Con el objetivo de denunciar y visibilizar, desde una mirada artística, la existencia de la violencia obstétrica en sus diferentes dimensiones, el Teatro Universitario estrena OXITOCINA, una pieza escrita por Melissa Hernández Vargas y Amanda Méndez Ramírez quien, además, asume la dirección.
Con el objetivo de denunciar y visibilizar, desde una mirada artística, la existencia de la violencia obstétrica en sus diferentes dimensiones, el Teatro Universitario estrena la obra Oxitocina.
Esta propuesta de investigación-creación utiliza ell monólogo como recurso escénico principal, pues la palabra tiene un lugar central en la puesta en escena, y se acompaña de otros insumos como la danza-teatro, la poesía y una escenografía y atmósfera musical sugerente y de corte surrealista.
Es una pieza escrita por Melissa Hernández Vargas y Amanda Méndez Ramírez quien, además, asume la dirección.
Las funciones son los jueves, viernes y sábado a las 7:00 p. m. y domingo a las 3:00 p. m. y 6:00 p. m.
Las entradas se pueden adquirir en la boletería virtual https://shorturl.at/yJVX6, o en la boletería de Teatro Universitario, a un costo de 6000 colones para público general y 3000 colones para estudiantes con carné y personas ciudadanas de oro.
Para ahondar sobre el proceso creativo, la directora Amanda Méndez Ramírez conversó sobre diversos aspectos de la obra . A continuación, se presenta un extracto de la entrevista.
-¿Cómo se crea la puesta en escena?
Amanda Méndez (AM): Yo soy egresada del posgrado en estudios de la mujer de la UCR y también soy artista escénica de profesión. En mi posgrado, en el proceso de estudio enfoqué mi investigación y mis intereses a la denuncia de la violencia contra las mujeres en el teatro, específicamente a las directoras mujeres.
Igual desde antes, en el proceso de bachillerato y licenciatura, también me había interesado mucho estos puntos interdisciplinarios entre las artes, la sociología, estudios de género, entonces mi tesis de licenciatura también tocaba temas por ahí. Luego, por otro lado, tengo una colega con la que escribí el texto de Oxitocina, Melissa Hernández Vargas, ella es psicóloga y tiene desde el 2014 de estar investigando justamente el tema de la violencia obstétrica y su investigación de licenciatura también fue por esa misma línea de un estudio psicosocial sobre la violencia obstétrica. Hizo un proceso de investigación de entrevistas a mujeres para recopilar sus vivencias en torno a este tema.
De mi interés en el abordaje de estas temáticas y encontrando que Melissa también estaba investigando este tema y ya tenía experiencia justamente en investigación de esta forma o este tipo de violencia en específico, yo le dije que nos uniéramos y que escribiéramos un texto, que hiciéramos un proyecto, que construyéramos algo vinculando a nuestros dos campos, el mío del teatro y mi interés en denunciar la violencia contra las mujeres y el tema que ella estaba investigando, que era propiamente la violencia obstétrica y la denuncia de esta forma de violencia.
De ahí salió la propuesta y a mí me gusta mucho la investigación artística, es un campo que me interesa mucho explorar y trabajar. Desde ahí mi interés en unir diferentes temas y hacer investigaciones interdisciplinares.
Nosotras dijimos, si vamos a hacer este proyecto, a pensar la escritura y la construcción de una investigación y después el posible montaje, hay que hacer un proceso, no de cero, porque ambas tenemos nuestra formación, pero sí habría que construir un texto que sea propiamente para el montaje, para la obra, para la dramaturgia y que tenga información nueva, no reciclar otras investigaciones u otras entrevistas, sino construir material a partir de entrevistas hechas específicamente para hacer el montaje.
Hicimos una convocatoria para ver qué mujeres estaban dispuestas a compartirnos sus experiencias, sus vivencias en sus procesos de embarazo, parto y posparto, sabiendo que iba a ser una entrevista que se iba a utilizar para construir una dramaturgia. A partir de de esa premisa, hicimos cuatro entrevistas a mujeres de distintos puntos del país y a partir de las experiencias y las vivencias que ellas nos contaron, construimos una única historia, que tiene gran percepción y realidad. Hicimos un personaje ficticio a partir de las vivencias de ellas en sus distintos momentos de vida, inclusive, con hijos o hijas de edades distintas.
Así construimos esta dramaturgia como tal.
-¿Cómo se realiza la investigación y cuál es la importancia de tocar el tema de la violencia obstétrica en una obra de teatro?
AM: Primero que todo, partimos del hecho de que la violencia obstétrica es un tema que ha sido tratado muy poco a nivel nacional, es un concepto inclusive que tiene muy pocos años de apalabrarse, de pronunciarse, no solamente dentro del ámbito académico, sino también como conciencia al respecto de que existe la violencia obstétrica, que se le pueda llamar por un nombre, empezando por ahí. Y después es algo muy importante porque es una forma de violencia que sigue estando muy invisibilizada y sigue quedando mucho en el campo de lo íntimo, de lo privado o visto desde un lugar muy individualizado, de la experiencia de cada mujer, cada una vivió su proceso y pues queda ahí, en el ámbito individualizado en el sentido de que no hay una denuncia política al respecto, no hay una política pública que busque contrarrestar o cambiar esa realidad.
Por otro lado, a mí se me hace muy importante que dentro de las artes escénicas y propiamente de las artes dramáticas, se busque tocar temas que también aporten a la denuncia de la violencia contra las mujeres. Y esta forma de violencia que es muy particular, que creo que nos atraviesa de una u otra forma a muchas personas, no solamente a las mujeres que han vivido estas experiencias, sino también a todas las demás personas como testigos de estas formas de violencia, ya seamos hijas, hijos, parejas, familiares. Es una realidad que está muy presente en nuestra vida y que es necesario hablar al respecto.
