Avanza proyecto para obtener genotipos en quequisque, malanga y plátanos
El rector de la Universidad Nacional Agraria, Alberto Sediles y el docente investigador Guillermo Reyes Castro recibieron las llaves de dos invernaderos que permitirán la continuación del proyecto “Ampliación de la variabilidad genética de cultivos de propagación vegetativa empleando técnicas nucleares”, que ejecuta la Universidad Nacional Agraria en conjunto con el INTA y el IPSA; dos instituciones estatales del sector agropecuario.
 
“Cada invernadero tiene un área de 210 metros cuadrados, con una inversión de 560 mil córdobas. Los invernaderos de fabricación israelí tienen un techo especial de 150 UVA de micrones y el forraje es una malla antivirus especial”, explicó Juana López, directora de la Dirección General Administrativa Financiera (DGAF), quién hizo entrega de la infraestructura financiado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
“La infraestructura nos va a permitir a seleccionar las mejores plantas. Cada una contribuye a buscar la planta mutante y una vez que la encontremos la vamos a multiplicar  para crear los clones con esas características y ahí estaría nuestra contribución a la economía del país”, resaltó el doctor Guillermo Reyes, quien explicó que al trasladar las plantas del laboratorio al invernadero inicia la fase más importante, “evaluar si son resistentes al mal seco en el caso del quequisque y si son tolerantes a la sequía en el caso de la malanga, para ello le vamos a suministrar menos agua”. Las que tengan resistencia, a las variaciones que induzcan, serán seleccionadas como clones, agregó Reyes, quien enfatizó en la actualización del equipo investigador que ha realizado de forma previa estudios de resistencia a plagas en Costa Rica y Cuba, aunque también se ha capacitado a técnicos del INTA y el IPSA. “Mandamos técnicos a Portugal a buscar metodologías de las tolerancias a las sequias. Y van otros colegas en la búsqueda de técnicas moleculares”, adelantó Reyes.

Resultados del proyecto mejoraran capacidad productiva del país

 
El proyecto ubicado en la Facultad de Agronomía (FAGRO), aporta a la visión de la institución de entregar tecnología al sector productivo del país y sumar esfuerzos en materia de seguridad alimentaria, destacó el ingeniero Gregorio Varela, decano de la facultad. “Como universidad tendremos un fortalecimiento de la capacidad científica gracias a la capacitación del talento humano que han adquirido conocimientos en laboratorios de Cuba, Malasia y Austria y en otros países se han capacitado en inducciones de mutaciones in vitro”, afirmó Varela, quién destacó que como universidad tenemos el componente de extensión, “y tenemos áreas de influencias con técnicos y productores y ahí vienen las alianzas con instituciones estatales para que con ellos y a través de ellos entreguemos a los productores estas nuevas variedades”, afirmó. 
“Aquí se van a traer las plantas de laboratorio a aclimatarse con los rasgos que queremos mejorar mediante la inducción de mutaciones y se van a escoger aquellas plantas tolerantes a sequías y plantas resistentes al mal seco. Una vez identificadas las mejores mutaciones, esta tecnología se va a transferir a los productores que es el principal objetivo de esta investigación, hacer difusión y transferencia”, explicó el doctor Ulises Blandón, vicedecano de FAGRO.
 
El proyecto está orientado a expandir la variación genética de dos cultivares de plátano, quequisque y malanga; consideradas raíces y tubérculos de gran consumo en Nicaragua y por sus características de producción presentan afectaciones que ponen en riesgo la seguridad alimentaria y nutricional. Por lo cual, el equipo de investigadores de la UNA está empleando mutagénicos físicos y propagados vía la técnica de cultivo de tejidos vegetales, con los cuales se proyecta generar genotipos de quequisque resistentes al mal seco (Phytium myriotylum Dreschler), genotipos de malanga tolerantes a la sequía, y genotipos de plátanos resistentes a la sigatoka negra (Mycosphaerella fijiensis var. difformis) explicó el doctor Guillermo Reyes, coordinador del grupo investigativo.