Especialistas de la UNA y productores de Zarcero combaten uso de agroquímicos
Foto de cortesía

En el 2016 el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (Iret-UNA), realizó un análisis en la zona de Zarcero que evidenciaba el uso de agroquímicos muy tóxicos, los cuales afectan no solo el ecosistema sino también a la salud humana.

De acuerdo con los datos, de los 20 plaguicidas de mayor uso en la zona agrícola, el 60% están clasificados como “altamente peligrosos” (AP). Clorotalonil y mancozeb son los plaguicidas con la mayor dosis utilizada (5,9 y 5,2 kg i.a./ha/ciclo) y representan el 78,8% y 50% de uso por parte de los agricultores. Clorotalonil, abamectina, cipermetrina-zeta, oxamil y paraquat representan grandes riesgos de mortalidad por inhalación (alta toxicidad aguda), mientras que cipermetrina, acefato, clorpirifos, abamectina, zeta-cipermetrina y oxamil, son altamente tóxicos para las abejas.

Como respuesta a esta problemática, el Iret-UNA, la Escuela de Ciencias Agrarias y la División de Educación Rural del Centro de Investigación y Docencia en Educación (DER-Cide), todos de la Universidad Nacional, impulsaron un proyecto para fomentar un proceso educativo científico, con el fin de promover el uso racional de plaguicidas y el desarrollo de tecnologías que llevaran a minimizar la contaminación ambiental en Zarcero.

Esta iniciativa se ejecuta desde sus inicios, en 2018, mediante la construcción de manera participativa con materiales educativos para ser utilizados en días de campo, sesiones virtuales y visitas a fincas.

 

“La investigación que realiza la UNA con los productores ha sido muy importante para el cantón. Nos ha ayudado en la eliminación de plagas y a trabajar de una manera más orgánica. Hemos recibido sesiones virtuales durante varios meses para aprender sobre buenas prácticas agrícolas y todas han sido muy provechosas”, dijo Dennis Castro, productor de papa de La Palmira de Zarcero.

Como resultado, investigadores, académicos y estudiantes universitarios, trabajaron con más de 60 agricultores y sus familias en 10 buenas prácticas agrícolas, y en dos tecnologías limpias para ser promovidas: la biocama, un sistema diseñado para recibir y retener derrames de plaguicidas que ocurren durante su preparación, y durante el llenado y lavado de equipos de aplicación para evitar su paso al suelo y la biorremediación de suelos, que consiste en la eliminación de plaguicidas en suelo mediante la acción de microorganismos. En total se instalaron 40 biocamas y 17 parcelas de biorremediación.

De acuerdo con las investigadoras Marisol Vidal, de la DER, y Martha Orozco del Iret, se realizó un intenso trabajo en conjunto con la Escuela de Las Brisas para posicionar la necesidad de practicar una agricultura saludable; a su vez, se plasmaron las voces infantiles y del equipo docente en diversos materiales escritos, los cuales son utilizados en distintos cursos de grado y posgrado de la DER.

Presión

Los productores reciben día a día diversas presiones comerciales debido a las altas exigencias y requerimientos de sus clientes y consumidores. Esto genera un incremento de agricultores con poca capacidad de respuesta que recurren a deudas para competir en mercados dominados por la intermediación, mientras que otros productores cumplen con las exigencias de calidad y homogeneidad de los productos, pero son presionados a intensificar el uso de agroquímicos, que afectan no a su salud sino también a la de los consumidores finales.

Para este año, la UNA impulsa, entre un grupo de agricultores de la zona, un trabajo dirigido hacia la agroecología en contraposición a la agricultura tradicional. La agricultura convencional es un  sistema de producción de alimentos basado en monocultivos, uso de agroquímicos y semillas mejoradas, en algunos casos genéticamente modificadas, mientras que la agroecología se basa en trabajo colaborativo, diálogo de saberes y construcción social de conocimiento para disminuir el uso excesivo de de químicos en la zona.

Aunado a este trabajo interdisciplinario, desarrollado por la Institución, usted puede trabajar por la justicia social del país: compre productos saludables, conozca cómo se producen, compre directamente y pague un precio justo.