Los hogares guatemaltecos están consumiendo microplástico a través de la sal de mar
El propileno de alta densidad es el tipo de polímero de mayor abundancia en las muestras de sal de tipo comercial producidas en Guatemala. Un consumidor promedio podría estar ingiriendo alrededor de 510 micropartículas de microplástico al año a través de la sal. Foto de Edson Lozano.

Un estudio de la Universidad de San Carlos de Guatemala analizó 22 fuentes de sal y encontró microplásticos en las provenientes de la costa del Pacífico del país.

La contaminación por plásticos es reciente en el planeta. Se calcula que cada año llegan al mar entre 4.8 y 12.7 millones de toneladas, lo que convierte a los océanos en el mayor vertedero de basura.

Una investigación del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Alicante publicada en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, presenta un análisis sobre los plásticos que se han mezclado en la sal.

Entre septiembre de 2016 y junio de 2017, analizaron las sales producidas por salinas de todas las costas españolas. Su conclusión es clara: todas ellas contienen plástico en diferentes concentraciones, que van de 60 hasta 280 macropartículas por kilo de sal, en su mayoría tereftalato de polietileno.

En 2017 un equipo de expertos de la organización Rescue The Planet se adentró en las aguas de las costas del Pacífico, en el Puerto de San José, Escuintla, y confirmó la presencia de microplásticos en peces. Se sabe que partículas inferiores a 0.5 milímetros pueden llegar a ocasionar problemas ecosistémicos y de salud por la toxicidad de sus componentes.

 
Microplásticos en la sal de la costa del Pacífico

La Universidad de San Carlos de Guatemala realizó en 2020 un estudio sobre la presencia de microplásticos en la sal que ingieren a diario los guatemaltecos y que es obtenida en las costas del Pacífico del país.

La producción para consumo en nuestra región mayoritariamente proviene de la costa del Pacífico Sur guatemalteco, ubicado geográficamente cerca de la Gran Isla de Basura del Pacífico.

La sal en Guatemala se produce mediante un proceso artesanal en el Pacífico Sur. Las salinas costeras emplean una técnica milenaria para conseguir su producto: obtienen agua de mar, la embalsan en espacios poco profundos, dejan que el sol y el viento hagan el trabajo restante. Otro procedimiento consiste en extraer el agua del manto freático saturado para evaporarla y lograr que la sal se cristalice.

“Analizamos 22 tipos de sal. Identificamos en Google Earth un muestreo aleatorio de las posibles salineras a las que podíamos llegar utilizando vehículos. El estudio abarca desde las costas de Mazatenango hasta Santa Rosa”, comenta Ingrid Lorena Benítez Pacheco, coordinadora del Proyecto Microplásticos en Sal de la Costa del Pacífico Guatemalteco, llevado a cabo por el Centro de Investigaciones de Ingeniería (CII-FIUSAC) y la Dirección General de Investigación (DIGI).

La profesional explica que posteriormente buscaron las marcas de mayor consumo en tiendas de barrio y supermercados grandes para analizarlas. “Logramos identificar 13 marcas, que son las que más se comercializan; por lo tanto, teníamos aproximadamente 35 muestras, en las que se analizó la cantidad de microplásticos encontrados”, afirma.

El estudio reveló entre 700 a 5000 partículas por kilogramo de sal, que, en comparación con estudios similares en otros países, son concentraciones altas. “Lamentablemente casi todas las sales en el mundo están contaminadas con estas partículas”, agrega.

Se determinaron rangos de abundancia entre 139 y 5129 partículas por kilogramo de sal, la época seca fue en donde se encontró mayor contenido. 

Los materiales caracterizados son microplásticos de polietileno de alta densidad (17.24 %), polipropileno (13.79 %), resinas o adhesivos (13.79 %), derivados de poliestireno (10.34 %), derivados de polietileno (6.90 %), nylon (3.45 %), tereftalato de polietileno (3.45 %) y poliestireno (3.44 %), el resto son minerales derivados de celulosa y materiales orgánicos.

 
Uno de los mayores retos del siglo XXI

En la actualidad la humanidad está expuesta a microplásticos a través de la ingesta de comida; por medio de la inhalación, porque están en el aire; y con el contacto dérmico, puesto que están en productos textiles y el polvo.

Los microplásticos se han convertido en uno de los mayores retos medioambientales del siglo XXI. Han aumentado a un ritmo vertiginoso y su acumulación ha llegado a tal punto que se pueden encontrar en grandes cantidades en casi cualquier rincón del planeta.

“El problema más grave no es la cantidad de microplásticos que estamos absorbiendo, sino la cantidad de plástico que estamos desechando, porque ha ido en aumento», explica Ingrid Benítez.

La formación del microplástico puede durar décadas, por ello, los que fueron detectados en este estudio provienen de productos desechados hace más de cincuenta años. Entre los plásticos que más se encontraron está el poliestireno de alta densidad y el elestialato de polietileno, “son productos mayores que se han degradado por el sol, la arena y el movimiento de las olas, es algo que no se puede filtrar porque es diminuto”, agrega la científica.

La experta señala que lo más importante de este tipo de estudios es hacer conciencia sobre la cantidad de plásticos que estamos desechando en la actualidad. “Imagine qué van a comer las personas dentro de 50 años con la cantidad de plástico que se está tirando en los ríos y los basureros. Los productos plásticos no se están desechando de la forma correcta”, puntualiza.

Alta contaminación

Todas las muestras de sal obtenidas en los supermercados locales y de mayor consumo en Guatemala poseen microplásticos que están entre el rango comprendido de 32-3475 partículas por kilogramo.