Según diversos estudios de investigación realizados por especialistas y representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que uno de cada diez productos médicos que están en circulación en el mercado de los países de ingresos bajos y medianos, son subestándar o está falsificado. En esa misma línea, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. “Los medicamentos de calidad subestándar y falsificados afectan sobre todo a las comunidades más vulnerables”.
Esta mala práctica de comercializar fármacos falsificados, abarca también el radio de acción de los medicamentos que salvan vidas. Por lo que frente a esta realidad mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS), colabora permanentemente con la INTERPOL para acabar con las redes delictivas a las que este comercio ignominioso les rinde miles de millones de dólares y a su vez complica la salud de los seres humanos.
Según datos de la propia OMS, la múltiple variedad de productos falsificados también ha aumentado debido a la difusión del comercio por Internet, y más ahora en tiempos de esta pandemia mundial; que abarca una inmensa gama de fármacos, tanto de marca como genéricos subestándar o falsificados. Es decir, que en más del 50% de los casos investigados, se ha comprobado que los medicamentos adquiridos a través de diversos sitios web sin domicilio social declarado, son productos falsificados y por ende nocivos para la salud.
De acuerdo a un informe presentado por la Alianza Europea para el Acceso a Medicamentos Seguros, “en fechas relativamente recientes se comprobó con estupor que los consumidores también pueden adquirir en línea falsificaciones de medicamentos de venta con receta que pueden salvar vidas indicados en el tratamiento del cáncer y de enfermedades cardiovasculares graves”. Esto, según expertos analistas en el tema, se debe a que los países en desarrollo o del tercer mundo, son un blanco fácil e ideal para los falsificadores, porque allí los precios de los fármacos legítimos pueden resultar inalcanzables por su elevado costo, para la mayoría de la población y los controles legales para la certificación suelen ser en la mayoría de los casos deficientes o vulnerables.
Según Sabine Kopp, secretaria ejecutiva interina del Grupo IMPACT y gestora del programa de la OMS de lucha contra la falsificación de productos médicos, dice que están realizando estudios comparativos de la legislación y las terminologías utilizadas en la lucha contra la falsificación en distintos países. Pero que, “en la realidad, los estudios sólo ofrecen una imagen instantánea de la situación, porque los falsificadores utilizan métodos muy flexibles para imitar los productos y evitar su detección”.
En el caso de Panamá, la realidad ante el tema de los fármacos subestándar o falsificados es un hecho realmente conocido. Incluso, vale recordar que para el año 2006, el país fue escenario de un escándalo de trascendencia nacional e internacional, a razón de lo que se conoció como: “el envenenamiento masivo por Dietilenglicol”, tras lo que fue el consumo masivo de medicinas que habían sido adulteradas y distribuidas por las farmacias de la Caja de Seguro Social, sin pasar previamente por los controles sanitarios y las pruebas de análisis y/o certificación del Instituto Especializado de Análisis de la Universidad de Panamá.
Según datos recabados en los medios de prensa nacional, esta intoxicación masiva, inicialmente fue considerada por los galenos e investigadores, como una enfermedad atípica (denominado “síndrome de insuficiencia renal”, SIRA), cuyos primeros casos se observaron en agosto de 2006. Pero fue a finales del siguiente mes que las autoridades médicas notaron un comportamiento distinto e inusual en las muertes producidas por esta “enfermedad” de tipo renal con manifestaciones neurológicas.
Para octubre de ese mismo año, las autoridades médicas representadas por el entonces Ministro de Salud de Panamá Dr. Camilo Alleyne, anunciaron públicamente la muerte de las primeras seis personas que habían sido afectadas por el denominado “síndrome” en ese entonces. Mismo que posteriormente, luego de diversos estudios y análisis, tal “síndrome” realmente era una intoxicación masiva por medicamentos subestándar y alterados, que lastimosamente causaron afectaciones muy severas a más de 1,300 personas y la muerte a más de 800, incluso a la fecha sigue cobrando vidas, al igual que ha dejado enormes secuelas en muchos de los aún sobrevivientes. Este marcado suceso ha sido considerado como el peor caso de intoxicación por Dietilenglicol en el mundo.
En muchos países del mundo, se llevan a cabo múltiples esfuerzos y campañas en función de combatir la falsificación ilícita de fármacos. Esto coordinadamente con la Organización Mundial de la Salud OMS y otros organismos institucionales de salud y otras dependencias interesadas en este tema.
En el caso de Panamá, a través de la Dirección Nacional de Farmacia y Drogas del Ministerio de Salud, en conjunto con otras instituciones del Estado, han decidido realizar durante el mes de septiembre de este año 2020, una campaña de docencia e información, con el objetivo de reforzar todo lo relativo con la lucha contra los productos presuntamente falsificados e ilícitos, y con la finalidad de que la población a nivel nacional, tenga conocimientos de todos los riesgos a los que se exponen, al consumir estos productos. Más en estos momentos de crisis a consecuencia de la pandemia ocasionada por el COVID-19.
A la fecha es importante señalar que se ha creado el Comité Ejecutivo Interinstitucional para la prevención, detección y persecución de productos farmacéuticos presuntamente falsificados o ilícitos; de la cual forma parte el Ministerio de Salud, la Autoridad Nacional de Aduanas, la Universidad de Panamá, representada por el Instituto Especializado de Análisis (IEA), a cargo del Dr. Drury Atencio; el Ministerio Público, la Policía Nacional, Servicio Nacional de Fronteras y el Servicio Aéreo Nacional. Todas estas instituciones y organismos de seguridad en conjunto, tienen como objetivo crear conciencia las autoridades de todo el país y en la ciudadanía, con la finalidad de evitar la adquisición, compra y consumo de estos productos que a juicio de los expertos, ponen en gran riesgo la salud de la población.
En esa dirección, la Universidad de Panamá, a través del Instituto Especializado de Análisis (IEA), en calidad de miembro del Comité Ejecutivo Interinstitucional tendrá la responsabilidad científica y técnica de realizar todos los análisis físico-químicos o biofarmacéuticos que sean requeridos de los diversos productos que envíen a analizar las autoridades del país.
De acuerdo al Dr. Drury Atencio, director del (IEA), los análisis que generalmente solicitan al instituto “tienen que ver con la identificación, las características organolépticas, la cuantificación del principio activo, utilizando técnicas analíticas como son: La cromatografía líquida de alta eficacia, la cromatografía de gases, la espectrofotometría ultravioleta, la infrarroja, entre otras”.
Frente a la actual magnitud de esta mala práctica a nivel mundial, y en medio de los grandes negociados y monopolios que se dan en el mercado de los fármacos a nivel mundial, de los cuales Panamá no está exento. A través de este Comité Ejecutivo Interinstitucional, de la cual la máxima casa de estudios forma parte, han decidido lanzar la campaña ¡Si es falsificado, No es un medicamento!, que de hecho apuntan a unificar grandes esfuerzos, dirigidos a prevenir la venta de estos tipos de productos que de acuerdo al Dr. Drury Atencio, “no pueden ser eficaces en los tratamientos para los cuales han sido indicados, y porque también puedan causar daños muy serios a la población”.
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