Por tercer año consecutivo la revista Forbes Centroamérica, distingue a Silvia Chacón, coordinadora del Sistema Nacional de Monitoreo de Tsunamis de la Universidad Nacional (SINAMOT-UNA), como una de las 100 mujeres más poderosas de Centroamérica. Desde hace tres años es también la presidenta del Sistema de Alerta Temprana contra Tsunamis y Otras Amenazas Costeras del Caribe y Regiones Adyacentes (ICG/CARIBE-EWS), órgano subsidiario de la Comisión Oceanográfica Internacional de la UNESCO (IOC/UNESCO), e impulsora del Programa Tsunami Ready, de la Unesco.
Vigilante del mar
Egresada del Colegio Castella, no fue una sorpresa que Silvia Chacón Barrantes iniciara sus estudios en la carrera de arquitectura, sin embargo, ella siempre estuvo rodeada de ciencia, pues es hija de un químico y una madre matemática, ambos académicos universitarios. Luego de un proceso y varios cambios de carrera, se dio cuenta que lo suyo era la física. En la actualidad, cuenta con una maestría en oceanografía física y un doctorado en geociencias costeras.
Si bien su fuerte de trabajo es el modelado numérico de tsunamis, la falta de profesionales en el tema la ha llevado también dedicarse a proyectos de investigación y extensión sobre alertas de tsunami y el trabajo con comunidades e instituciones, todo en procura del que el país esté mejor preparado ante un evento de este tipo.
“Uno de los grandes desafíos es el trabajo que implica empezar en un campo nuevo, pues si bien otras personas habían trabajado el tema de tsunamis, no era algo que se hiciera sistemáticamente desde las universidades y generalizado para todo el país y todos los ámbitos. Además, somos un grupo muy pequeño de 4 personas, de las cuales la única que está a tiempo completo soy yo, entonces hacemos un esfuerzo sobrehumano para darnos abasto y muchas veces no logramos cumplir con todo lo que el país necesita para estar preparado ante tsunamis”.
Acostumbrada a trabajar en un campo donde la mayoría de sus colegas y compañeros son hombres, asegura que los prejuicios influyen en la decisión de las mujeres para no estudiar una carrera en las ciencias, y el hecho además de ser minoría en estas carreras. “En ingeniería, en ciencias básicas y sobre todo en las ciencias duras a mí me tocó ser minoría. De mi generación somos 2 o 3 mujeres en un grupo de 20, y en la maestría era la única mujer en un grupo de 15 compañeros; esto se hace más difícil cuando estamos con dolor de ovarios, con la regla, cuando requerimos más seguridad porque no podemos o es más peligroso que lleguemos tardísimo de una gira para regresar a nuestras casas, todos estos factores influyen en que haya menos perspectiva femenina en las carreras de ciencia”.
Aún con el reconocimiento que ha recibido a nivel nacional e internacional, Silvia sigue luchando contra la discriminación dentro de su carrera profesional. “Me sigue pasando que voy a dar una charla, respondo preguntas durante la charla y si alguien queda con dudas al finalizar la charla y sobre todo si son hombres, se dirigen a mis compañeros, que además son mucho más jóvenes que yo, en vez de a mí, eso me hace pensar en machismo. ¿Por qué se acercan a una persona que tuvo un rol pasivo en la charla y no a la persona que la dirigió? Siento que eso es discriminación, y no debería de pasar”.
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