¿Cómo las TIC transformaron nuestras vidas?

Cuando John Bardeen, William Shockley y Walter Brattain inventaron el transistor allá en 1948, con lo cual nació la informática, jamás imaginaron que abrirían el camino para una auténtica revolución tecnológica.

A fines de la década del cincuenta e inicios de los sesenta, varios países latinoamericanos implementaron computadores por primera vez en su historia.

Colombia, lo hizo en 1957 con un computador IBM modelo 650 para la industria cervecera. Cuba hizo lo mismo en 1958. Ese mismo año, México incorporó una IBM 650 en su Centro de Cálculo Electrónico.

Hacia el sur, Chile instaló su primer computador digital en el Servicio de Aduana en Valparaíso en 1961. Brasil en 1956 introdujo en un campus universitario su primer gran sistema de computación con finalidad científica.

En 1958, Argentina desarrolló una computadora experimental con tecnología de transistores a la que llamó computadora electrónica de la Facultad de Ingeniería de Buenos Aires.

Desde aquella época hasta hoy en pleno siglo XXI, ha transcurrido mucha agua bajo ese caudaloso río tecnológico que discurre en todas las latitudes.

En 1966 se crea el correo electrónico. En 1999 se lanza al mundo el servicio Blogger; en 2001, Wikipedia; en 2003, Facebook; Youtube en 2005 y Twitter en 2006.

Según el especialista en TIC, Antonio Kanashiro, desde 1999 se inician las agendas digitales, planes y estrategias para las tecnologías en la región en tantos instrumentos de política, con el objetivo de ver en las tecnologías, un factor acelerador del proceso de mejora de la competitividad y productividad que a su vez impactara en el desarrollo y bienestar.

No solo bastan las TIC

La importancia del uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en la sociedad se dio con mayor visibilidad a partir del 2000. Las pequeñas y medianas empresas al ver la acelerada expansión tecnológica global, implementaron estrategias de comercio electrónico.

Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un aumento promedio del 10% en la penetración de banda ancha en los países de América Latina y el Caribe (ALC) provoca un alza del 3,19% del Producto Interno Bruto (PIB) y del 2,61% de la productividad, a la par que genera más de 67.000 empleos directos.

No obstante, aumentar la banda ancha no es suficiente. Impulsar el ecosistema TIC de forma completa resulta primordial. Por ejemplo, un aspecto que ya debe ser culminado en el corto plazo es la implementación y puesta en marcha de infraestructura digital en todos los países de la región.

Así mismo, la existencia por si sola de las TIC no bastaba. Hacía falta reducir la enorme brecha digital desde las ciudades hacia las zonas rurales más alejadas. Eso implicaba capacitar a millones de personas desde las escuelas, universidades, familias y empresas en el uso adecuado de estas herramientas tecnológicas.

Es así como años después, se abrió paso a un concepto importante: la ciudad digital que tiene como objetivo el uso de la tecnología para la mejora de la gestión pública y la calidad de vida ciudadana.

En ese marco, conviene implementar servicios básicos en plataformas digitales, por ejemplo, trámites en dependencias públicas a través de la web para simplificar costos y tiempos. Asimismo, aplicaciones o herramientas que permitan mejorar la productividad de las empresas.

Un estudio demuestra que los sectores de educación, salud, servicios financieros, entidades gubernamentales, comercio y agricultura tienen mayor potencial para la disrupción digital en la región.

En este contexto, el nuevo escenario tecnológico permite descubrir nuevas alternativas de crecimiento regional. Una de ellas es la articulación de esfuerzos entre el sector público y privado para el impulso de la economía verde y la economía del conocimiento.

infografía, evolución de las invenciones a lo largo de 300 años

Mecanismo de Anticitera

En la antiguedad se hablaba del mecanismo de Anticitera, una computadora analógica o mecánica, la cual supuestamente fue desarrollada por científicos griegos.

El componente se recuperó en el mar Egeo, entre los años 1900 y 1901, de un antiguo naufragio cercano a la isla griega de Anticitera, de ahí su nombre. Este artefacto aparentemente fue diseñado para predecir posiciones astronómicas y los eclipses de hasta 19 años con propósitos astrológicos y de calendarios.

Se decía que el dispositivo era un complejo mecanismo de relojería compuesto de al menos 30 engranajes de bronce.

Los fragmentos que se pudieron recuperar del mecanismo de Anticitera se custodian en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.