“Las cosas no se valoran lo suficiente hasta que se pierden”. Quizás esta frase es la más repetida durante la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia por COVID-19. La ha dicho quien ha perdido su salud, pero también quien ya no tiene trabajo. Está en la mente de quienes han perdido a un ser amado y de quienes extrañan los abrazos, los paseos, los cafés con las amistades y hasta las rutinas laborales y académicas.
De la noche a la mañana, el mundo tuvo que olvidarse de los espacios públicos, encerrarse en sus casas y aprender a estudiar, trabajar y socializar de forma remota por medio de las tecnologías digitales.
¿Cómo modifica esta nueva realidad la percepción del tiempo y del espacio? ¿Cuál es el riesgo que experimentan la salud pública y la libertad como patrimonios intangibles de la sociedad costarricense en este contexto? ¿Cómo debe repensarse la ciudad para que vuelva a ser un lugar de encuentro con otros y con la naturaleza? Estas fueron algunas de las interrogantes sobre las que se reflexionó en el IV Ciclo de Discusiones “Desdudando el Patrimonio”, actividad organizada por el Proyecto Memoria Urbana del Barrio Amón, la Casa Cultural Amón y la Unidad de Cultura y Deporte del Campus Tecnológico San José.
Bajo el título “Viviendo en la liminalidad: ciudad, pandemia y cotidianidad” el foro reunió, de manera virtual, a Ileana Balmaceda, directora general del Hospital San Juan de Dios; a Carlos Cortés, periodista y escritor; a Álvaro Rojas, escritor y crítico literario; y a David Porras, docente e investigador de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del TEC, con la moderación de Andrés Fernández, arquitecto y cronista urbano.
Un paréntesis que remarcó las diferencias
Para Ileana Balmaceda el país está viviendo un gran paréntesis donde los límites están desdibujados entre el antes, el durante y el después. Se trata de un momento histórico que ha puesto de cabeza a todos los países en torno a la salud y a la economía y que ha hecho más notorias las desigualdades sociales.
La expresidente ejecutiva de la Caja Costarricense de Seguro Social hizo un repaso de las estrategias que el sector Salud ha tenido que implementar para hacerle frente a la pandemia, entre las que destacó las teleconsultas, la entrega de medicamentos a domicilio y el rediseño de procesos.
“Hay cosas que me preocupan de lo que estamos viviendo. Hay preocupación por enfermarse, pero no se ve reflejado en el accionar. Estamos viviendo un aumento acelerado de casos. Muchos contagios son por actividades familiares y sociales, pero otros casos son de trabajadores informales que no tienen otra opción que salir a trabajar”, señaló.
“No es lo mismo hacer teletrabajo o recibir clases virtuales en una casa con oficina que en una vivienda de un solo aposento donde viven 6 personas.” Ileana Balmaceda Arias, directora general del Hospital San Juan de Dios.
Balmaceda también mostró preocupación por el tema de la socialización en vista de que no todas las personas cuentan con los medios digitales necesarios para una comunicación efectiva. Según la especialista en Salud Pública, esto puede generar procesos de soledad y de depresión.
“Tenemos que reinventarnos y repensarnos como sociedad. Tenemos que hacer frente común para salir adelante”, concluyó.
La realidad de los "intralugares"
Carlos Cortés analizó la pandemia como el fin del concepto “espacio-tiempo” de la modernidad, que aceleró el proceso de inmaterialización de las relaciones humanas que empezó desde el siglo XVIII con la invención de las primeras tecnologías de la comunicación.
“Estamos en un tiempo liminal, transfronterizo. ¿En qué lugar estamos situados en este momento? Estamos en un lugar entre lugares o intralugares”, resaltó el novelista refiriéndose a la naturaleza virtual del mismo foro en el que estaba participando, donde todos los participantes y espectadores estaban juntos, pero en lugares distintos.
El novelista advierte que las calles vacías que se mostraron en los momentos más estrictos de la cuarentena no significan que la ciudad está vacía, sino que ahora es una sociedad interconectada por redes que serán visibles en algún momento. “No son calles muertas, son calles en las cuales los seres humanos que las pueblan están comunicándose de otra manera”, subrayó.
“Si el paradigma de la modernidad era la expansión territorial, en este momento el paradigma es la conectividad." Carlos Cortés Zúñiga, escritor y periodista.
Cortés se mostró esperanzado en que la identidad híbrida entre espacios que se va a crear después de la COVID-19 contribuya a reespacializar las relaciones humanas y a celebrar un nuevo contrato social más armonioso.
También visualizó que la sociedad se quedará con muchas herramientas que se han utilizado a lo largo de la pandemia, entre las que destacan las tecnologías de la información y la comunicación, como extensiones del cuerpo y de la memoria.