También el montaje nace mucho de esta búsqueda de apalabrarle, de dar voz a estos relatos, ser un canal, una mediación para aprovechar el recurso de las artes escénicas, aprovechar la difusión, el público y el alcance que puedan tener estas artes para hablar de un tema que también ha sido bastante silenciado.
En general, es un poco desde esa búsqueda, de dar voz a estas historias y de dar voz a sus discursos y pues traerlos al arte y aprovechar la capacidad que puede tener el arte de ser escuchado, de ser sentido.
-¿Y por qué se llama la obra Oxitocina?
AM: La obra se llama Oxitocina en principal medida porque en las entrevistas que hicimos, las cuatro mujeres mencionaron la oxitocina como una sustancia, como un componente, que fue relevante en su proceso en el hospital. Hacían referencia al uso artificial para acelerar el proceso de parto, para agilizarles el tiempo de espera, etcétera. De una u otra forma cada una expresaba su relación con este medicamento, con esta hormona que se utiliza para acelerar los partos.
También, desde este otro lugar más coloquial en el que conocemos la oxitocina como la hormona del amor, como hormona natural que genera toda esta conexión y el vínculo de la madre con su con su bebé, todo el tema de producción de leche materna. Tiene mucho que ver con las conexiones, con los vínculos que se pueden construir y que es una hormona que tiene un lugar ahí.
Entonces, jugando con los lugares distintos que puede tener la palabra como tal, desde ese lugar más médico, otro más hormonal y otro más popular, hicimos un entrecruce de los posibles significados que puede tener la palabra.
-¿Cuáles los retos de hacer un montaje con este tema?
AM: Mucho mi interés en mi formación en el posgrado, en mis estudios, ha sido justamente reflexionar y pensar sobre cómo es que se tratan estos tipos de temas en las artes escénicas, desde un lugar responsable, que busque alejarse de la revictimización de las personas respecto a la violencia, que busque presentar o representar la violencia desde un lugar de cuidado, no solamente en este caso particular, que estamos utilizando palabras e historias de mujeres que realmente vivieron esos eventos y que no es algo que se puede tratar a la ligera.
Y también desde el lugar de enunciación y presentación de la violencia, desde dónde estamos tratándola, posicionándola, alejándonos de convertirla en espectáculo, y buscando desde un lugar lo más responsable posible, no solamente con las mujeres que nos compartieron sus historias, sino también pensando en el público.
Por otro lado, también por eso estoy trabajando con mi colega Melissa, que es psicóloga y ha hecho, a lo largo del proceso un trabajo como dramaturguista, que es ese proceso desde una mirada externa, para acercarse por momentos al proceso de ensayos, de construcción escénica y tener una mirada más fresca y que pueda ser más crítica de cómo es que se está representando esta violencia, cómo lo estamos abordando, desde qué lugar se está trabajando los componentes de la historia de las mujeres o algunos otros elementos, otros personajes o interpretaciones que estamos teniendo en el montaje, como enfermeras, el médico y la paciente, etcétera. Cuidar desde dónde se está construyendo todo el discurso y toda la historia, justamente buscando alejarnos de una visión más gratuita, simple o ligera de abordar las violencias. Estamos tratando de ser muy cuidadosas en su tratamiento.
-¿Cómo está planteado el montaje?
AM: El montaje está planteado como una tragedia contemporánea. Estamos abordándolo desde el lugar de la memoria y el recuerdo, recopilando la forma en que los relatos son contados.
Estamos utilizando el elemento de la memoria y el recuerdo para construir el estilo y el formato del montaje.
El montaje tiene un estilo que podría transitar mucho dentro de lo onírico, lo surreal, lo que está basado en cómo vienen los recuerdos a la mente, cómo se hacen saltos en el tiempo, cómo de repente una está recordando algo y ese recuerdo te trae otro recuerdo. Estamos buscando mucho jugar con esa cualidad de la memoria y escenificarla, y es algo que estamos construyendo, utilizando mucho el lenguaje poético.
Con el estilo estamos utilizando el lenguaje de la danza- teatro, que se aborda mucho desde la emoción, los sentimientos, desde un lugar muy honesto por parte de las personas intérpretes
-¿Cuál el mensaje o lo que ustedes quieren que el público se lleve luego de ver esta obra?
AM: Primero que todos nos interesa destacar este componente psicosocial de la violencia obstétrica. Destacarla como una problemática social y no como una problemática individualizada.
Sumar una denuncia más a las distintas denuncias que se han ido construyendo, no solamente de las mujeres que de su propia voz y desde su propio lugar, denuncian, sino también desde investigaciones y diferentes instituciones, organizaciones que también están a favor del parto respetado, del parto organizado y de los derechos de las mujeres en sus procesos de embarazo parto y posparto.
Hay un concepto que utiliza Melissa en su investigación, que tiene que ver con cómo se aborda el daño que generan este tipo de situaciones y sacar ese daño de lo privado. Estamos buscando, de alguna forma sacar a la calle este tema, sacarlo fuera del hospital, de la de la casa y también abordarlo desde un lugar que no culpabiliza a la persona que experimenta eso. Creo que hay un énfasis en librarse de la culpa que ha generado esta experiencia, que ha generado este daño.
Desde esos dos lugares estamos buscando atravesarlo y generar una sinergia, un encuentro entre las distintas historias, porque sabemos son historias que se pueden repetir a lo largo de los años y posiblemente la historia que vivió mi mamá hace 36 años, pueda tener un montón de cosas compartidas con lo que está viviendo una mujer en este momento. Es hacer esos encuentros entre historias y replantearse que ya es tiempo de romper esa cadena de violencia obstétrica que tiene muchos años de estar creciendo.
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