Investigaciones realizadas en la Estación Biológica La Selva revelan pistas para la conservación del pecarí de collar, destacando su dieta y preferencia por áreas antropizadas como refugio. Se destaca la importancia de la protección de su hábitat y la necesidad de monitoreo continuo.
Recientemente, los investigadores Marco Osorto Núñez quien cursó la maestría en el Instituto Internacional de Conservaciòn y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional (Icomvis-UNA) y Luis Diego Alfaro, académico tutor de Escuela de Ciencias Ambientales (EDECA-UNA) publicaron investigaciones sobre la dieta del pecarí de collar (Dicotyles tajacu) conocido como saíno y el uso de espacios naturales en la Estación Biológica La Selva (EBLS)
El primer estudio recolectó datos entre julio y diciembre de 2021 en recorridos de 30 kilómetros mensuales por los senderos de la Estación. Mediante el método de observación directa se realizó un listado de especies de plantas y frutos colectados.
“Se determinó que la dieta estuvo conformada por 38 especies, pertenecientes a 18 familias. Las especies de la familia Arecaceae fueron las de mayor consumo, seguidas de Socratea exorrhiza, Ficus colubrinae, Dussia macroprophyllata, Sacoglottis trichogyna, Iriartea deltoidea y Dipteryx panamensis. El componente de mayor importancia fueron los frutos”.
El estudio recomienda que las acciones de conservación deben considerar la protección de los bosques primarios como fuentes de alimento para el pecarí de collar, además de proyectos de restauración de ecosistemas tropicales para promover especies de árboles que proporcionen frutos atractivos para los pecaríes.
También se destaca que el 53% de las especies de plantas consumidas por los pecaríes no tienen información sobre su estado de conservación en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, por lo que se sugiere la necesidad de investigaciones adicionales para evaluar el estado de conservación de estas especies.
Por otra parte también se estudió el uso de los espacios naturales y antropizados por parte del pecarí de collar para comprender la relación entre la distribución y la abundancia de sus poblaciones. “El estudio realizado en la Estación Biológica La Selva encontró que los pecaríes utilizan en proporción más alta las áreas con mayor densidad de infraestructura e intensidad de uso público, con respecto a otras categorías”.
Además, explica Osorto, “estas áreas constituyen zonas de alimentación y descanso para esta especie, debido a que la administración de la estación modifica el paisaje incorporando áreas de pastos y privilegiando especies de árboles con frutos apreciados por la fauna silvestre. Además, los pecaríes encuentran refugio ante la amenaza por predadores y cacería, en comparación con espacios naturales como el bosque primario de la EBLS. Por lo tanto, se puede inferir que la intensidad de uso público en las áreas de alimentación, refugio y descanso puede afectar positivamente el comportamiento de los pecaríes al proporcionarles un ambiente más seguro y con mayores recursos alimenticios”.
La investigación recomienda establecer una estrategia de monitoreo para el estudio de la dinámica poblacional del pecarí de collar; registrar indicios de cacería en la estación que documenten la distribución espacial, frecuencia y efectos en el comportamiento de los pecaríes; promover acciones de control y protección en las áreas aledañas a la EBLS con el objetivo de disminuir los delitos ambientales como cacería o tala ilegal, que afectan de manera directa o indirecta a los pecaríes y sus hábitats naturales.
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