Pensis, XVIII Edición

Lecciones de un confinamiento

 

En diciembre del año pasado, mientras el mundo despedía el fin y le daba la bienvenida al inicio del nuevo año, la humanidad jamás dimensionó lo que vendría ...

La alerta mundial de un virus similar como lo ocurrido tiempo atrás con el SARS-CoV-1 en 2002, causante de la epidemia del síndrome respiratorio agudo grave (SARS), y el MERS-CoV, que produjo la epidemia del síndrome respiratorio de Oriente Medio en 2012. Hoy es el coronavirus SARS-COV-2 declarado como pandemia.

Actualmente, muchos de nosotros, no solo vivimos las 24 horas del día desde nuestras casas sino que hemos tenido que modificar nuestra estructura social, económica, política como seres humanos, con todo lo que eso conlleva.

Las empresas que venían migrando hacia el teletrabajo se vieron fortalecidas, mientras que muchas otras se vieron obligadas a acelerar sus estrategias de implementación de transformación digital.

Si bien hoy se habla que la pandemia trajo y traerá consigo una serie de cambios a nivel de comercio electrónico y la forma en cómo veníamos trabajando, lo cierto, es que al interno de nuestros países no estábamos del todo preparados para poder hacerle frente a una crisis de esta magnitud.

Esa revolución industrial que veníamos venir hace algún tiempo atrás nos tomó por sorpresa y con la llegada del coronavirus el orden de las cosas cambió. Hoy día se habla que la capacidad que tengamos para digitalizarnos será la punta de lanza para salir adelante o moriremos en el trayecto.

De ahí, la importancia de valorar la salud ante todo, el capital humano y la innovación, de la mano de la Academia, desde donde podemos aportar muchísimo para poder apoyar a las micro, pequeña y medianas empresas que constituyen un gran porcentaje del sector productivo nacional y así poder salir adelante. Sumado al hecho de que como país hemos podido demostrarnos que tenemos todo el potencial innovador para volar alto en diversos mercados.

Pero también, la pandemia nos puso en el tapete diversos escenarios donde el acceso y la brecha digital varía de una población a otra, por lo que debemos trabajar en lograr entornos colaborativos, facilidades que permitan que las nuevas generaciones tengan las herramientas necesarias para evolucionar y tener mayores oportunidades para promover la innovación y el conocimiento.

Hoy, necesitamos evolucionar, apoyarnos mutuamente para poder lograr que esa transformación digital vaya en función de las personas, que es la clave de todo esto.