El pasado jueves 4 de febrero la magíster en francés Rocío Segura, catedrática de CALUSAC, fue condecorada con la Orden Nacional de la Legión de Honor, la más alta e importante distinción francesa; y con la Orden de las Palmas Académicas, que el Gobierno francés otorga a destacados académicos. Ambas distinciones fueron otorgadas por su arduo trabajo de difusión de la cultura francófona a través de la enseñanza del francés y sus méritos en los campos de la cultura y la educación.
Soy USAC conversó con la profesional sobre su trabajo y las distinciones recibidas:
¿Cuándo empezó a estudiar francés?
A los 3 años entré al colegio francés Julio Verne. Hice ahí toda mi escolaridad. Estaba tan pequeña que casi aprendí a hablar el francés al mismo tiempo que mi lengua materna.
¿Cómo empezó a enseñar francés?
Inicié en 1987, fui llamada cuando estaba estudiando en la Escuela de Nutrición de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia. Me contactaron de CALUSAC por mi formación francesa desde la infancia.
Me preguntaron si me interesaba dar una clase, hice el examen escrito y oral. En el mismo momento me informaron que había pasado las pruebas, me dieron un marcador, un libro y en bata blanca corrí al segundo nivel de Ciencia Política; al fondo del corredor, había un aula, entré y una clase llena de estudiantes estaba esperando al profesor de francés, yo estaba en completo shock.
Saludé a todos, estaban ávidos por aprender. En ese momento, entendí que eso era lo que quería hacer toda mi vida. El corazón me latió muy fuerte y desde ese día nunca más dejé de dar clases. En agosto cumplo 34 años de docencia.
¿Qué pasó con la carrera de nutrición?
Terminé la carrera, pero decidí que no quería ser nutricionista. Entendí que mi vocación era la enseñanza y mi interés primordial, la lingüística. Decido emprender una nueva carrera y formarme profesionalmente, porque me caracteriza el deseo de excelencia y de asumir una responsabilidad con profesionalismo, por eso tengo una licenciatura en lingüística aplicada a la enseñanza de idiomas, que gané con honores; y otros posgrados que realicé en diferentes universidades.
Rocío Segura en la embajada francesa, el día que le fueron entregadas las distinciones.
¿Cómo ha sido su experiencia docente?
La maravillosa experiencia de estar en contacto con personas, jóvenes o adultos, ávidos de aprender, que me entregan también toda su energía, es una simbiosis.
Con relación a la educación, he dicho que no soy una profesora de francés, sino una creadora de espacios pedagógicos. Durante todo este tiempo miles de mis alumnos han crecido en estos espacios, en donde el francés no es un objetivo ni una meta, sino un instrumento para hacer ciudadanía y que mis estudiantes puedan aportar nuevas ideas a la sociedad.
Entonces, para mí, el francés no es el objetivo último, sino la herramienta que utilizo para que ocurran esas transformaciones. Mi objetivo es más social y colectivo.
Cuénteme sobre las buenas experiencias y resultados de sus estudiantes:
Tengo 21 años de apoyar a jóvenes para que participen en el programa de asistentes de idiomas que lleva a cabo la Embajada de Francia, colaboro en todo el proceso.
He podido ver la transformación que ellos tienen al regresar después de una experiencia de vida y de trabajo.
Tengo estudiantes que han optado por estudiar en Francia y sacar una maestría o un doctorado y se quedaron viviendo allá. He visto cómo el francés les ha cambiado la vida; tengo la suerte de contar con los testimonios de mis alumnos.
Hábleme de las distinciones que recibió, ¿cómo se contactaron con usted?
Me enteré para Navidad, la secretaria del embajador me mandó por correo la carta donde me explicaban que había sido nominada con la condecoración de las Palmas académica y con la Condecoración de la Legión de Honor del Gobierno de Francia. Allí me explicaron las razones.
¿A qué se debió la distinción?
Es por mi trabajo de 33 años en la docencia del francés en la universidad y por toda mi labor para difundir la cultura francesa.
He realizado un fuerte trabajo de promoción, divulgación y fomento de la cultura francesa, a través de actividades que organizó todos los años; por ejemplo, la fiesta de la francofonía, que se celebra justamente en la semana de la francofonía, que se lleva a cabo mundialmente. Desde hace 10 u 11 años realizó una fiesta en la USAC, que fue creciendo con el tiempo y llegó a tener alrededor de 5,000 asistentes.
¿Qué se siente recibir ambas distinciones?
Fue algo maravilloso, una caricia que la vida decidió darme. Fue un día muy particular, en el que las puertas de la residencia francesa estaban abiertas para mí, fue un acto lleno de amor.
La ceremonia fue discreta e institucional debido a las restricciones de la pandemia. Estuvieron presentes solamente los altos representantes de idioma y del Gobierno francés en Guatemala: el embajador; los agregados de prensa, comercio y cultura; el director de la Alianza Francesa; y el director del Colegio Julio Verne; la sociedad francófona en Guatemala; la coordinadora de CALUSAC; mi esposo y mi hija. Me sentí absolutamente respetada y querida.
El regalo más grande que recibí con las dos condecoraciones fue la lluvia de expresiones de amor y afecto, durante todo el mes, de esos centenares de estudiantes que se volcaron a mí.
Las dos medallas no tienen razón de ser sin constituirse en una inspiración para los demás, para las nuevas generaciones, que puedan entender que el trabajo hecho con pasión, amor, excelencia y profesionalismo vale la pena.
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