“El bicentenario nos sorprende en una coyuntura especialmente complicada por la pandemia del Covid-19, crisis que puede ser aprovechada para salir fortalecidos o debilitados como país y como región. A partir de lo visto hasta ahora, seguramente no saldremos mejor, con países que retroceden hacia estadios que, como en el caso de los países del Triángulo Norte, creíamos superados, y otros, como Costa Rica, donde logros históricos se están dilapidando rápidamente”, afirma Rafael Cuevas, historiador, escritor y académico del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional (Idela-UNA), al hacer un balance de la situación de Centroamérica, y en particular de Costa Rica, a 200 años de la Independencia.
Cuevas explica que –a diferencia del resto de países Centroamericanos-, Costa Rica tempranamente en su vida republicana logró iniciar la construcción de un estado de derecho, que no giró en torno a la represión sino al consenso cimentado en políticas económicas y sociales más inclusivas.
Este proceso –añade- se fortaleció a partir de la segunda mitad del siglo XX, lo cual le dio un perfil especial al país en el contexto regional y lo erigió en modelo de desarrollo de una nación sin mayores recursos naturales.
No obstante, -en su criterio- la implementación del modelo de desarrollo neoliberal a partir de la década de 1980 ha venido revirtiendo paulatinamente este proceso, y hoy pone a Costa Rica en serio peligro, amenazándola con cambiar radicalmente su perfil económico-social y aproximarla cada vez más a la situación que vive el resto de Centroamérica.
Y es que en medio de la coyuntura de la pandemia se han acelerado las reformas neoliberales, con una avalancha de proyectos de ley que golpean a la clase media.
“La clase media, cuya existencia es uno de los mayores logros de Costa Rica, está siendo diezmada, mientras los grandes capitales son protegidos; de ahí que el país se haya convertido en uno de los más desiguales del mundo, algo impensable hace unas décadas atrás”, subraya el académico, quien lamenta que en vez de aprovechar la conmemoración del bicentenario para reflexionar sobre lo positivo del modelo costarricense con miras a perfeccionarlo, se le esté echando por la borda sin mayores miramientos.
Ante este panorama, Cuevas no duda en afirmar que el mayor reto que se le presenta a Costa Rica en el bicentenario es precisamente revertir estas tendencias negativas que están cambiando su perfil como país.
¿Y Centroamérica…?
Si Costa Rica enfrenta el desafío de retener sus logros históricos, a Centroamérica como región el 200 aniversario la encuentra con retrocesos en los aún endebles estados de derecho, con brotes de autoritarismo y el incremento de problemas sociales endémicos, como la violencia y las migraciones forzadas.
No sorprende, ya que la región históricamente ha tenido enormes dificultades para construir sociedades inclusivas en todos los órdenes, desde lo económico hasta lo cultural, como lo destaca el especialista de la UNA.
La oportunidad de revertir esta situación, luego de los años de la guerra en el siglo XX, tuvo resultados decepcionantes, pues se mantienen -y en algunos casos se profundizaron- las causas que la provocan, lo que hace que Centroamérica esté en la actualidad entre las regiones con los peores índices de desarrollo.
Así las cosas, los retos que enfrentan los países centroamericanos son mayúsculos. Sin embargo, la situación precaria que sigue enfrentando la región no debe impedir reconocer que la independencia de Centroamérica –entendida en el contexto del proceso de descolonización entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX- “forma parte de un formidable avance de la humanidad hacia la autodeterminación de los pueblos”, como destaca el académico del Idela.
Eso sí, se trata –enfatiza- de un proceso incompleto o limitado, en primer lugar porque fue dirigido por grupos sociales con intereses distantes de las necesidades de las mayorías y, en segundo lugar, porque la región casi inmediatamente cayó en la órbita de las grandes potencias, especialmente de los Estados Unidos, sobre todo por su posición geoestratégica derivada de su condición ístmica.
En este contexto, el académico admite que para extensos grupos sociales en la región hay poco que celebrar, dadas sus condiciones de existencia, en muchos casos paupérrimas. Por eso, más bien habla de conmemorar el bicentenario, lo que en este caso, significa recordar críticamente nuestro pasado para establecer las formas de perfeccionarlo.
Aunque considera que debe celebrarse la posibilidad a la que accedimos con la independencia de poder forjar el futuro desde nuestros propios intereses y necesidades, reconoce que precisamente una visión crítica nos muestra cómo, en buena medida, nuestros países no han sabido aprovecharla.
Costa Rica –insiste- fue la excepción; por eso mismo, Cuevas hace un llamado de alerta ante la preocupante evidencia de que el país “precisamente en este momento, parece haber perdido el rumbo que siempre lo caracterizó”.
Visiones del bicentenario
El Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Facultad de Filosofía y Letras realizó un proyecto de investigación entre 2018 y 2020 que dio como resultado la próxima publicación por la Editorial Universidad Nacional (Euna) de tres tomos titulados Visiones sobre Centroamérica. En el 200 aniversario de su independencia, en el que participaron investigadores e investigadoras de Costa Rica, El Salvador, México, Cuba, Panamá, Venezuela, Perú, Ecuador, Brasil, Argentina, España y Rusia.
Se trata de un abordaje interdisciplinario, propio de la naturaleza académica del Idela, que abarca temas y problemas de muy variada índole en un lapso temporal que va, incluso, más allá de la independencia, tratando de mostrar las diversas formas como ha sido vista nuestra región, desde fuera y desde dentro, en estos doscientos años.
Con esta iniciativa –coordinada por el académico Rafael Cuevas- la UNA hace su aporte a lo que debería haber sido un ejercicio nacional de reflexión sobre nuestro pasado republicano, para poder tirar las líneas maestras de nuestro desarrollo futuro, en concordancia con su carácter de universidad pública en la que se cultiva el pensamiento crítico.
Comentarios