“La llegada de sargazo, especialmente a las playas de interés turístico como es el caso de Puerto Viejo, afecta los modos de vida de las comunidades locales: el olor a descomposición que generan estos materiales y el impacto visual para el visitante que desea entrar al mar afecta la economía”, afirma Lilliana Piedra, investigadora del Laboratorio de Recursos Naturales y Vida Silvestre de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (ECB-UNA).
Desde el jueves anterior, las costas del Caribe Sur han visto la llegada paulatina del sargazo, un alga parda que flota en el océano, y que, debido a los fuertes vientos que se presentan en el Atlántico Norte, se desplaza a las costas de países como México y Colombia.
A las costas del Caribe Sur ha llegado anteriormente, pero en menor volumen. “Hemos tenido una mayor cantidad de vientos en esta zona, estos arrastran el alga, que cuando pierde sus neumatocistos (estructuras que permiten la flotación del organismo) se muere y se va al fondo del mar. Se puede acomodar sobre pastos marinos, corales y en general en todos los ecosistemas. La descomposición de este material biológico produce ácido sulfhídrico -similar al que se genera en alcantarillas y que produce olor a huevo duro- que puede irritar los ojos y el tracto respiratorio y en grandes concentraciones puede ser tóxico para la vida marina e incluso humana”, detalló la investigadora.
Piedra, junto a representantes del Sistema Nacional de Áreas Protegidas tour operadores y miembros de la comunidad, recorrió desde la desembocadura del río Estrella hasta Manzanillo, tomando muestras tanto en el agua como en la parte terrestre.
Según la bióloga marina, han observado entre 35 y 50 centímetros de material seco acumulado, mismo que empieza a descomponerse produciendo mal olor. “Nuestro objetivo es identificar con certeza las especies, el área impactada y además, medir el peso de las muestras secas como húmedas, para estimar el volumen del material acumulado, y que podría afectar no solo los medios de vida de las comunidades locales, sino también ecosistemas como arrecifes de coral, pastos marinos, y comunidades de peces. Asimismo, es fundamental este análisis, porque su ingreso nos puede dar nociones sobre las posibles rutas o las vías por las que podrían ingresar, a las costas del Caribe Sur, más sargasum u otros agentes impactantes asociados con el cambio climático o afectaciones humanas como un derrame de combustible”.
Para la investigadora, lo ideal es que este material sea retirado de la costa. “En otros países, se retira empleando carretillos para que no afecte la salud y se puede emplear para elaborar fertilizantes, bloques para construcción y otros, pero esta es una oportunidad como negocio, incierta para el sector, ya que no sabemos cuándo llegará de nuevo al país. Y su rentabilidad debe ser evaluada”, explica Piedra.
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