La región centroamericana representa un crisol amplio de saberes, de manifestaciones culturales, de herencias que han sido legadas y que se niegan a caer en el olvido. Dentro de ese bagaje hay un componente esencial: la riqueza lingüística que ha determinado la transmisión de conocimientos entre los pueblos.
El rescate y la preservación de las vertientes lingüísticas que atraviesan la región -la indígena, la criolla y la hispánica- fundamenta la labor que desde el 2007 realiza el Programa de Lingüística Centroamericana (Prolinca), de la Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional (UNA).
El Prolinca es un programa cuya visión impulsó el académico Juan Diego Quesada Pacheco. A inicio de la década del 2000 en el país solo había esfuerzos de recopilación de léxicos, de estudios fonológicos, pero existía un claro vacío en cuanto al análisis morfosintáxico, que se refiere a la determinación de las estructuras de las lenguas.
“Hablé con un par de colegas de la Escuela de Literatura con formación en lingüística e hice la propuesta ante la unidad académica para que fuera un programa, algo continuo y sostenible en el tiempo y fue así como arrancamos en el 2007”, detalló Quesada, quien ha estado durante 15 años al frente del Prolinca.
Los retos ahora son fundamentales y el académico los visualiza en dos etapas: la de documentación y la de revitalización.
Ambos conceptos forman parte de los esfuerzos del Prolinca para ahondar en el debate académico por medio de simposios. El pasado 25 y 26 de abril se llevó a cabo el cuarto de estos encuentros, con una vinculación estrecha entre la comunidad y la academia, por medio de los proyectos de investigación que se llevan a cabo.
Trabajo conjunto
El reto hacia la preservación de las lenguas centroamericanas debe verse como un esfuerzo que vaya más allá de la labor de la UNA y el Prolinca. “Debe ser un trabajo multidisciplinario, porque uno de los grandes problemas que enfrentan las culturas cuyas lenguas están en declive, es que ese desuso viene acompañado de una baja autoestima lingüística. Y nosotros somos descriptores y analistas, pero necesitamos del aporte de sociólogos, de psicólogos, de especialistas que nos ayuden a levantar la moral de una comunidad para hacerles comprender que su lengua vale”, refirió Quesada.
Esa concordia es la que ha liderado Prolinca en los últimos años y que se interiorizó en este último simposio e impulsó investigaciones en cuatro áreas específicas: lenguas indígenas de Centroamérica, lenguas criollas, el español que se habla en la región y la revitalización lingüística para lenguas en proceso de desplazamiento.
“Esa interacción académica que tuvimos en este evento busca explorar un poco la idea de que la investigación de las lenguas avancen hacia un plano más estructural y más técnico; desde una perspectiva que integre a las fuerzas vivas comunitarias, sin las cuales, el Prolinca no sería hoy una realidad”, manifestó René Zúñiga, actual coordinador del Programa.
El IV Simposio fue el parteaguas ideal para hacer un reconocimiento especial al fundador del Prolinca, Juan Diego Quesada, quien se acoge a su jubilación. Además, congregó a expertos de México, Colombia y Centroamérica con el objetivo de ampliar el programa hacia una etapa de investigación más extendida que impacte directamente la realidad de las lenguas con las que trabajan.
Como elemento diferenciador con respecto a las tres ediciones anteriores, en esta oportunidad se desarrolló un conversatorio con hablantes de las lenguas que forman parte del programa y una mesa de análisis que involucró a estudiantes que han desarrollado investigaciones.
Ricardo Maldonado es académico del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Autónoma de México. Acudió al IV Simposio con su ponencia Se honró al gran maestro. Impersonales en contexto, donde también aprovechó para ser parte del homenaje a Quesada Pacheco.
Ha sido un invitado recurrente en las actividades del Prolinca, quien acudió esta vez a destacar el aporte de las lenguas indígenas centroamericanas, pero también del norte de México, así como del español de Costa Rica.
“He desarrollado una teoría que se llama lingüística cognoscitiva, que va más allá de la gramática en sí, sino de ver de qué manera le lengua refleja una mirada de las comunidades con respecto al mundo”, indicó Maldonado acerca de su labor universitaria y que le ha permitido una aproximación más directa con las lenguas mayas huastecas.
Las realidades, por ejemplo, de la lengua lenca en el español hablado en Honduras, el criollo limonense, los relatos en lenguas tarahumara y yaqui, que son comunidades indígenas del norte de México, así como datos destacados de las lenguas bribri y cabécar, fueron parte del conjunto de ponencias del IV simposio de Prolinca.
“Con la realización de este evento nos volvemos, a nivel de Programa, de la Escuela y de la Universidad, como referentes de la investigación de lenguas minorizadas y del análisis del español en Centroamérica”, manifestó Zúñiga.
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