La escuela cruel de la pandemia
Para Álvaro Rojas la pandemia es una escuela cruel, pero una escuela al fin. Durante su reflexión estableció paralelismos con momentos históricos rescatados por la literatura, como la ciudad desolada que se encuentra el ejército de Napoleón cuando invade Moscú en la novela “Guerra y Paz” de León Tolstói. En el caso costarricense, destacó la obra “Un harapo en el camino” de Alfredo Oreamuno Quirós, en la que su personaje principal describe la ciudad de San José y el surgimiento de la Segunda República en medio de la decadencia de su alcoholismo.
“El tiempo y el espacio de lugares remotos que usa la literatura son recursos que, en estos momentos, se nos hacen un problema, porque la ciudad que teníamos y vivíamos como cotidiana ahora es una ciudad distante, inaccesible. Ya no podemos tomar café con los amigos, ya no podemos caminar por la avenida central”, apuntó.
“¿Cuál es la ciudad que imaginamos? Es la pregunta que tenemos que hacernos, de la misma forma como los escritores también lo hacen en sus obras.” Álvaro Rojas Salazar, escritor y crítico literario.
Para Rojas, la ciudad de San José se ha transformado a partir de la pandemia. Pero, se trata de un cambio psicológico de sus habitantes y transeúntes, porque caminan distantes los unos de los otros, con máscaras, con el con miedo de ser contagiados y con la incertidumbre del futuro inmediato.
“Las medidas sanitarias implican decisiones políticas y la peste es el sueño de los dictadores. Por eso hay que saber distinguir entre medidas de salud pública democráticas y abusos de las medidas de la salud pública para fines políticos autoritarios”, puntualizó.
Combatir la zozobra con la memoria
David Porras centró su exposición en torno al concepto de patrimonio. Para el arquitecto es de trascendental importancia que la sociedad refuerce su idea de lo común e identifique los bienes materiales e inmateriales que le dan identidad, para combatir la zozobra que genera la pandemia y encontrar soluciones creativas.
“Por un lado, el patrimonio cultural material refleja los espacios públicos, la arquitectura, las obras artísticas, entre otros elementos, que han sido elegidos por la sociedad como parte de su identidad. Igualmente, el patrimonio cultural inmaterial constituye los valores de las prácticas artísticas, los saberes, los rituales, esos hábitos que hemos heredado de generación en generación”, detalló Porras.
De acuerdo con el investigador, la visión sistémica de la ciudad, del espacio público, del transporte, de la vivienda, de la recreación y de la economía, entre muchos otros, se ha visto afectada por el aislamiento y la separación social que ha impuesto la pandemia.
“El territorio y la ciudad son un lienzo, un soporte sobre el cual se materializa la cultura y, a partir de estos se puede alcanzar la identificación de los valores patrimoniales." David Porras Alfaro, docente e investigador de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del TEC.“El COVID ha trastocado nuestras formas de relación social, desactivando nuestros espacios de encuentro, haciendo que los procesos sociales y colectivos se detengan. Es un momento propicio para la innovación, para la búsqueda de soluciones creativas. La liminalidad también nos abre espacios para esa reflexión, para el reforzamiento de nuestros valores de convivencia y solidaridad”, remarcó.
Bajo el concepto de ciudad como casa de la sociedad, Porras urgió la participación activa de todos los ciudadanos para encontrar algunas soluciones que contribuyan con la construcción de ciudades sanas, con espacios vivos que resalten el patrimonio. Para ello, es necesario reforzar los vínculos sociales y las redes de apoyo, fortalecer la educación hacia lo colectivo y urbano y estimular la construcción de un pensamiento crítico y la búsqueda de soluciones de forma conjunta.
“Si algo ha hecho esta crisis sanitaria y económica provocada por el coronavirus ha sido evidenciar los cortos circuitos, las ineficiencias y los problemas de nuestras ciudades para adaptarse y ser resilientes.” David Porras Alfaro, docente e investigador de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del TEC.Porras concluyó su intervención exponiendo algunas ideas que ya otros grupos y colectivos han planteado para mejorar la convivencia en la ciudad. Entre ellas destacan la priorización de los espacios públicos, la adopción de un modelo de movilidad que privilegie lo peatonal, la regeneración urbana integral, la recuperación de espacios de intercambio en el modelo de vivienda y la incorporación de las manifestaciones culturales, artísticas y de intercambio social en la agenda de soluciones.
“La planificación de la ciudad se vuelve cada vez más fundamental. Sin un plan compartido con la ciudadanía cualquier ciudad se dirige hacia la deriva. Este es uno de nuestros principales pendientes con o sin pandemia”, afirmó Porras.
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