Es necesario un proceso de transformación social para conseguir una sociedad inclusiva con las personas adultas mayores
Foto Laura Rodrìguez

Los desafíos presentes y las estrategias futuras ante el envejecimiento en los actuales contextos sociales fueron abordados desde muy variadas perspectivas durante el VIII Congreso Internacional de Gerontología realizado en la Universidad de Costa Rica y organizado por  Sistema de Estudios de Posgrado y el  Posgrado en Gerontología Después de dos años de confinamiento, este espacio presencial permitió un reencuentro de saberes, sentires, conocimientos, experiencias y de nuevos retos que marcan el proceso de envejecimiento y la etapa de la vejez.

La participación de estudiantes, académicos, científicos y profesionales expertos en la temática, aportó a la discusión sobre la construcción de un proceso de envejecimiento más saludable y,  por tanto, una vejez más satisfactoria.

La labor de la academia en la formación de profesionales en gerontología, fue uno de los puntos álgidos durante el congreso, pues  se concluyó que es necesaria su  constante evolución, adaptándose a los cambios que va presentando el envejecimiento poblacional y los retos que este mismo acarrea. Fue posible conocer el quehacer académico de las diferentes universidades a nivel nacional e internacional, que preparan a profesionales en gerontología y que vinculan esta labor con la ciencia.

Especialistas nacionales e internacionales asumieron la misión de hablar sobre algunos temas que pocas veces se desarrollan al tratar los procesos de envejecimiento y la vejez. Temas, algunos poco asumidos en las sociedades actuales, e incluso minimizados.  Otros temas insurgentes y retadores que llaman muy seriamente a una reflexión desde una perspectiva centrada en los Derechos Humanos cuando abordamos el camino del envejecimiento.

Fue así como el congreso dio voz y eco a temas como  el Covid-19: impacto en la salud de las personas mayores;  espiritualidad y resiliencia en las personas mayores, optimización de  las oportunidades de bienestar físico, mental y social, ampliar la esperanza de vida saludable y la calidad de vida de las personas adultas mayores y permitirles seguir contribuyendo activamente a la sociedad. Estos temas desarrollados en el congreso se enmarcan en la Década del Envejecimiento Saludable, como una propuesta de la Organización Mundial de la Salud para optimizar la capacidad funcional de las personas mayores.

 

¿Y qué pasa con los cuidados y las personas que cuidan? El congreso trajo a escena de manera particular uno de los grupos más importantes y, a la vez más invisibilizados, temas en torno a la vejez: las personas cuidadoras de mayores en condición de dependencia y/o situaciones de vulnerabilidad, quienes ejercen una labor trascendental en nuestra sociedad. Estas personas necesitan formación y acompañamiento, ya que  deben adquirir nuevos conocimientos y habilidades para brindar el mejor cuidado posible. Además, el cuido también involucra  la labor formal, llevada a cabo por organizaciones de bienestar social, tanto en los hogares de larga estancia, como en los centros diurnos.

Sobre la ética y los derechos humanos de las personas mayores también se habló largo y tendido. Así,  el protagonismo lo tuvo el  Edadismo ( “la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad”. Organización Mundial de la Salud)  y cómo luchar contra él para  poder visualizar las acciones socioeducativas, las actividades intergeneracionales y de exigibilidad de los derechos, en las que se combatan ideas erróneas y prejuicios en razón de la edad.

Al analizar el Edadismo, el congreso retomó  la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible con su lema “que nadie se quede atrás”, el cual promueve un enfoque de desarrollo inclusivo que implica que ninguno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible será logrado a menos que se cumplan para todas las personas, en particular mujeres, niñas, migrantes, refugiados, indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidad y LGBTIQ entre otros y otras.

Gran claridad sobre la brecha digital para  las generaciones mayores tuvo el congreso. Una brecha  que se hizo más evidente durante la pandemia provocada por la Covid-19, en la cual, muchos de los servicios de atención gerontológica se tuvieron que virtualizar y con ello, muchas personas quedaron excluidas y aisladas en tiempos donde más se requería apoyo.

Este congreso fue pionero al incluir en sus temáticas los beneficios de las Tic en la vida cotidiana de las personas mayores: usos de dispositivos tecnológicos, aplicaciones, la tecnología al servicio y beneficio de esta población, de su calidad de vida y de un envejecimiento más saludable;  experiencias de virtualización de intervenciones gerontológicas y aquella en donde se promueven las relaciones intergeneracionales mediadas por el uso de la tecnología.

Finalmente, el congreso dejó sobre la mesa retos que son urgentes de enfrentar en nuestra sociedad. Es urgente que el alcance de los conocimientos y prácticas gerontológicas puedan llegar a profesionales, cuidadoras, envejecientes y envejecidas, etc.,  trascender los límites geográficos y llevar acciones concretas a comunidades e instituciones fuera de la Gran Área Metropolitana, la actualización constante y el análisis integral del envejecimiento, incorporando aspectos sociales, psicológicos y biológicos desde el abordaje interdisciplinario y que esto impacte en políticas públicas, pero sobre todo en acciones concretas con la mejor planificación tomando en cuenta la heterogeneidad de las poblaciones y contextos. Seguir construyendo desde y con las poblaciones.

Para los integrantes del comité organizador del congreso queda mucho por hacer, especialmente dar a conocer aún más la Gerontología como disciplina, así como la promoción de estrategias concretas para abordar temas como el edadismo, la intergeneracionalidad, la gerotrascendencia y el desarrollo ético de los procesos que involucran los temas de envejecimiento y vejez.

“Asimismo, queda profundizar más en cómo llegar a la clase política, para que los envejecimientos de cada persona dentro de Costa Rica puedan ser lo más humanos, óptimos, saludables y exitosos posibles”.