Desde hace 10 años en el país se utiliza el 'omalizumab', un fármaco que induce a la mejora clínica significativa y que podría tener efectos modificadores en el curso de la enfermedad
Se calcula que cerca de 235 millones de personas sufren de asma en el mundo y, según lo confirma la Organización Mundial de la Salud (OMS), las niñas y los niños son los más afectados. Dentro de estas estadísticas, Costa Rica no se queda atrás.
De acuerdo con el Reporte Global de Asma del 2018, Latinoamérica posee la mayor cantidad de casos de asma, con un total de 42 606 infantes entre los 6 a los 14 años que portan el padecimiento. A nivel nacional, con base en el último Estudio Internacional de Asma y Alergias en la Infancia (Isaac), fase III, Costa Rica se posiciona muy por encima de la región, con una prevalencia que ronda entre el 30% y el 33% cuando, en Latinoamérica, la media estimada es del 17%.
Pero Costa Rica no solo tendría una posición destacada en relación con la cantidad de casos de asma infantil, sino también en su evolución. El Reporte Global de Asma del 2011 ya reflejaba que la prevalencia a nivel nacional estaba aumentado. En ese reporte, el incremento registrado por año fue del 0,5% a partir de 1993.
“El asma es un padecimiento potencialmente peligroso que no puede curarse, pero sí controlarse. Su ocurrencia, frecuencia e intensidad varía en el tiempo. El paciente controlado puede reducir al mínimo la necesidad de medicación de rescate, tener una vida productiva y ser físicamente activo. De igual forma, puede evitar síntomas problemáticos diurnos y nocturnos; así como contar con una función pulmonar normal o casi normal”, explicó el Dr. Luis Sarmiento, de la Universidad Central de Venezuela, en una visita a la Universidad de Costa Rica (UCR).
El Dr. Luis Sarmiento visitó la UCR como parte de las acciones que realiza el Sistema de Estudios de Posgrado para incentivar la excelencia de las especialidades médicas con profesionales de trayectoria y excelencia internacional reconocida.
Importantes mejoras
Para la Dra. Lydiana Ávila De Benedictis, coordinadora de la Especialidad de Pediatría de la UCR, si bien Costa Rica es uno de los países con la mayor cantidad de asma a nivel mundial, el sistema nacional de salud cuenta con medicamentos de punta para tratar la enfermedad.
A nivel público incluso se tiene el omalizumab, un fármaco que ha demostrado mejorar la calidad de vida en los pacientes, así como reducir la cantidad de hospitalizaciones, visitas médicas y el consumo de medicamentos.
Ese antídoto ingresó a Costa Rica hace casi 10 años y desde entonces se ha ofrecido a pacientes con asma severa; es decir, únicamente a aquellos que tienen un verdadero riesgo de exacerbaciones -aumento de la gravedad de los síntomas- que pueden desencadenar en la muerte o comprometer la función pulmonar.
“El omalizumab se receta tanto a adultos como a niños, pero solo a un grupo de pacientes con un asma muy severa, que realmente tienen altas dosis de esteroides inhalados y que están tomando antagonistas de leucotrienos -fármaco para mitigar la inflamación-. Entonces hay criterios en los cuales un subespecialista, en este caso neumólogo o alergólogo, determina si el paciente es candidato para recibirlo o no”, indicó la Dra. Ávila.
Lo que hace el omalizumab es reducir la respuesta de la IgE, conocida como inmunoglobulina E; un anticuerpo que produce el sistema inmunológico para proteger el organismo de una supuesta amenaza presente en el ambiente. Dicha protección se refleja mediante la respuesta alérgica. Una investigación realizada en el 2006, arrojó que la IgE era más alta en pacientes que tenían asma severa. Por lo tanto, había una relación clara entre la IgE y la severidad de la enfermedad.
Según el Dr. Sarmiento, al bloquear la IgE también se puede bloquear ciertos procesos biológicos, lo que llevaría a controlar las enfermedades alérgicas y el asma. Precisamente, este es el beneficio que otorga el omalizumab.
“Hay una serie de fenómenos que determinan la severidad del asma y que están asociados con la condición alérgica. La persona es alérgica porque tiene inmunoglobulina E en la sangre. Esa IgE permea en los tejidos y llega a la mucosa en una célula muy común que es el mastocito. A este último yo lo llamo el niño malcriado de la respuesta inmunitaria que, si usted lo toca, se desgranula. Cuando entra el alérgeno, el mastocito libera factores de inflamación aguda. Esta inflamación determina la contracción del músculo, entre otras reacciones, que provocan los síntomas del asma”, explicó el Dr. Sarmiento.
El especialista manifestó que el bloqueo de IgE con omalizumab induce la mejora clínica significativa en síntomas y maximiza la calidad de vida. Por lo tanto, el fármaco se puede considerar un tratamiento seguro. Pero no solo eso, sino que también podría tener efectos modificadores en el curso clínico de la enfermedad.
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