El chino mandarín y algunas de sus particularidades lingüísticas
Kuok-Wa Chao Chao, director del Instituto Confucio
El idioma chino es el que cuenta con el mayor número de hablantes nativos en todo el mundo


El idioma chino es hablado por más de mil millones de personas en el mundo, convirtiéndolo en el segundo idioma con más hablantes a nivel mundial y es el idioma con más hablantes nativos en el mundo con novecientos millones de hablantes (Ethnologue, consultado el 18 de enero del 2022). Se le conoce también como “zhong wen”, “han yu” o “pu tong hua”. En Taiwan, Hong Kong y Macao también lo llaman “Guo Yu”. En Singapur, Malasia e Indonesia se le conoce como “hua yu”. El chino está basado en la variedad pequinesa del mandarín “beijinghua”. Este idioma pertenece a la gran familia lingüística de lengua sino-tibetana en la cual se encuentran también otras lenguas habladas en China como el cantonés, el hakka, el xiāng, el wú, entre otras.

El chino tiene las siguientes características lingüísticas. Por ejemplo, a nivel sintáctico, es una lengua de tipo analítica. Tiene una estructura compuesta de sujeto-predicado (我吃饭 – yo comer) o de verbo-objeto (看书 – leer libro) (Ma, 2014). A nivel morfológico, el chino posee unas características muy básicas y es menos complejo que las lenguas flexionales como el español o el francés. Por ejemplo, carece de morfemas de plural, de tiempo, de modo o de género. Sin embargo, cada morfema puede ser considerado como un carácter (Liu, 2012). El morfema puede ser considerado también como una palabra, por ejemplo: 水 (agua).

La escritura china tiene más de 5 000 años de existencia y es una de la más antiguas del mundo que todavía sigue vigente (Tan, 2005). Fue el primer emperador chino Qin shi huang, quien fundó la dinastía Qin en 221 a. C., el que unificó la escritura china (Arsovska, 2019). En un inicio, los caracteres representaban los fenómenos naturales como las formas del sol, de la luna, de las estrellas o las formas que dejaban los animales sobre la arena y, poco a poco, estos caracteres evolucionaron en las distintas dinastías hasta lo que se conoce hoy en día como los ideogramas (Wong Torres, 2004).

Los caracteres chinos se pueden clasificar en distintas categorías. Por ejemplo, los pictogramas se caracterizan por representaciones estilizadas de objetos concretos con rasgos fijos como el carácter 火(fuego). Los ideogramas se caracterizan por ser representaciones gráficas de conceptos abstractos como el carácter 下 (abajo). Los ideogramas compuestos son representados como gráficos simbólicos de los objetos y de conceptos más elaborados, es decir es una combinación de dos o más caracteres para crear uno nuevo como el carácter 休 (descansar) que está compuesto del carácter de persona y de árbol. Los compuestos fonéticos resultan de la combinación de un elemento con significado visual y otro de carácter fonético como el carácter 蹬 (pisar) que tiene el significado 足 (pie) y componente fonético 登 (ponerse). Los de extensión etimológica son aquellos que utilizan una significación derivada etimológicamente del sentido original como los caracteres 窍 (agujero) y 空 (vacío). Estos dos caracteres históricamente tenían el mismo significado semántico, pero actualmente tienen significados diferentes. Por último, están los caracteres prestados o caracteres de préstamo como el carácter 来 (llegar). Este carácter significaba originalmente “trigo”, pero luego su significado fue reemplazado por el verbo “llegar”. En la actualidad, existen más de 50 000 caracteres, de los cuales 3 000 son de uso común en la lengua.

Es importante mencionar también que cada carácter tiene un número de trazos definidos que puede ser de uno hasta más de cincuenta y se debe escribir en un orden fijado, al alterar ese orden puede ser considerado como una falta de ortografía. Existen dos tipos de escritura: la escritura tradicional que hoy en día solo se utiliza en las regiones de Macao, Hong Kong, Taiwán y las comunidades chinas de ultramar y la escritura simplificada que se utiliza en China. Esta última apareció después de la gran reforma de los caracteres chinos que ocurrió en 1949 cuando se estableció la República Popular de China.

Después de la reforma del establecimiento de una lengua común de los chinos, se elaboró un sistema de transliteración de la lengua china, conocido como pinyin (Martínez Robles, 2007). Se trata de un idioma con escritura no fonográfica, es decir que no existe correspondencia directa con el habla (Martínez Robles, 2007). El chino mandarín está compuesto de veintiún sonidos iniciales y treinta y siete sonidos finales (Wong Torres, 2004). El pinyin es un sistema de ortografía fonética que se adoptó en 1958 y consta de 58 símbolos cuyo objetivo es facilitar la difusión del idioma mandarín y el aprendizaje de los caracteres chinos.

Otra característica importante del chino es el sistema tonal. El cambio de tono en una palabra puede variar su significado. Una mala pronunciación del tono puede impedir una comunicación adecuada o también provocar malos entendidos. El chino mandarín posee cuatro tonos: el primer tono es alto sostenido y gráficamente es representado por una raya horizontal encima de la vocal (-); el segundo tono es alto ascendente y está representado por una raya de abajo arriba en la vocal (´); el tercer tono comienza como descendente y termina como ascendente y se muestra como un acento circunflejo invertido en la vocal (ˇ) y el cuarto tono es descendente y se ilustra como una raya de arriba abajo ('). También se habla de un quinto tono que es neutro y se caracteriza por ser ligero y breve. No posee ninguna marca gráfica.

Por último, la lengua china es un espejo de la mentalidad y de las costumbres chinas (Romero Asencio, 2016). Estas particularidades de la lengua reflejan algunas costumbres propias de la cultura china. Por ejemplo, la importancia de la familia en la cultura china y esto está representado en la riqueza léxica para presentar a cada uno de los miembros de la familia. Otro ejemplo es el significado de los nombres. Cada nombre es escogido cuidadosamente por la familia. Muchas veces esto refleja las aspiraciones de los padres con respecto a sus hijos o también suele influir la fecha y la hora del nacimiento para escoger un nombre (Mediavilla Sánchez, 2016).