La salud mental de la población hondureña y en especial la del personal en primera línea se ha visto gravemente afectada por la actual pandemia de COVID-19; aunque se trata de un problema grave y urgente, pocas veces hay tiempo para tratarlo.
Así lo manifestó a Presencia Universitaria la psiquiatra Alejandra Munguía, quien detalló que el trastorno más común es el estrés postraumático, ocasionado por las falencias del sistema sanitario nacional o la pérdida de algún compañero de trabajo, amigo o familiar a causa del mortal virus y el temor a contagiarse y sumarse a las estadísticas.
“Yo diría que la salud mental del personal de salud está afectada en un 110%. El trastorno de ansiedad más frecuente es el estrés postraumático, seguido de ataques de pánico porque mucha gente que uno ha conocido por años, colegas o compañeros de trabajo, se enferma y muere. A veces sentimos que no podemos respirar y no sabemos si es que nos hemos contagiado o es por la misma ansiedad; también nos afecta la depresión como reacción de duelo y por todos los problemas a los que nos enfrentamos, como por ejemplo negarle el ingreso a un paciente cuando no hay camas disponibles o ver cómo resolvemos cuando no hay oxígeno, e incluso costear nuestro propio equipo de protección”, expuso.
“A esto se le conoce como estrés del tercer mundo porque ante la carencia de insumos nos toca ingeniárnosla para resolver aspectos domésticos y ya cuando nos toca trabajar propiamente en la parte médica, estamos agotados”, detalló.
La galena, quien además se desempeña como docente de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), explicó que, aunque se trata de un problema urgente, dada la extenuante labor que realizan en su jornada diaria en los diferentes centros asistenciales ante el incremento de casos positivos de COVID-19, no tienen tiempo para buscar atención psicológica o siquiátrica.
“Prácticamente no hay tiempo para uno mismo; a menos que se trate de una situación extrema, toca seguir lidiando con las frustraciones diarias, con la ansiedad, el temor y la muerte, sin ningún apoyo”, dijo.
A más de 100 ascienden las muertes
Desde el inicio de la pandemia, en Honduras han fallecido por COVID-19 unos 70 médicos y 37 enfermeros y enfermeras, además de otros profesionales de la salud. De estas muertes, alrededor de 16 han ocurrido entre enero y lo que va de febrero de 2021.
Uno de los héroes de bata blanca caídos en batalla en los últimos días es el médico intensivista y dermatólogo Cándido Mejía, cuya muerte ha causando gran conmoción en el gremio médico. “Tuve el honor de contar entre mis grandes amigos al doctor Cándido Mejía, un profesional ejemplar con un extraordinario compromiso y calidad humana al servicio de los demás. Mis condolencias a sus familiares, amigos y pacientes, quienes sin duda lo extrañaremos […] Honduras dice adiós a un gran héroe”, publicó en su cuenta de Twitter el rector de la UNAH, Francisco Herrera Alvarado.
https://twitter.com/UNAH_Rectoria/status/1357181716050419713?s=19
Por su parte el doctor Jorge Valle, decano de la FCM, recordó que, aunque la mayor parte del personal sanitario estudia y ejerce este tipo de carreras por vocación y conciencia social, aun conociendo su predisposición a enfermarse, y en este caso a perder la vida, por cada 250 mil personas debe existir un hospital, situación que en Honduras no se cumple y la aglomeración de pacientes en los hospitales de las principales ciudades incrementan el riesgo de contagio.
“En Honduras hay 30 hospitales públicos, pero solo dos son la cúspide del sistema: el Hospital Escuela y el Mario Catarino Rivas; eso no es correcto, nos falta tener una red de atención primaria completa y una red de hospitales con capacidad de resolver los problemas de salud más frecuentes. Esas son inversiones que tiene que pensar el país, para tratar de que nuestro sistema de salud mejore”, argumentó.
A criterio de los expertos, uno de los factores que incrementan el nivel de contagio entre el personal asistencial es la carga viral en las salas y centros de triaje, por lo que adicional al fortalecimiento del sistema de salud y el cumplimiento de las medidas de bioseguridad en la población para evitar el congestionamiento de pacientes en dichos espacios, consideran que urge la vacunación de al menos el 75% de los hondureños.
Comentarios