“En cierta forma, el 2021 sería muy similar al 2020, en relación con la cantidad de casos por Covid-19; situación que podría mantenerse hasta tanto no alcanzar un nivel importante de vacunación, que muy probablemente se lleve todo este año y quizás parte del 2022”, con estas palabras es como Juan José Romero, coordinador de la Maestría en Epidemiología de la Universidad Nacional (UNA) considera que se podría desarrollar el 2021 con respecto al manejo de la epidemia en el país.
Romero explicó que, si se siguen vacunando los grupos de riesgo para evitar la gravedad de la enfermedad y las muertes, es probable que se den cambios significativos en la disminución de hospitalizaciones y fallecimientos, pero no necesariamente en la cantidad de casos. “Ante ese panorama, el teletrabajo, las clases semipresenciales o mixtas, las restricciones sanitarias podrían ser menos intensas, pero seguirán existiendo, lo que dependerá del aplanamiento de la curva”, comentó Romero.
El epidemiólogo recalcó que es previsible que el primer semestre del presente año sea muy parecido al segundo semestre del 2020, pero no descarta que el segundo semestre del 2021 sea muy diferente, por lo menos, en cuanto a la cantidad de internamientos y de muertes por COVID-19.
Regreso a clases
En relación con el inicio del ciclo lectivo 2021, Romero indicó que, en cuanto a las lecciones presenciales o mixtas en escuelas y colegios, el protocolo sanitario debe ir más allá del aula, empezando por el hogar, seguido del acatamiento de las medidas en el traslado al centro educativo, a la hora del ingreso al centro de estudios, ubicación de los estudiantes en las aulas, la conducta en las clases, las salidas a recreos, retorno al aula, la salida de la escuela o el colegio hacia los hogares y posteriormente el ingreso a las casas. Enfatizó que es todo un sistema de protocolos que se deben seguir con mucha rigurosidad para reducir el riesgo al mínimo.
El epidemiólogo de la UNA comentó que al ser los niños y jóvenes los que menos se enferman por Covid-19, es probable que los contagios registrados por los diagnósticos en los centros de salud no se incrementen sustancialmente por cuenta de los menores; sino por contagio de los adultos que conviven con ellos; sin embargo estudios a nivel mundial dicen que los contagios en los hogares se dan principalmente por las personas adultas que salen del hogar al trabajo o a hacer gestiones y luego regresan, y no necesariamente por los niños que asisten a los centros educativos. Por eso, en Estados Unidos, Europa, Canadá y Asia, las escuelas y colegios han cerrado solo cuando las condiciones epidemiológicas fueron extremas. Ver recomendaciones en: (https://www.unacomunica.una.ac.cr/index.php/enero-2021/3310-recomendaciones-para-un-regreso-seguro-a-las-aulas).
Cuidado extremo
Dado que se espera la vacunación de los adultos mayores dentro de los primeros seis meses del año, Romero recomienda no bajar la guardia y seguir con el acatamiento de los protocolos sanitarios, sobre todo, con las personas adultas que conviven en su burbuja familiar y no han recibido la vacuna.
“En el caso de los adultos mayores lo ideal es que hayan recibido ambas dosis, pues esto generará, en su círculo familiar, cierta libertad mental y desahogo. Además, el adulto mayor tendrá menos estrés al salir de su casa a realizar compras o ejercitarse, así como ayudará a tener una movilidad más flexible dentro del hogar”, externó Romero.
Fin de año inesperado
El panorama pesimista que se esperaba para la última semana de diciembre y las dos primeras de enero 2021, producto del incremento en la movilidad de las personas, así como las posibles rupturas de distancia física y social, de un incremento significativo en la cantidad de casos, no se dio. A propósito, se pronosticaba un escenario que podía alcanzar en promedio entre 1.400 y 1.600 casos diarios de personas enfermas; sin embargo, al día 13 de enero, tal incremento no ocurrió, afortunadamente.
Romero indicó que esto no ocurrió tanto en la cantidad de casos, como en internamientos, aunque en cierto momento se llegó a contar con pocas camas disponibles para pacientes críticos, pero, en general, la ocupación hospitalaria tampoco se incrementó sustancialmente, al punto que los salones y las camas no estuvieron saturados ni mucho menos colapsados.
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