Los verdaderos apellidos no se traen, se coleccionan a lo largo de la vida
Foto de cortesía

Sánchez, Marenco, Badilla y Gaitán son algunos de los apellidos de María, pero ninguno de ellos los heredó de su padre o de su madre, sino que los fue coleccionando a lo largo de su vida. Cada uno de ellos fue dejando una marca en su vida que facilitó su encuentro consigo misma.

Lo que no halló en su profesión y en sus luchas sociales y medioambientales terminó por encontrarlo en el disfrute casi adictivo de su sexualidad, actividad que desarrolla de forma clandestina, en vista de las reglas de comportamiento diferenciadas para las mujeres que tiene la sociedad conservadora en la que vive.

La historia es un compilado atemporal de los apellidos que pasaron por la vida de la protagonista, sus memorias, sus conquistas, sus frustraciones y sus anhelos. Cada apellido está asociado a un amor, a un cuerpo, a un recuerdo.

Sin duda, quien lea este relato quedará con la inquietud de repasar los apellidos que, de una u otra manera, han contribuido con su formación y desarrollo personal, más allá de los que le fueron asignados al nacer.

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