidas y vemos que no se está haciendo en ese sentido. Vemos un gobierno cuya agenda política parece estar en sincronía con las tendencias de las redes sociales y eso no construye país y no construye democracia.
De igual manera, hay afectaciones graves sobre algunos derechos que se han tratado de ir construyendo a lo largo de las últimas décadas, los derechos en favor de las poblaciones vulnerables, por ejemplo, los derechos de las mujeres; en el discurso del 4 de junio el presidente hace mención del tema de los feminicidios y no necesariamente lo que plantea el presidente corresponde con la situación de las mujeres en el país. De hecho, el número de mujeres que han muerto en este periodo de cuarentena por COVID 19 es altísimo; por supuesto, se muestra un decrecimiento con respecto al 2019, pero no es porque la situación haya mejorado, sino porque las mujeres viven con sus agresores y, al final, en qué posibilidad se encuentran estas personas para buscar auxilio.
Al final, el presidente desinforma interpretando de una manera errada las estadísticas, no quiere decir que las mujeres están 61 % más seguras que el año anterior, no es eso; lo que ocurre es que no están en condiciones de manifestarlo y eso lo dice ORMUSA, la Fiscalía y las estadísticas de la Procuraduría General de la República y esos son aspectos que hay que tomar en consideración.
Algo que debemos tomar en cuenta es cómo esto puede afectar la imagen de nuestro país a nivel internacional, porque la escasez de estabilidad que existe en este momento por el precario diálogo entre los órganos de Estado al final envía un mensaje complicado, erróneo y de preocupación a nivel internacional.
Sin lugar a dudas, no debería ser el modelo de gobierno de este presidente, un modelo como el de Donald Trump, donde no se genera el diálogo, se fomenta al final una confrontación permanente. En este gobierno, lo que hemos observado en este primer año de gestión, es la manera como se trata de ir simplificando a la población y a todo el espectro político en dos sectores: Los enemigos y los amigos del gobierno, porque en la política no hay blancos o negros, hay un espectro de grises interminables donde existe la representación de sectores amplios de la población y que no necesariamente obedecen a un sector o a otro.
Se debe fomentar el dialogo, la participación, la opinión de sectores diversos de la población. Lo que observamos es la invisibilización de temas que son coyunturales y de interés para el país, minorías que están en vulnerabilidad como la diversidad sexual, mujeres, pueblos originarios, que están invisibilizadas hasta este momento y que deberían ser del interés máximo de nuestro país.
De igual manera, el sector educativo se ve vulnerado. En este momento, la Universidad de El Salvador es víctima de ello, viendo su presupuesto altamente limitado y sin ningún interés de parte del ejecutivo para el fortalecimiento de nuestra institución.
La Universidad es la rectora de la educación superior en El Salvador, históricamente es la instancia donde se ha construido el diálogo, se ha construido también una nueva transformación de las generaciones de nuestro país.
La Universidad, lo que busca es proponer, construir, aportar y si no se le permite a través del estrangulamiento presupuestario al que históricamente se ha visto sometida, en última instancia la universidad queda invisibilizada y anulada a pesar del potencial de aporte que se puede generar.
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