La biotecnología está presente en distintas áreas de la vida diaria. Muchos de los productos que consumimos o utilizamos han tenido en su fabricación un proceso tecnológico.
No obstante, cuando se habla de biotecnología, son pocas las personas que saben qué significa el término y cuáles son sus aplicaciones.
Para indagar entre la ciudadanía costarricense sobre su percepción y conocimiento de la biotecnología, estudiantes del curso Diseño de encuestas por muestreo de la Escuela de Estadística, de la Universidad de Costa Rica (UCR), preguntaron si antes habían escuchado del término biotecnología.
La encuesta se realizó en octubre pasado a 1873 personas mayores de edad usuarias de teléfono celular. Con ellas se abordaron nueve temas de la realidad nacional.
La Convención de la Diversidad Biológica de 1992 define el término biotecnología como aquella aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos o derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos.
Según explica la Dra. Laura Solís Ramos, especialista en biotecnología y profesora de la Escuela de Biología de la UCR, la biotecnología “siempre ha existido en la vida cotidiana”. Desde épocas antiguas, los humanos han utilizado las rutas metabólicas de ciertos organismos para la producción de vino, cerveza, pan, queso y yogurt, entre otros alimentos.
Por eso en el ámbito académico se hace una clasificación entre la biotecnología antigua y la biotecnología moderna. Esta última surgió en 1980 con el desarrollo de herramientas moleculares, lo cual facilitó la ingeniería genética para la transformación genética de plantas y, más recientemente, la edición de genomas.
En cuanto a los resultados de la encuesta, se encontró que el concepto de biotecnología no es lo suficientemente conocido en la población, puesto que solamente un 36,9 % dijo entenderlo. Este porcentaje corresponde sobre todo a personas con educación universitaria (69 %), jóvenes entre los 18 y 29 años (45,3 %) y quienes manifestaron que sus ingresos les alcanzaban para cubrir sus necesidades (43 %).
A quienes respondieron que sí conocían el término de biotecnología se les preguntó en qué medio lo habían escuchado. Con mayor frecuencia mencionaron la televisión (30,2 %) e Internet (27,8 %).
Se les consultó además si lograban identificar algunos productos de la vida cotidiana que son producidos mediante la biotecnología.
“Para evitar malos entendidos debido a diversas comprensiones del término, a todas las personas entrevistadas se les explicó que la biotecnología utiliza organismos vivos, como bacterias, hongos y virus, para producir bienes y servicios que beneficien al ser humano”, aclaran los estudiantes responsables de este módulo de la encuesta.
Al respecto, se les preguntó por el agua, el vino, el polvo de hornear y las vacunas. De estos, solamente el vino y las vacunas utilizan procesos biotecnológicos en su producción.
“Los datos muestran que para las personas entrevistadas la diferencia entre un producto producido con biotecnología y uno que no, no es clara”, añaden. Solamente un 7,6 % de los entrevistados acertó en la respuesta. Este porcentaje fue más alto para la población con educación universitaria.
Pese a que solo un 26 % dijo que el agua es un producto biotecnológico, un 60 % respondió lo mismo del polvo de hornear. Entre tanto, la mayoría de las personas consideró que el vino y las vacunas son productos de la biotecnología (67,6 % y 86,6 %, respectivamente).
Transformación genética: zona de conflicto
La transformación genética de plantas ha originado en diversos momentos un fuerte debate nacional sobre el uso y consumo de organismos genéticamente modificados (OGM) y sus posibles efectos.
Esto motivó a preguntar a las personas encuestadas si estaban de acuerdo en consumir alimentos modificados con biotecnología que presentaran beneficios para los consumidores. Por ejemplo, un mejor precio, mayor contenido nutricional, mejor sabor o mayor durabilidad.
Se observó que hay disposición en consumir dichos alimentos, dado que la mitad reveló que está dispuesta a consumirlos si los productos tienen mayor valor nutricional (76,2 %), mejor sabor (69,4 %), mayor durabilidad (69,3 %) o un precio más bajo (68,5 %).
Solís sostiene que ha habido desinformación en la sociedad y mucho desconocimiento sobre los OGM, lo cual ha repercutido incluso en la investigación científica que se realiza en el país.
“En los últimos años hemos tratado de que la gente esté mejor informada sobre estos aspectos de la biotecnología, porque al no haber información disponible se genera miedo en la población”, argumenta.
La investigadora recuerda que en Costa Rica hay una Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad, que regula todo lo relacionado con los OGM. “Este ente no va a permitir que se libere un OGM sin pasar primero por un proceso de evaluación que garantice seguridad para los humanos, el ambiente y los otros seres vivos en un campo donde se vaya a cultivar”, destaca la biotecnóloga.
La biotecnología también ha alcanzado preponderancia en la medicina. La elaboración de vacunas, de antibióticos, el desarrollo de fármacos, la insulina, entre muchos otros productos, requieren de procesos biotecnológicos.
Otro campo de aplicación es la biotecnología verde, en la cual sobresale la producción de biofertilizantes, de biopesticidas, el cultivo in vitro para propagar una especie en peligro de extinción y la creación de nuevas variedades de plantas con resistencia a plagas, virus, patógenos, cultivos enriquecidos con vitaminas y con resistencia al estrés de la sequía.
En la biotecnología ambiental se utiliza mucho la biorremediación, que consiste en el uso de microorganismos para remover metales pesados en minas abandonadas, por ejemplo.
Finalmente, Solís menciona que en el desarrollo de la biotecnología participan profesionales de múltiples especialidades y disciplinas.
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