“Nosotros tenemos a mamá encerrada” o “mis hijos no me dejan salir”, son algunas frases que ya resultan comunes en las conversaciones, en el contexto de la pandemia de la covid-19, acompañada de un discurso generalizante que identifica a toda la población mayor de 65 años con enfermedad y riesgo inminente de muerte. Sin embargo, para las gerontólogas Maribel León, Noelia Alfaro y Fanny Arce, estas frases son muestra fehaciente de violación al derecho a la autonomía de las personas mayores y de violencia psicológica.
Las expertas participaron en el coloquio “Violencia hacia las personas mayores en distintos escenarios en el contexto del covid-19” -organizado en el marco del 45 aniversario del Instituto de Estudios Sociales en Población de la Universidad Nacional (Idespo-UNA)-, donde coincidieron en que la emergencia sanitaria ha agudizado distintos tipos de violencia hacia las personas mayores y ha sacado a relucir los mitos y estereotipos que prevalecen en la sociedad costarricense en relación esta población.
Violencia al desnudo
Coordinadora del Programa de Atención Integral a la Persona Adulta Mayor del (Paipam) del Centro de Estudios Generales de la UNA, León destacó la violencia psicológica como una de las principales que se puede observar en tiempos de covid-19.
En la pandemia –enfatizó la especialista- lo que se hizo fue infantilizar a la personas adultas mayores porque muchos de los hijos tomaron el control de la vida de ellas y les dijeron “usted no sale”, “usted no hace…”, como si las personas mayores no tuvieran capacidad de analizar la situación y de decidir por sí mismas. “Dejaron por fuera la autonomía de estas personas, su derecho a tomar decisiones; entonces aquí hay un abuso psicológico palpable”.
Y es que, además, el discurso sanitario relacionado con la covid-19 –según León- irrespetó la diversidad de esta población, asumiendo que toda era enferma o estaba por enfermarse, a pesar de que muchas personas mayores de 65 años están saludables y antes de la pandemia salían de sus casas para realizar distintas actividades.
Además, como consecuencia del confinamiento prácticamente obligatorio que se recomendó para esta población, a algunas personas mayores que antes salían a trabajar y eran independientes económicamente, se les afectó en el área patrimonial, lo cual les puso en riesgo ante otros tipos de violencia.
También han enfrentado violencia social porque el confinamiento les impidió asistir a centros diurnos u otras modalidades de atención, donde ejercían, entre otros, su derecho a la recreación, el cual está consignado en la Ley integral para la persona adulta mayor, tal como destacó Fanny Arce, gerontóloga y abogada con especialización en derechos humanos de esta población.
Arce reconoció que, a propósito de la covid-19, se han violentado muchos derechos, como producto del aislamiento, otra forma de violencia que sufren las personas adultas mayores.
“Todos estos abusos y maltratos, de una u otra forma, han estado presentes en la pandemia, que reveló que siguen los problemas estructurales que ya teníamos. Esto quiere decir que tenemos que desaprender todo lo que estamos haciendo y ver de qué manera vamos a mitigar todo esto”, advirtió la coordinadora del Paipam.
“La pandemia no puede ser una excusa para el maltrato y no podemos mantenernos en una situación donde se siguen visibilizando y perpetuando los mitos y estereotipos sobre las personas adultas mayores”, insistió.
Discurso paternalista
Una manera de desaprender y de fomentar una actitud positiva hacia la vejez y un trato digno, respetuoso y considerado hacia la persona adulta mayor -como lo establece la Convención Interamericana para la protección de los derechos de las personas mayores, ratificada por Costa Rica- es generar un proceso de cambio en el discurso, según estima Noelia Alfaro, gerontóloga y coordinadora del programa Envejecimiento: Cambios poblacionales y retos sociales del Idespo.
El discurso prevaleciente durante la pandemia, más bien vulnerabiliza a la población mayor de 65 años, haciendo referencia a esta con frases paternalistas, como es el caso de “nuestros adultos mayores”, la cual es muy utilizada, incluso por autoridades institucionales.
Alfaro fue enfática en que cuando se dice “debemos proteger a nuestros adultos mayores”, suena posesivo e implica que las personas mayores son de las familias y estas toman decisiones por ellas, con lo cual se irrespeta su autonomía.
La investigadora del Idespo comentó que esto sucede también en el ámbito internacional, por ejemplo en Argentina, donde se emitió un decreto para que las personas mayores pidieran permiso para salir, el cual causó gran controversia.
El discurso que asocia vejez con enfermedad, dependencia e improductividad se refleja en las noticias que difunden los medios de comunicación, lo que contribuye a que estas ideas se perpetúen.
“Estamos interiorizando todo este bombardeo y estamos generando representaciones sociales negativas y estereotipadas sobre el envejecimiento y la vejez”, subrayó Alfaro.
“¿Qué ideas están interiorizando los niños, por ejemplo, con respecto al proceso de envejecimiento, la vejez y las personas adultas mayores?”, cuestionó.
Ante este panorama, insistió en la necesidad de generar una sensibilización y una concientización en todos los ámbitos de la sociedad, en los diferentes profesionales, autoridades de instituciones, periodistas, así como en las escuelas y los colegios, donde debería generarse un contenido sobre este tema, sobre todo en un país como Costa Rica, donde hay un acelerado proceso de envejecimiento poblacional.
En su criterio, no solo es preciso promover un cuidado minucioso del uso del lenguaje y desarrollar nuevas estrategias comunicativas más neutrales, sino también asegurarse de socializarlas, interiorizarlas y llevarlas a la práctica, con el objetivo de crear una sociedad para todas las edades, que implica nuevos discursos y repensar y resignificar la vejez.
En el coloquio “Violencia hacia las personas mayores en distintos escenarios en el contexto del covid-19” participó como moderador Guillermo Acuña, académico del Idespo-UNA.
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